Argentina: Mafia de los Medicamentos: Arriesgaron sus vidas para salvar a sus pacientes y el gremio les dio la espalda
BUENOS AIRES.- En agosto de 2007 una noticia macabra sacudía al país: la obra social de los trabajadores bancarios fue denunciada por entregarmedicamentos adulterados a pacientes con cáncer y HIV, un escándalo que terminaría por involucrar a más de treinta directivos y empresarios farmacéuticos y que derivó en una cantidad no determinada de muertes.
La Mafia de los Medicamentos
Semanas antes, los trabajadores del Policlínico Bancario habían recurrido al entonces Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, con muestras de los medicamentos que allí se aplicaban a pacientes oncológicos para pedir su análisis, ya que, aseguraban, no producían afecto alguno.
Los trabajadores denunciaron que los mismos medicamentos, adquiridos fuera del policlínico, eran efectivos, mientras que el Policlínico era el único lugar “donde la quimio ni siquiera hacía caer el pelo”.
Al ser analizadas las substancias que se proveían a los pacientes se descubrió la primera parte de una trama de corrupción, complicidades, amenazas y asesinatos múltiples.
Quiénes lo descubrieron
No era una denuncia menor. El Policlínico Bancario (POBA), dependiente de la Asociación Bancaria, tenía a su cargo la atención de más de 60 mil afiliados, la mayoría personas mayores y jubilados que corrían riesgo de recibir los medicamentos adulterados.
El Policlínico es una institución que supo ser, en sus épocas de esplendor, uno de los mejores centros asistenciales del país. Ubicado en pleno barrio de Caballito, en Buenos Aires, el edificio ocupa cuatro manzanas y en sus cuatro pisos alberga capacidad para atender desde partos hasta las cirugías más complejas.
Sus trabajadores, que históricamente gozaron de los beneficios de los empleados bancarios, sufrieron su primer revés cuando en 1996 fueron excluidos de esa categoría. Desde entonces, mientras la Asociación Bancaria obtenía año a año los mejores aumentos salariales para sus afiliados, los sueldos de los trabajadores del Policlínico quedaron a la deriva.
La Bancaria, mientras levantaba las banderas de los derechos de los trabajadores, empleaba a 1.800 empleados propios a los que no reconocía su rango de bancarios, y en su rol de “patronal”, pagaba los sueldos más bajos que la ley les permitiese.
Cuando en el año 2007 los trabajadores denunciaron lo que más tarde se conocería como la “Mafia de los Medicamentos”, sabían que comenzaba una etapa de persecución laboral y de amenazas que deberían afrontar.
En aquella época, el Secretario General de la Asociación Bancaria, Juan José Zanola, había colocado como directiva del Policlínico a su mujer, Paula Aballay quien, según las investigaciones, era quien comandaba el macabro negociado. Hoy ambos están procesados por diversos delitos, junto a cerca de 30 personas, entre las cuales hay funcionarios, policías y empresarios farmacéuticos.
Amenazas y asesinatos
Los directivos del Policlínico intentaron ocultar pruebas y callar las denuncias por medio de amenazas a los trabajadores. Y no se trataba sólo de advertencias: en 2008, los cuerpos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, vinculados al negocio turbio farmacéutico, aparecían acribillados a balazos en un zanjón. El triple crimen de General Rodríguez revelaba que las amenazas podían cumplirse.
La situación de los empleados no era fácil: por un lado eran perseguidos por gente que respondía al poderoso sindicalista Zanola y su mujer; y por el otro veían morir a sus pacientes lenta y dolorosamente.
Nunca se supo exactamente cuál es la cantidad de muertos que ocasionaron los medicamentos adulterados. Sí se sabe que existen por lo menos 150 denuncias. En caso de que se exhumen los cuerpos y se compruebe que las causas de las muertes fue la adulteración de los remedios, se podría decir que estaríamos ante uno de los casos de asesinatos en serie más grande de la historia argentina. Y esa posibilidad está aún latente: los familiares continúan en relación con el equipo periodístico que inició la investigación y están dispuestos a acceder a las exhumaciones de los cuerpos.
Los deudos son parte fundamental de un libro que saldrá a la venta en las próximas semanas y que revelará información hasta ahora inédita en la historia. La editorial que lo publica se mantiene en reserva por el tenor del material contenido en el libro.
Luego del concluyente análisis químico de los medicamentos y de descubierta la complicada red criminal, la Justicia inició la investigación y detuvo a varios imputados. Además, el Poder Ejecutivo de la Nación ordenó la intervención de la Obra Social Bancaria, que duraría cuatro años. Durante ese período, y a raíz del escándalo, se modificó la Ley de Medicamentos, que buscó garantizar la seguridad de las substancias que llegaban a los pacientes.
La situación de los trabajadores luego de las denuncias
Pero la situación de los trabajadores del Policlínico, que fueron los actores principales para que se descubriera el entramado de corrupción y muerte de la Mafia de los Medicamentos, no cambió.
Luego del período oscuro de las amenazas y persecuciones, continuaron trabajando para la Asociación Bancaria, su empleador, con sueldos de miseria, mientras observaban como sus dirigentes enarbolaban encendidas luchas para elevar los salarios de los bancarios.
Los administrativos, enfermeros y médicos del Policlínico saben que evitaron muchas muertes, sobrevivieron a la persecución pero aún no comprenden por qué sus salarios son un 60 por ciento menor al de los bancarios. No entienden por qué perdieron esa categoría, ni comprenden por qué no se les paga antigüedad.
Sueldos de miseria
Los salarios en el Policlínico no superan los $6.000 en el caso de los médicos, y en el de los administrativos, muy pocos llegan a los $5.000.
En sus boletas de sueldo figura todavía la categoría a la que pertenecen, pero con sueldos irrisorios. Según las paritarias 2013, un bancario que gana, por ejemplo, $16.000 tiene la misma categoría que un empleado del policlínico que gana $4.800.
La antigüedad es un ítem desconocido entre ellos: muchos trabajadores superan los 30 años de trabajo sin que por ello se les reconozca un solo centavo.
La diferencia entre un bancario y un trabajador del Policlínico es simple: mientras la Asociación Bancaria defiende los salarios de los primeros, a los segundos los sume en la miseria. El motivo: el sueldo de los bancarios es pagado por los bancos, el de los trabajadores del Policlínico, es pagado por La Bancaria. Es decir, el sindicato que se autodenomina uno de los más sólidos mantiene a 1.700 de sus propios empleados en la miseria más absoluta.
“Nosotros, a diferencia de otros trabajadores, no somos libres de hacer paros. Nuestros pacientes internados nos necesitan, la guardia debe seguir funcionando, y no queremos causar daño a los afiliados. Hacemos marchas y asambleas, pero hace falta la decisión de nuestro empleador, la Bancaria, de recomponer nuestro salario. Nosotros vemos cómo ellos, año tras año, pelean por los derechos de los trabajadores, pero a la hora de pagar ellos los sueldos nos mantienen cobrando una cuarta parte que los bancarios”, explican empleados del Policlínico.
Un plan criminal
Las penurias económicas no son las únicas que los trabajadores que frenaron la Mafia de los Medicamentospadece. Desde que en septiembre de este año culminó la intervención nacional a la obra social y se hizo cargo la Asociación Bancaria, sectores enteros del Policlínico se fueron, literalmente, cerrando.
Un recorrido por el monstruoso edificio revela que de las 300 camas para internación, hoy quedan activas sólo 100. La terapia intermedia está prácticamente inutilizada y las instalaciones severamente dañadas por falta de mantenimiento.
Los trabajadores, médicos, enfermeros y administrativos permanecen allí. Observan con impotencia cómo muchos afiliados deben ser derivados a otros centros porque se les está achicando el Policlínico.
Una propuesta superadora
“La situación es desesperante. Tenemos capacidad para atender partos, cirugías de alta complejidad, este fue un centro modelo. Queremos hacerlo, pero nos van cerrando salas, habitaciones, sectores enteros”, explican los trabajadores. Lo que en algún momento fueron cámaras frigoríficas propias para almacenar alimentos, talleres de herrería y carpintería, enfermerías, consultorios, lucen hoy la triste imagen de candados en sus puertas.
Los trabajadores que al ser excluidos de la categoría de bancarios y quedaron sin sindicato que los defienda, en los últimos años crearon su propio gremio: UTOSBA. Su Secretario, Gabriel González, explicó a El Aconquija que el Policlínico no sólo está en condiciones de atender a sus propios afiliados, sino a los de otras obras socialesque no tienen centros médicos. “Con la carencia de camas que hay en la región nosotros estamos en condiciones de aportar a una parte importante de la población salud de calidad. No podemos dejar que siga avanzando esta descomposición, nosotros estamos dispuestos a reabrir las salas, de a poco, a pintarlas y acondicionarlas. No hace falta mucha inversión, ni es necesario que sea toda junta, ni que se contrate gente de afuera. Nosotrosestamos dispuestos a poner en pie de nuevo el lugar. Hasta tenemos maternidad propia”, explica.
Sin embargo, resulta más que evidente que las cuatro manzanas que se erigen en pleno Caballito, tienen un valor inmobiliario descomunal, lo que hace sospechar que el negocio estaría en decretar la inutilidad del inmueble y hacer un millonario negocio.
La Diputada Graciela Ocaña anticipó a El Aconquija que “lo más probable es que lo cierren. Por eso hemos impulsado un proyecto de ley para la estatización del Policlínico, que el Estado lo compre, porque además lehacen falta camas en la Ciudad. Sin embargo, el proyecto no tuvo tratamiento”
Otra diputada que está al tanto de la situación es Patricia Bullrich, quien adelantó a este medio que en los próximos días mantendrá una reunión con los trabajadores para impulsar el proyecto.
Los trabajadores creen que la mejor inversión en una ciudad en permanente expansión es la salud. Sostienen que tienen la experiencia, la trayectoria y la voluntad de ponerlo en pie.
Saben que tuvieron el coraje de frenar una de las mayores matanzas de la historia producto de la corrupción criminal de sus propios empleadores.
Saben también que la decisión depende de uno de los sindicatos más poderosos del país, cuya conducción está puesta ahora en el Secretario General Sergio Palazzo, pero en cuya dirección todavía se advierte la mano del procesado Juan José Zanola y su forma brutal de manejar el tema de la salud.