Deseo compartirles la historia de una niña muy especial, como las suyas y las mías, a las que amamos; una niña adorada por sus valientes padres, que tienen una fortaleza espiritual infinita, que les ha sostenido a ellos y a su hija hasta el día de hoy. Ella, su familia, ustedes y yo, todos; merecemos que su historia se conozca! Agradezco tanto la oportunidad de haberlos encontrado en el camino y a ellos les agradezco, la confianza al permitirme contarla.
Laurita vino al mundo para dicha de sus padres, quienes la amaron desde que supieron que vendría y la esperaron con ansias. Nació sana y creció para convertirse en una niña sonriente, dulce, alegre, entusiasta, gentil, amante del ballet y el teatro, y muy aplicada en el colegio. Sus padres orgullosos, la apoyaron en cada empresa que decidió proponerse y una de las últimas que logró realizar fue una presentación en el teatro frente a muchas personas, que significó mucho para ella, estaba emocionada, su actuación fue perfecta… era tan feliz! Ese día sus padres lo recuerdan con melancolía; la recuerdan llena de vida, de salud y de sueños, como era su niña!
Cumplió sus 10 añitos y al estar en el rango de edad correspondiente, el colegio les envió una nota a sus padres para autorizar la aplicación de la vacuna contra el papiloma virus (1)*, pues al colegio acudirían los funcionarios gubernamentales de salud a realizar la jornada de vacunación. Su madre, responsable y diligente, firmó y con ello dio el consentimiento para la aplicación de la vacuna a su hija; confiada y cumpliendo con los llamados innumerables del Estado y los entes respectivos, a través de las férreas campañas de promoción de vacunación. Ella, como la mayoría de nosotros, ignoraba que no es de obligatoria aplicación la vacuna y que tenemos todo el derecho a decidir autorizarla o no; que existen los efectos adversos, que son aquellos que pueden darse y que puede que no estén previstos… en realidad ella carecía de información respecto al virus y la vacuna.
Le aplicaron la vacuna Cervarix, que consistía de tres dosis. Al recibir la primera dosis, Laurita empezó a mostrar síntomas de debilidad y a cambiar. Un mes después, recibe la segunda dosis, y de inmediato comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza intermitentes. Sus padres la llevaron a su médico y les sugirió revisar su visión. Realizada la visita al oftalmólogo, se confirmó que su visión estaba bien. Le suministraron analgésicos para calmar el dolor, pero no mejoró su dolor de cabeza, se hizo permanente.
Al intensificarse, sus padres decidieron llevarla a consulta neurológica. Le ordenaron medicamentos más fuertes, pero Laurita parecía no reaccionar a ellos y su dolor de cabeza se agravaba. La neuróloga recomienda llevarla a consulta odontológica, donde le tratan el padecimiento y le colocan un aparato bucal, que tampoco le ayudó.
Empeoraba la niña y sus padres atormentados e impotentes, le veían aquejada por el dolor que se le tornaba intolerable, al punto que ya no podría culminar la jornada escolar. Constantemente, debían ir por ella al colegio para llevarla a casa, los medicamentos no lograban calmarle. Laurita no dormía por las noches, tampoco tenía calma en el día. Nada le funcionaba y su penuria era perenne. Como acudía al colegio todavía, recibió la tercera dosis. En ese momento, el cuadro de Laurita realmente se agudizó. La hospitalizan para realizarle pruebas especializadas, sin encontrar diagnóstico certero, los médicos concluyen que el dolor es por causa sicosomática; es decir, provocado por la mente. Laurita sale del hospital y regresa a su casa; nunca más al colegio ni a su vida normal.
Transcurren los días y el dolor era tan insoportable y tan cruel, que sufría severas crisis casi convulsionantes. Paido-siquiatras y sicólogos especialistas en dolores sicosomáticos confirmaron que definitivamente el dolor era real, que no se trataba de un dolor causado por motivos sicológicos y que escapaba de sus manos.
Dos meses después, con un evidente proceso de deterioro en curso y con atroces crisis similares a las convulsiones, Laurita vuelve al hospital, para permanecer en él aproximadamente dos fatídicos meses. A su ingreso, estaba presentando una incipiente incontinencia urinaria; pues no lograba sentir la necesidad de evacuación aunque su vejiga funcionaba bien; es decir, iba perdiendo sensibilidad, pero aún hablaba, comprendía, reconocía y recordaba… aún tenía memoria!
Sus médicos manejaron posibles diagnósticos durante esa larga y tormentosa estancia en el hospital, le brindaron atención y tratamiento que resultaron infructuosos. Laurita parecía que partiría, sus martirizados padres refugiados en la fortaleza espiritual, no se permitieron perder la fe y la esperanza en la mejoría de su niña. Algunos de esos tratamientos fueron muy fuertes e invasivos; rompiendo el corazón de sus padres, que los presenciaron sin lograr alivio para su hija, sino por el contrario, ver que se intensificaba su agonía y que casi moría en cada crisis. Qué duros momentos vivió esta familia!
Ya la incontinencia era también fecal, no reconocía a sus padres, no lograba comprender donde estaba; en síntesis, durante esos dos meses aumentó el daño hasta transformarse en una condición de facultades dramáticamente disminuidas. Sin diagnóstico ni explicación para su padecimiento, pero con el dolor ya controlado con el uso de medicamentos; Laurita retorna a su hogar, sin ser la misma, ni volver a serlo después.
Sus padres, incansables ante la situación de su hija, con la esperanza de encontrar un diagnóstico para así lograr el tratamiento adecuado y que regrese su Laurita, continuaron tocando puertas. Ellos son personas sencillas, de condiciones económicas limitadas y algunas de esas puertas costaron mucho dinero, y también mucho esfuerzo para reunirlo, al que se sumaron compañeros de colegio, amistades cercanas y algunas personas que al conocer la historia de esta familia, se solidarizaron con su causa.
Lograron llevar a Laurita a otros países, sin encontrar respuestas definitivas ni determinantes; por ahora solo han logrado descartar que se trate de alguna predisposición o padecimiento genético. Pero siguen intentando, y esperan continuar con otros exámenes pendientes; solos en su afán de búsqueda!
En este escenario surgió la sospecha de que el caso de Laurita se deba a una afectación posiblemente producida por la aplicación de la vacuna contra el papiloma virus, habiéndose iniciado los síntomas y el consecuente proceso de deterioro concordantemente con la aplicación de la misma en sus dosis progresivas; y, ante la situación internacional de casos muy similares en cuanto a síntomas y daños, que también han sido asociados a la aplicación de dicha vacuna. Muchas de las niñas han muerto, otras afrontan daños y condiciones irreversibles.
Al conocer el caso de Laurita, investigué y encontré mucha información en internet sobre posibles afectaciones por la vacuna, demandas, fallos judiciales, testimonios, y hasta organizaciones de familiares de las víctimas en otros países. En nuestro país, Panamá, no se manejan públicamente estos casos de niñas posiblemente afectadas por la aplicación de la mencionada vacuna. De hecho, yo igual que ustedes, desconocía incluso los casos internacionales. Solo he visto los llamados a la campaña de vacunación masiva y la comunicación de las entidades encargadas indicando que a partir del 2016 se extenderá la aplicación a los varones también, al llegar a los diez años.
La familia de Laurita y algunos profesionales médicos que le han atendido tienen fuertes sospechas de que la vacuna le afecto causando los daños que le han degenerado en su condición actual. Hoy en día, ella no logra hablar, ni comprender lo que se le dice, se comunica por señas rudimentarias que logra hacer; debido a la pérdida de memoria no logra retener información ni aprender a comunicarse utilizando el lenguaje de señas, así que no lee ni escribe. Camina con dificultad, ya casi no puede agarrar cosas con sus manitos, lo hace torpemente porque ha perdido también esa movilidad por la debilidad muscular; no puede hacer ninguna de las cosas que antes hacía… es otra!
Laurita cuento tu historia porque ME IMPORTA!!! También porque agradezco haberte conocido y haberme animado a investigar sobre este tema; todos deberiamos y tenemos el derecho a hacerlos… informarnos!
Me sumo al anhelo de tus padres por que encuentren pronto un diagnóstico concluyente, que les permita obtener tratamiento acorde a lo que necesitas y que puedas lograr un grado de recuperación! Que logres sanación y contigo, todos los miembros de tu familia que te aman desmedidamente y que junto a ti se han consumido por un padecimiento al que no pueden identificar, sino solo sufrir su devastación y sacrificarles su vida por amor!!