- Un nuevo estudio permitirá simplificar la producción de un conocido quimioterápico
- El etopósito se usa contra algunos tumores de pulmón y enfermedades hematológicas
MARÍA VALERIO/Madrid
La naturaleza ha sido, y es, un importante laboratorio farmacéutico. Numerosos medicamentos tienen su origen en compuestos naturales que con el tiempo se han ido derivando y sintetizando de forma artificial. Un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Science permitirá simplificar la producción de un conocido quimioterápico.
El etopósido es un compuesto antitumoral, empleado para combatir no sólo ciertos tumores de pulmón, sino también enfermedades hematológicas, como la leucemia o algunos linfomas. Muchos de los pacientes tratados con este medicamento desconocerán seguramente que tiene su origen en una planta, elPodophyllum (comúnmente conocido como mandrágora americana, podofila o limón silvestre).
Con un genoma inmenso, la llamada manzana de mayo -originaria del Himalaya- utiliza un puñado de genes para producir podofilotoxina, uno de cuyos principales derivados es el etopósido. Hasta ahora sólo se conocían cuatro de los genes de la planta implicados en este proceso, por lo que había sido difícil -si no imposible- sintetizar esta enzima de manera sintética.
Lo que han logrado ahora Warren Lau y Elizabeth Sattely, de la Universidad de Stanford (EEUU), es manipular la planta del tabaco a partir de esos cuatro genes conocidos para producir etopósido en la Nicotiana benthamiana (muy cercana a la planta de la que se obtiene la nicotina), de manera más sencilla de lo que se hacía hasta ahora.
Como explican en la revista, partiendo de los cuatro genes ya conocidos de la ‘receta’ de la podofilotoxina, los investigadores analizaron el genoma de la planta del Himalaya en busca de genes similares, que posteriormente ‘trasladaron’ a la planta de la nicotina. En total, los autores descubrieron seis nuevas secuencias de enzimas que, combinadas con las cuatro que ya se conocían, permiten la producción de etopósido de manera mucho más rápida y sencilla.
Sattely explica que lo que han hecho ha sido trasladar la maquinaria que produce la quimioterapia a otra planta más sencilla de cultivar, aunque en última instancia esperan poder utilizar como ‘laboratorio de producción’ organismos aún más manejables, como las levaduras, que pueden crecer en grandes cantidades en los laboratorios.
Un mecanismo de defensa
La planta del Podophyllum genera las sustancias que darán lugar a la quimioterapia únicamente en sus hojas, como un mecanismo de defensa contra ciertos depredadores. De hecho, la molécula que da lugar a todo el proceso es inicialmente inocua, aunque cuando la planta se siente atacada, comienza a producir ciertas proteínas que ponen en marcha todo un proceso hasta transformarla en una especie de ‘defensa química’ contra sus atacantes (de hecho, el consumo de esta especie herbívora puede ser tóxica para el ser humano). Sólo cuando la planta se siente atacada pone en marcha esa maquinaria de proteínas que origina el compuesto químico precursor de la quimioterapia. Por eso, ambos autores buscaron los genes necesarios para tener la receta completa precisamente ahí, en las hojas de la planta y descubrieron que cuando se le inflingía un daño, aparecían en total 31 nuevas proteínas. Fueron esas 31 proteínas las que trasladaron a la planta del tabaco para ir probando combinaciones hasta dar finalmente con los 10 genes que han permitido producir etopósido por primera vez fuera de su planta original.