Dr. Juan Francisco Peña Cardelles
“A los amigos, como a los dientes, los vamos perdiendo con los años, no siempre sin dolor.” Santiago Ramón y Cajal.
La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la II Reunión Científica de Patología Oral y Dolor Orofacial en el Hospital Clínico San Carlos, en el que tuvieron lugar conferencias por parte de especialistas en geriatría con gran experiencia en el manejo farmacológico del paciente anciano. Me gustaría aprovechar el artículo de hoy para destacar algunas cosas que nos viene bien saber para nuestra práctica en el día a día en la consulta.
Tenemos que tener siempre presente que el dolor en la actualidad, es un síntoma que podemos manejar y ahorrarle al paciente, no es necesario que el paciente “aguante” el dolor, y tenemos que ser capaces de tratar dicho dolor.
Cuántas veces ha ocurrido que le recetas a un paciente fármacos analgésicos para evitar un dolor postoperatorio, o para disminuir este síntoma en una infección, y de forma muy natural, como si fuese algo ya normal en su vida, te dice, doctor no hace falta, yo lo aguanto, no suelo tomar pastillas para el dolor.
Los pacientes tienen este comportamiento por el miedo a los posibles efectos secundarios de estos fármacos o porque ya toman demasiadas pastillas todas las mañanas en el desayuno como para añadir otra más. Es importante que seamos capaces de comunicarnos correctamente con los pacientes y transmitirles que no tienen por qué aguantar el dolor y que ese fármaco que le recetamos no va a interferir o a empeorar su estado general.
Algunos detalles que me gustaría destacar para nosotros, los profesionales, es que debemos intentar valorar siempre el dolor, de forma que podamos evaluarlo en el tiempo, una práctica que voy a intentar incorporar a mi rutina diaria es por ejemplo el uso de la Escala Visual Analógica (EVA), muy sencilla y efectiva para conocer el dolor del paciente.
Además, me gustaría añadir que estamos muy acostumbrados a defendernos del dolor con el uso de los AINEs, un dato interesante que aprendí la semana pasada es que ibuprofeno en dosis de 400 mg tiene el mismo efecto analgésico que en dosis de 600 mg, por lo tanto, disminuyendo un poco esta posología, seremos capaces de tratar de igual forma el dolor y evitaremos los efectos secundarios o adversos que se podrían presentar, como pueden ser en los pacientes con patología gastrointestinal, cardíaca o renal.
Por último, aprovecho para nombrar a los tan temidos opiodes, temidos para nosotros por sus efectos secundarios, pero que tenemos que conocerlos y ser capaces de manejarlos si queremos ayudar a los pacientes con un umbral del dolor más bajo de lo normal o dolores no controlables con los AINEs.