Vaginitis y vaginosis: más allá de los medicamentos
El autor explica que muchas mujeres saben reconocer los síntomas de una infección vaginal porque las han sufrido en repetidas ocasiones y por eso se automedican con el reisgo que eso conlleva.
Por: Manuel Marcos.
Definimos la vaginitis o vulvovaginitis como un estado inflamatorio de la mucosa de vulva y vagina que puede estar relacionado con microorganismos, con alteraciones dermatológicas en la zona y con trastornos tróficos. En cambio, la vaginosis bacteriana se produce cuando existe una alteración en la composición del ecosistema bacteriano vaginal (microbiota vaginal) con una disminución de las bacterias productoras de ácido láctico (lactobacilos) y un aumento en el numero y diversidad de bacterias anaerobias como la Gardnerella.
Los principales rasgos clínicos de la vaginitis son en la vulva: eritema, edema, lesiones de rascado, apergaminamiento del epitelio, fisuras…, y en la vagina, leucorrea con patrones variados en función de la etiología, inflamación de la mucosa vaginal.
Las mujeres saben cuando tienen una infección vaginal e incluso en un alto porcentaje de ellas es capaz de reconocer empíricamente el origen etiológico. Esto hace que en muchas ocasiones se automediquen. Y aquí radica el problema, porque una vez realizado un tratamiento sin sustrato de cultivo de exudado vaginal previo, la terapia puede negativizar el cultivo realizado posteriormente y, entonces, sí que se inicia un peregrinaje de medicamentos hasta conseguir acertar con el adecuado. Por tanto, lo primero que hay que hacer, y así debería abordarse en las campañas de información, es acudir al médico para hacer un cultivo vaginal.
No hay que olvidar el desconcierto que produce una vulvovaginitis en algunas mujeres, que pueden pensar que padecen una enfermedad de transmisión sexual, y las repercusiones que en la relación de pareja puedan tener.
Las vaginitis y vaginosis suponen el 20 por ciento de motivos de consulta ginecológica. De tal modo que de todas las mujeres de más de 40 años, un 75 por ciento han tenido un episodio en su vida, un 50 por ciento más de uno y un 10 por ciento han padecido una vaginitis crónica recidivante (más de tres episodios al año), como indica la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) .
Ante una infección vulvovaginal el primer paso será el tratamiento. Ahora bien, si no se recupera el equilibrio de la flora vaginal, hasta un 30 por cientorepiten. Por tanto, tras la terapia debemos repoblar la flora vaginal en busca de un equilibrio en la microbiota. El grupo de trabajo sobre probioticos de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) de la SEGO, emitió las siguientes conclusiones: que la microbiota autóctona preserva a la vagina de patologías infecciosas y que los probioticos son efectivos como coadyuvantes en las infecciones vaginales más frecuentesporque mejoran las tasas de curación, disminuyen las recurrencias en vaginosis bacteriana, disminuyen las recurrencias en infecciones del tracto urinario y mejoran las tasas de curación en vulvovaginitis candidiásica.
En todos los casos se pueden usar probióticos asociados y preventivos en aquellas circunstancias de mayor susceptibilidad, como es el uso de antibióticos, historia de episodios anteriores confirmados.
En cuanto a los activos cosméticos recomendados para la higiene íntima de la zona vulvovaginal debemos recomendar los syndet, ya que presentan una excelente compatibilidad con la piel dejándola suave y sin irritación. A ello puede añadírsele bardana, aloe vera, camomila, etc.
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