El pasado 14 de febrero entró en vigencia la nueva Ley de Fármacos que, entre otras medidas, obliga a los médicos a incluir en todas las recetas que entregan a sus pacientes, el nombre genérico de los medicamentos, que se entiende son más barato y tienen el mismo efecto que los medicamentos con marca de fantasía.
A nivel local la normativa ha venido cumpliéndose de manera lenta, según pudo constatar un sondeo de este diario en los centros de salud y farmacias céntricas de Chillán. El ejercicio, que consistía en solicitar a los chillanejos que nos mostraran sus prescripciones médicas con el objetivo de ver si es que los galenos locales recomiendan los productos genéricos tal y como la ley les ordena hacerlo. El resultado fue que solo un 60% ciento del total de personas consultadas tenía en sus recetas el principio activo en la parte superior del papel emitido por los especialistas en salud, mientras que en el resto de los casos únicamente consignaban el nombre comercial con el cual es conocido el medicamento.
La cifra es corroborada por los mismos vendedores de algunas farmacias en Chillán, quienes confirman que la población no está al tanto de la Ley de Fármacos.
Esto último no es ninguna novedad, pues en rigor nunca hubo una campaña pública para explicar las bondades de sus alcances y por lo visto tampoco hay médicos -no todos ciertamente- que se esfuercen por hacerles llegar el mensaje a quienes día a día sufren los aumentos desmesurados de los medicamentos que elaboran los laboratorios más importantes.
Cuando se habla de medicamentos genéricos, se hace referencia -según la terminología universal- a aquellos fármacos a los cuales se les ha vencido su protección patentaria y que, por esa razón, pueden ser comercializados por cualquier sujeto de derecho, sea o no su dueño original.
La expiración de la protección de los derechos de propiedad intelectual luego de una cierta cantidad de años actúa, en todos los mercados, como un moderador de precios de los productos. En efecto, un medicamento genérico, al no tener que pagar patentes ni invertir en desarrollo, puede tener un precio mucho menos abultado que el que exhibía antes de operarse el vencimiento. De hecho, las diferencias de precios por un mismo producto, entre genéricos y de marca, puede llegar a ser de 1 a 20.
En el caso de que exista más de una marca para la misma droga, el paciente -que es también cliente, si lo miramos desde un aspecto económico- tendrá la libertad de elegir el producto que le resulte más conveniente en función del precio.
Los laboratorios extranjeros y nacionales que realizaron un intenso lobby para evitar la discusión y puesta en vigencia de esta ley y que estuvieron enfrentados en una dura lucha por el tema de las patentes, coinciden en el rechazo a los medicamentos genéricos y es evidente que han empezado campañas conjuntas para “fidelizar” a los médicos, entre los cuales parece persistir un doble discurso.
En efecto, a nivel gremial han terminado por aceptar -y en algunos casos por defender activamente- la política del medicamento genérico, a partir de la simple observación de la realidad social de un país que no puede seguir soportando precios tan altos en los medicamentos. Sin embargo a nivel particular, en la consulta, persiste la entrega de recetas por marca y no por droga, confirmando que la gran fuerza impulsora de la prescripción sigue siendo aún el poder de mercadeo de los laboratorios.
Fuente: http://www.diarioladiscusion.cl/index.php/opinion/opinion1561100476/editorial1376308275/37289-medicamentos-genericos