Ejercicio profesional de la Farmacia: La aceleración de la historia
Hay cambios históricos, para saber qué sucederá con la farmacia en próximas generaciones, se debe comprender la sociedad a la que debe servir, que estará marcada por tres grandes rasgos.
Presidente de Sefac Aragón y del VII Congreso Nacional de Farmacéuticos Comunitarios
Los historiadores utilizan el término “aceleración de la historia” para referirse al fenómeno en el que los cambios históricos determinantes se suceden cada vez más cercanos en el tiempo. Desde que se inventó el fuego hasta que se inventó la rueda se calcula que pasó casi medio millón de años. Los cambios trascendentales se calculan ahora en décadas, como el lapso que va del descubrimiento de la energía atómica a internet. Esta aceleración también afecta al mundo del medicamento y, no podía ser de otra manera, a la farmacia. En plena ebullición del concepto de farmacia asistencial, de servicios profesionales farmacéuticos, de nuevos modelos retributivos, es decir, de la farmacia que está llegando, hemos de ser conscientes de que este planteamiento sólo es la antesala de lo que está por venir, o dicho de otra forma, es el paso imprescindible para poder forjar la farmacia que ejercerá la próxima generación, en el próximo cuarto de siglo. ¿Y cuál será esa farmacia? La única manera de preparar la farmacia, sea hospitalaria o comunitaria, es comprendiendo la sociedad a la que debe servir, que estará marcada por tres grandes rasgos.
En primer lugar, envejecimiento y cronicidad, que no son términos intercambiables pero sí frecuentemente asociados. No sólo es una cuestión de que cada vez habrá un mayor porcentaje de población envejecida y, por tanto, más problemas de salud sino también de cómo afectará esto al comportamiento social. De un modelo actual en que gran parte de la tercera edad vive en sus domicilios o con sus familiares pasaremos a un entorno donde las residencias acogerán a la mitad o más de este grupo etario, y donde los recursos humanos y materiales para atenderlos serán a menudo inferiores a las necesidades reales y en el que habrá una presencia cada vez mayor de seguros privados.
En segundo lugar, el desarrollo geométrico de las nuevas tecnologías supondrá cambios esenciales en lo que se espera del farmacéutico. Ya no se tratará de que optimicemos el tratamiento prescrito o hagamos cribados en salud pública sino que ajustemos de forma personalizada el tratamiento a la genómica del paciente, lo que generará una formación y un aparataje específico. Pero, fuera de los tratamientos, el desarrollo del comercio electrónico y envíos por drones romperán el modelo de acceso a productos sanitarios, al menos de parafarmacia, de tal modo que en pocos años la única posibilidad de la farmacia comunitaria de estar dentro de este mercado será porque vayan asociados a servicios directos y personalizados, todo lo demás será colonia de las grandes empresas. Esta situación podrá generar una alteración del mapa farmacéutico tal como lo conocemos hoy.
Por último, la especialización de las actividades farmacéuticas precisará una integración y labor en equipo cada vez mayor. La diferenciación farmacia hospitalaria/comunitaria seguirá existiendo, pero se generarán sinergias y homogeneización de funciones, de tal modo que cada vez más el farmacéutico comunitario se hospitalizará, es decir, no sólo manejará medicamentos hoy sólo de uso hospitalario sino que generará su propia especialización, su carrera profesional y su colaboración directa y diaria con el resto del equipo de salud; y los farmacéuticos hospitalarios se comunitizarán, cada vez participarán más en la atención a pacientes ambulatorios, en colaboración con los comunitarios y con el resto de profesionales de atención primaria, lo cual ya ha empezado.
AMENAZA DE PROLETARIZACIÓN
Todo esto es previsible que ocurra, pero el problema es el coste que va a tener en la profesión, es decir, si llegaremos de buenas maneras, con todos los problemas inherentes que generan estos cambios, o llegaremos de malas maneras. Y en relación a la farmacia comunitaria, no tanto por la amenaza de la liberalización sino por la amenaza de la proletarización, en la que el farmacéutico pase de ser un profesional liberal a un mero asalariado que no pueda influir sobre su destino. La aceleración de la historia genera una presión evolutiva muy fuerte sobre todos los actores. Cuanto más se demoran los cambios necesarios, más complicado es darlos después en buenas condiciones. La farmacia hospitalaria está marcando el ritmo de estos cambios y la comunitaria, que ya ha perdido varios trenes desde el principio de la crisis, debería hacer suyas estas palabras de Demóstenes: “Todo lo que alguna vez creímos que alguien haría por nosotros resulta que se ha vuelto contra nosotros: el futuro está en nuestras manos y si ahora no queremos luchar tal vez deberemos hacerlo más tarde en peores condiciones”.
Origen: La aceleración de la historia – correofarmacéutico.com