El whatsapp de la ministra Luisana Melo y el drama de la salud en Venezuela
Mientras el presidente Nicolás Maduro llamaba la atención de un modo verdaderamente dramático sobre el fracaso del 0800SALUD y la tragedia de la distribución de los medicamentos a los venezolanos, la ministra Luisana Melo estaba chateando. Generalmente se chatea en público cabizbajo, cuando se está en un acto público o en algún lugar donde no conviene ser avistado por nadie.
Se chatea de esa manera cuando no está fijada la atención en nadie, ni en nada. Chatear así es un acto de una intimista, única y solemne solitariedad, quizás de una exquisita autointroyección; como decir, “no estoy para nadie”, “estoy muy concentrado(a)”, “no estoy oyendo, después me dicen qué dijo”.
En este caso, tratándose de una autoridad como ella frente al presidente de la República, y siendo Luisana Melo la ministra de Salud a quien el jefe de Estado interpelaba por el fracaso de su gestión, el episodio cobra visos insospechados, temerarios, poco usuales por lo demás en la historia del chavismo y los 17 años de revolución. Por menos o por más, a Hugo Chávez le pasó con un ministro a quien despidió sin nombrarlo.
Lo hizo sustituyéndolo por otro sin mencionar el nombre del primero, sí del nuevo titular. Tenemos ministros que no han aprendido ni siquiera a disimular.
Tan fácil que le resulta a otros, que quieren relacionarse con Francia y el mundo e inventan acertijos, se van por las ramas, vuelan alto sin que nadie los vea, van y vienen de viaje al exterior y casi nadie les llama la atención sobre lo que significan viáticos en euros y los tiempos ausentes, mientras el país se bate en una guerra casi ciega para obtener bolsas de alimentos y salir premiado con un medicamento esencial.
Lo de la ministra Melo no tiene nombre. Al menos el vicepresidente Arreaza miró al Presidente y espabiló, tal vez de sorpresa, pero dio parte de su cara, de su cuota de responsabilidad en el desastre con un simple y fugaz gesto, con un movimiento leve de sus párpados, mientras el país contemplaba la transmisión con la cara perpleja y la gente allí aplaudía frenéticamente al presidente Maduro.
La salud es un derecho humano universal. Que no lo pisoteen
Acaso rondará alguna sombra en la Torre Sur, ese gran Elefante Blanco, orgullo de Ramos Allup y de Acción Democrática. Elefante no precisamente bocarriba.
El primer mandatario -en ese acto insólito- recordó los ingentes esfuerzos que desde su Despacho se articularon para abordar un tema que, como muchos hemos señalado, ha sido blanco de ataque de especuladores, bachaqueros, comerciantes de la salud y agentes desestabilizadores. Evocó al Comandante Chávez: su legado en esta materia, la creación de Barrio Adentro.
Lo que ha ocurrido con la salud es un tema grave, muy grave. Para neurotizar a una sociedad y llevarla a las más bajas pasiones, sólo basta con enajenarla de los recursos básicos de alimentación y de asistencia sanitaria.
En un escenario como ese, sin duda, que las contradicciones y errores estructurales aparecen en alto contraste. Y asistimos espantados a la transmisión en vivo de cómo un líder político ejerce la autocrítica públicamente, mientras la ministra de salud sigue atenta a su cuenta de whatsapp.
Pero la clave -y de allí la pregunta que titula la crónica- no está en unos ministros indolentes y adictos a los grupos del chat. La vuelta de tuerca radica en la propuesta de dejar en manos del Poder Popular el 800SALUD y el Sefar.
Pero, también, darle lugar a retomar el espíritu comunitario que se nucleó alrededor de Barrio Adentro, en los territorios, es decir, en las áreas de salud integral comunitaria, las ASIC, abrirse a posibilidades de distribución al detal de medicamentos en los barrios, y retomar la dignidad de ese espacio de construcción socialista escuchando la Contraloría Social, como la concibió el Comandante Chávez.
Estoy seguro de que Nicolás Maduro no está solo en esa idea. Al menos en esa batalla -capaz la última- por retomar el camino que un día nos hizo célebres: salud para el pueblo, desde el corazón del pueblo.
El ejemplo lo dan los médicos de la emergencia pediátrica del hospital Victorino Santaella, en Los Teques, quienes a pesar de la ineptitud de sus directores y responsables directos en el MPPS no van a permitir que se cierre el centro de asistencia. O los médicos integrales, 5 mil 16 especialistas que el 8 de octubre saldrán a los barrios de Caracas y Venezuela a retomar la ofensiva que un día comenzó con decisión y firmeza Hugo Chávez.
Presidente Nicolás: siga adelante que el pueblo lo sigue de cerca, sobre todo cuando su firmeza y coraje nos acerca en la memoria y en el espejo al gran constructor de este sueño bolivariano.
La salud es un derecho humano universal. Que no lo pisoteen.
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