Exclusión del sistema público de un medicamento para enfermos crónicos de cáncer les obliga a pagar más de 600 euros para tratarse
lamarinaplaza.com.-
Damián Ibáñez, un vecino de La Vila, ha tenido que estar tres veces en tratamiento de quimioterapia y una más para recibir radioterapia en centros hospitalarios de San Juan, La Vila Joiosa y Benidorm. Su problema es que primero tuvieron que extirparle un testículo y el tumor cancerígeno que lo provocó se le reprodujo en el otro, que también requirió de una operación. Y cualquier enfermo que pierde ambos testículos necesita recibir tratamiento hormonal para generar la testosterona, así que se convierte en un enfermo crónico que necesita un determinado tratamiento de por vida.
Con su dosis de testosterona, el enfermo puede hacer vida normal, como así ha sucedido en el caso de Damián. Se trata de inyectarse cada cierto tiempo la medicación necesaria que le permita generar una hormona que su cuerpo ya no puede producir de forma natural. Es un tratamiento reglado, dirigido por médicos y necesario para poder mantener la actividad normal casi como antes de las operaciones para extirpar los tumores.
Y el mejor medicamento para este tipo de enfermos es el Reandron, una ampolla inyectable de testosterona pautada por los médicos para casos como el de Damián. Hasta el 8 de agosto de 2014 estaba incluido en la lista de medicamentos financiados por el sistema público y no superaba los 5 euros. Pero en verano del año pasado, el fabricante decidió suspender su comercialización de forma repentina y sin previo aviso al colectivo sanitario. Y aunque en el mercado existen otros medicamentos alternativos, tanto el personal médico como los propios pacientes coinciden en que las alternativas no dan el mismo resultado.
El asunto es que en julio de 2014, el Ministerio de Sanidad fijó una rebaja del Reandron del 35% y estableció su su precio en 93 euros, aunque lo financiaba el sistema de salud público para los enfermos que lo necesitaran. El laboratorio Bayer solicitó que dejara de hacerlo y, para presionar, lo dejó fuera de las farmacias temporalmente hace justo un año.
Pero desde el 1 de abril de 2015, se ha vuelto a dar luz verde a la comercialización del fármaco, aunque su exclusión del sistema público de financiación ha provocado que esta nueva salida al mercado sea al precio de 128,38 euros cada una de las ampollas que ahora se pagan en su totalidad, sin financiación alguna, a pesar de que es una medicación necesaria para el desarrollo normal de la vida y salud de muchas personas, como se recuerda incluso en una petición en change.org para que el Reandron forme parte de los medicamentos financiados por la Seguridad Social.
En el caso de Damián, tiene que pincharse Reandron cada tres meses, por lo que necesita cuatro inyectables al año. Así que el precio del tratamiento anual se dispara por encima de los 612 euros. En este caso, el afectado tiene un trabajo de los llamados mileuristas, pero no así su mujer, que accede esporádicamente al mercado laboral. Lo que podría ser accesible para unos, se convierte en un dineral para familias como esta, que tienen que hacer frente a su hipoteca y los gastos habituales de cualquier unidad familiar.
El tratamiento deben pagarlo todos los enfermos que lo necesiten, independientemente de su nivel de renta. Y aunque Danián Ibáñez asegura que ya ha hablado con su médico de cabecera, su oncólogo, el urólogo y hasta con un inspector médico, ninguno de todos ellos, como es lógico, ha podido hacer nada por evitarle tener que abonarlo, algo que solo depende de una nueva decisión del Gobierno o, en última instancia, del Consell.
Entre agosto del año pasado y abril de este año han sido los sistemas de sanidad autonómicos los que han buscado la solución para los pacientes que requerían de este medicamento, ya que las alternativas existentes obligaban a los enfermos a tener que inyectarse cada dos semanas otro producto con menos persistencia. Este medicamento no lo utilizan solo los enfermos de cáncer, también quienes tienen carencias hormonales masculinas y los transexuales.