En esa línea, sostuvo que consideran que serán “perjudicados”, tanto a nivel de farmacias independientes como pacientes, ya que “los tres grandes laboratorios venden a todas las farmacias y a un precio menor que el de los laboratorios extranjeros”. “Si sacamos del mercado a esta industria, obviamente se va a concentrar más”, recalcó afirmando que las empresas extranjeras serán “los únicos beneficiados” ya que subirán los precios.
“Estamos en la teoría del mal menos. Los tres grandes laboratorios nos venden a nosotros, el problema está en la concentración a nivel de la producción, hoy Chile tiene tres o cuatro laboratorios, y tenemos los medicamentos más caros del mundo”, agregó Rojas.
La flamante Ley Nacional de Fármacos, promulgada el pasado 16 de enero, busca garantiza a la población “el acceso oportuno a medicamentos seguros, de calidad y a un precio justo”. Entre otras materias relevantes, la iniciativa legisla sobre farmacias, medicamentos, profesionales de la salud y establecimientos asistenciales de salud.
La nueva ley busca, entre otras cosas, asegurar que los remedios demuestren su efectividad a través de un test que garantiza que los medicamentos genéricos sean equivalentes a los originales. En la jerga especializada, que sean bioequivalentes. Un proceso que había comenzado en 2005 pero que la ley consolidó, exigiendo a las farmacias tener y vender medicamentos bioequivalentes. Además, obligó a los médicos a poner en sus recetas la denominación común de los remedios y no sus marcas, y a las farmacias a tener a disposición del público al menos las versiones genéricas del petitorio mínimo, que incluye los 161 fármacos considerados básicos por la autoridad sanitaria.
Los puntos más controvertidos son la venta de medicamentos de manera fraccionada, y la oferta directa en góndolas. Ambos declarados de carácter voluntario en el reglamento, a diferencia de la ley donde son obligatorios.