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Patentes y genéricos por el bien del público

380575_387511484635447_47387108_nPastor Roberto Tinoco.- La salud es un gran negocio porque es una gran necesidad. Sin embargo, la investigación y producción de los medicamentos eficaces requiere trabajo e inversión de recursos a gran escala. Gracias a Dios por la ciencia, pues día a día se descubren mejores medicinas para el tratamiento de más enfermedades. Epidemias que destruían pueblos enteros han sido erradicadas y las más temibles enfermedades están convirtiéndose en simples gripes, por decirlo así. Para lograr esto, se ha tenido que luchar entre los laboratorios farmacéuticos que descubren el medicamento y por ende, tienen la patente para su comercialización y los laboratorios genéricos que se nutren a partir del vencimiento de patentes para sacar sus productos intercambiables o similares. Actualmente el laboratorio de patente tiene entre 10 y 20 años para tal comercialización y podría esgrimir el argumento de haber pagado el costo de su descubrimiento; sin embargo, está demostrado que en ese tiempo no sólo recupera, sino se enriquece notablemente con las ventas del fármaco.

En este año vencen 32 patentes, algunas de ellas de tratamientos de enfermedades altamente necesarias y por lo mismo, rentables. Por ejemplo, contra VIH, influenza, enfermedades cardiacas y cáncer, según informa la Gaceta de la Propiedad Industrial del mes pasado. Los principales laboratorios en nuestro país ya se han apuntado para producir dichos fármacos; tan sólo por mencionar uno, para Cialis-tadafil, indicado para tratar la disfunción eréctil, ya hay 14 laboratorios genéricos en México dispuestos a su elaboración genérica. Siendo que en Estados Unidos, México y otros países, se permite que las farmacéuticas que producen a partir de las patentes vencidas, comiencen su creación tres años antes de que venza la patente, el genérico está disponible casi de inmediato al público en cuanto sucede tal vencimiento. Este año se espera que en 48 horas esté disponible al público, quien, dicho sea de paso, es el mayor beneficiado al tener medicamentos con un costo menor hasta del 70 por ciento. Esta es finalmente la razón por la que las patentes tienen fecha de caducidad: El beneficio de la humanidad. Convendría saber cuántos mueren por no tener acceso a medicamentos debido a su costo y por la restricción comercial de la patente, pues 10 años o más resulta un tiempo muy largo y ganancias multimillonarias excesivas. No olvidemos la lección de Martin Skkreli, a quien se le denominó como el hombre más odiado en los Estados Unidos, al subir el precio del Daraprim, medicamento para el tratamiento de personas con el sistema inmune debilitado en un 5,500 por ciento, de 13.50 dólares a ¡750 dólares por pastilla!, cuando él era Presidente de la farmacéutica Turing. ¿La razón? Simple codicia. Por algo las farmacéuticas ganan más dinero que los bancos. Estoy de acuerdo en que tales compañías prosperen y aun se enriquezcan, pero sin que esto implique el perjuicio las personas enfermas. Dios bendiga la medicina y la industria alrededor de ella.

El bien común, de eso se trata o al menos debería tratarse. Por eso me gusta más el Evangelio, como dice la Escritura: Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos (2 Cor. 8:9). Nadie ha dado tanto por tantos y sin esperar nada más allá que amor y gratitud. Jesús es clase aparte y está muy por encima de cualquier otra criatura, especialmente de los que habitamos en carne. Su sacrificio es la salud eterna de todo aquel que le reciba y la bendición de sus palabras y obras no podrán ser aquilatadas con justicia jamás; las cuales, conviene decirlo, no tienen fecha de caducidad ni genéricos.

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