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Parece calcio pero mata tumores

Es un radiofármaco que se aplica en casos de cáncer de próstata con metástasis óseas. Afirman que reduce el dolor y prolonga la vida.

Los nuevos medicamentos contra el cáncer abren frentes más originales para el tratamiento de la enfermedad y también trazan fronteras más lejanas: actualmente hay cada vez más opciones para pacientes en quienes el cáncer se repite (recidivas), o ya está diseminado y avanzado (metástasis) en el momento del diagnóstico. Ya no se trata de ofrecer únicamente posibilidades de curación o remisión en casos en que los tumores se detectan en forma temprana sino también brindar posibilidades que alargan la sobrevida en buenas condiciones a quienes viven con cáncer.Un ejemplo de estas alternativas novedosas es Radium 223 Dichloride, un radiofármaco emisor de partículas alfa —el primero de su clase en el mundo— que se aplica en cáncer de próstata: “Es para pacientes en quienes la enfermedad regresa (recidiva), o bien muestra metástasis óseas en el momento del diagnóstico o que no responde al tratamiento hormonal, ya sea farmacológico o quirúrgico”, explicó el doctor Juan Pablo Sade, que integra el Departamento de Oncología Génito Urinaria del Instituto Alexander Fleming.

La mayoría de los tumores de próstata se diagnostican cuando están limitados a la glándula y tienen buenas posibilidades de curación. Una forma de ponerle un freno es desabastecerlo de su principal “combustible”: la testosterona, que es “la” hormona masculina. La relación entre este cáncer y la testosterona —que se conoce desde 1966 y le valió el Nobel a Charles Huggins— permitió diseñar tratamientos como las terapias antiandrogénicas o la orquiectomía (la castración quirúrgica), que detienen el cáncer. Sin embargo, aun con bajísimos niveles de testosterona, las células tumorales pueden adaptarse a ese ambiente hostil y regresar. Allí se presenta entonces el cáncer de próstata resistente a la castración, que puede ser química o quirúrgica.

“En estas situaciones, en que además hay metástasis óseas en más del 90 por ciento de los casos, es que está indicado este radiofármaco —añade Sade—. Se aplica en forma endovenosa (como si fuera un suero), cada 28 días y durante 6 meses. Reduce el dolor, el riesgo de fracturas y el ritmo de progresión de la enfermedad”.

La diseminación del cáncer a los huesos está asociadas a una peor calidad de vida, mayor riesgo de fracturas de cadera, de vértebras y de fémur, dolor debilitante, problemas posturales y deformidad ósea, depresión y mayor mortalidad.

El especialista afirmó que este radiofármaco reemplazó al Samario y el Estroncio, “que eran mucho más tóxicos, menos tolerados y efectivos. En este caso, Radium 223 actúa como un calcio mimético: deposita en el hueso una sustancia que actúa como si fuera calcio y una vez que se posa allí empieza a emitir partículas alfa que destruyen las células tumorales que han anidado en el hueso. Es bien selectivo: va donde están localizadas las células tumorales y minimiza el daño al tejido circundante. Por eso tiene baja toxicidad y menos efectos adversos”, puntualizó.

Actualmente, la farmacéutica que produce el radiofármaco lleva adelante un estudio en fase 3 en pacientes con cáncer de próstata con metástasis óseas pero sin síntomas para probar la eficacia del nuevo tratamiento en estadios más tempranos de la enfermedad, con miras a su aprobación en 2020.

Cada aplicación, que se utiliza en el país desde hace poco, cuesta unos 7.000 pesos y según el doctor Juan Pablo Sade es reconocida por las principales obras sociales y prepagas. “Lo estamos utilizando cada vez más y con buenos resultados —asegura—. En estos estadíos de la enfermedad no existe la curación. Por lo tanto, es un paliativo. Pero siempre le explico a los pacientes que, por definición, todo lo que no es curativo es paliativo. Aunque en este caso no se trata de un paliativo para vivir algunos días más libres de dolor. Es muy superior a eso”.

Estadísticas

Según datos del Ministerio de Salud, el tumor de próstata es el tercero en mortalidad entre los varones de nuestro país (luego del cáncer de pulmón y colorectal), se cobra unas 3700 víctimas fatales cada año y representa el 12% de las muertes por causa oncológica, unas 60 mil anuales.

La prevalencia de la enfermedad, que es más frecuente a partir de los 50 años y aumenta especialmente luego de los 65, es de 440 casos por cada millón de habitantes. Se estima que dos tercios de los hombres mayores de 65 años tendrán cáncer de próstata. El riesgo aumenta al doble si algún familiar directo (padre, hermano) tiene o tuvo la enfermedad.

En la mayoría de los casos, el cáncer se diagnostica cuando todavía está circunscripta a la glándula prostática y tiene altas chances de curación. Sin embargo, en alrededor del 5% de los casos, el diagnóstico llega cuando el cáncer ya se diseminó. La mayoría de las metástasis en cáncer de próstata van hacia los huesos y causan fracturas, dolor, debilidad, depresión, rápida progresión de la enfermedad y muy baja calidad de vida.

A partir de los 50 años (o antes en casos de cáncer de próstata en familiares cercanos), se aconseja la realización de dos exámenes anuales para detectarlo en forma temprana: el antígeno prostático específico (PSA por su sigla en inglés) dosado en sangre y el examen digital del recto o tacto rectal.

Origen: Parece calcio pero mata tumores

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