Un estudio desvela el desconocimiento por parte de los usuarios de los servicios que los boticarios pueden ofrecer
Uno de los países en los que la farmacia española se mira, de cara a la asistencialidad y a la oferta de servicios remunerados en las boticas, es Escocia. Son varias las peculiaridades que caracterizan al país británico respecto a sus ‘hermanos’ ingleses. En cualquier caso, lo que han desvelado los resultados de una reciente encuesta es la falta de conciencia pública sobre lo que un farmacéutico puede ofrecer. Así lo pone de relieve el primer informe del Panel de Ciudadanos del Consejo de Salud de Escocia.
Aunque el farmacéutico es el especialista en medicamentos, los ciudadanos tienen una reducida conciencia de ello. De hecho, sólo el cuatro por ciento de los encuestados dijo que “siempre” consultaría a un farmacéutico para obtener consejos sobre medicamentos, mientras que un cinco por ciento dijo que nunca “consultaría” a este profesional. Esto es así a pesar de que el contacto cara a cara es el método preferido para recibir consejos sobre medicamentos. El 64 por ciento de los pacientes indican que les gustaría más averiguarlo de ese modo que por otra vía.
Los datos nacen del panel escocés denominado ‘Nuestra Voz’ (Our Voice, en inglés), cuyos 1.291 miembros, respondieron a preguntas sobre asistencia social, odontología y sobre el uso de medicamentos y los servicios de farmacia. Se trata de la primera de las tres o cuatro encuestas anuales que esperan realizar. Según los datos recabados, sólo la mitad de los encuestados sabía que la legislación reciente permite a muchos farmacéuticos, los que adquieren esa formación, pueden prescribir medicamentos en Escocia.
Hay que recordar que los farmacéuticos escoceses se preparan durante cinco años para ser expertos en medicamentos. Y, desde 2006, también pueden realizar formación de postgrado y esto les permite ser prescriptores independientes igual que sucede con algunas enfermeras. Además, en torno a un 25 por ciento de los farmacéuticos que trabaja en centros de salud y hospitales públicos en Escocia tienen esta calificación, y con ello ayudan a reducir la congestión en las consultas de atención primaria.
Otros datos que ha sacado a relucir la encuesta ‘Nuestra voz’ es que tan solo un 13 por ciento de los ciudadanos escoceses están al tanto de la existencia del esquema de ‘Tarjeta amarilla’, que permite a las personas y profesionales informar de los efectos secundarios de los medicamentos a través de un sistema de farmacovigilancia como el que existe en España. Aquí, desde julio de 2012, también los pacientes pueden notificar reacciones adversas a fármacos a la Agencia Española de Medicamentos y productos Sanitarios (Aemps).
En el caso de Escocia, del 53 por ciento que había experimentado efectos secundarios al tomar su medicación, solamente un uno por ciento utilizó este sistema de la tarjeta amarilla, respecto al 80 por ciento que se lo transmitió a su médico de cabecera. La encuesta también reveló que el médico de cabecera era la fuente más popular de asesoramiento en relación a las cuestiones de apoyo a la asistencia social.
Respecto a lo que significa este documento, Sandra McDougall, directora interina del Consejo de Salud de Escocia, valoró muy positivamente el papel del Panel de Ciudadanos, que puede ayudar a promover el rol público del boticario en la mejora de los servicios de salud y de asistencia social en Escocia. “Nuestro primer informe destaca el papel cambiante del farmacéutico en impulsar mejoras en la forma en que usamos los medicamentos. Esperamos que esto pueda aumentar la conciencia del papel del farmacéutico en la prescripción de medicamentos y el asesoramiento a los pacientes “, explicó. Por todo ello, Escocia, que es un ejemplo a seguir en lo que los boticarios pueden ofrecer, tiene trabajo por delante para que la población sea consciente de ello.
Origen: Solo la mitad de los pacientes escoceses saben que sus farmacéuticos pueden prescribir