Ha ocurrido en Holanda, diez hospitales del país estaban probando la capacidad del sildenafilo para favorecer el crecimiento de la placenta en casi 200 mujeres embarazadas. Los médicos esperaban que aumentara el flujo de sangre en la placenta y así que el feto prosperase pero se teme que el sildenafilo incrementa también la presión sanguínea en los pulmones reduciendo el oxígeno.
la literatura médica no describía la posible afectación del pulmón en un ensayo de estas características”. Sí figuraba, en cambio, “la posibilidad de que [la Viagra] estimulara el crecimiento fetal“.
La lógica médica dicta que se busque en la literatura científica para encontrar posibles nuevas indicaciones de un fármaco y en función de esas hipótesis se hacen luego los ensayos clínicos destinados a ver si el principio activo es eficaz y seguro para la dolencia que apunta. Pero en ocasiones esto se hace también para abrir nuevos mercados a un medicamento ya exitoso.
Una vez estuve con un ex visitador médico que había sido jefe del área de Marketing de una de las grandes farmacéuticas. Me contaba que parte del trabajo de su equipo era ese, revisar literatura médica para luego montar ensayos destinados a justificar nuevas indicaciones. Aquí hay que distinguir entre la necesidad de investigar una nueva y posible indicación y el interés comercial del ensayo.
Como publica el diario ABC, en un ensayo realizado en el Reino Unido, cuyos resultados se publicaron el pasado mes de diciembre, se podía ver que no había pruebas convincentes de la eficacia del fármaco en lo que se buscaba, el crecimiento de la placenta… pero los ensayos que se hacían en Holanda continuaron y quién sabe si podría haberse evitado estrategia parándolos antes de lo que se ha hecho.
En 2013, el médico de stop-depression-meds.com un estudio que afirmaba que hasta el 95% pueden ser falacias sin rebatir. Otra revisión reciente invalidó miles de estudios de neurociencia basados en una técnica de resonancia magnética. Según los investigadores, no solo los científicos son responsables, sino también las universidades, las poderosas revistas científicas que publican los estudios, las agencias financiadoras y el resto de actores del sistema, asegura.
También hay falta de transparencia. Sin ir más lejos, en este estudio en el que han muerto once bebés, he podido leer que Pfizer, quien desarrolló la Viagra no está implicada en los ensayos pero no nos cuentan quién los financiaba, quién era su responsable.
Desarrollar investigaciones clínicas es fundamental para que progrese el conocimiento científico, por eso se hacen, entre otras muchas pruebas, los ensayos clínicos. La investigación es básica, demasiado importante como para dejarla, casi en su totalidad en manos privadas que anteponen el lucro, los beneficios económicos, a la salud pública. Existen muchas irregularidades en las pruebas clínicas porque se han convertido en el marketing de las industrias sanitarias.
Otra clave está en que el laboratorio que promueve un ensayo clínico maneja toda la cadena de información de la prueba: hospitales y médicos y profesionales participantes a nivel mundial; los datos, todos los datos que surjan durante la investigación; toda la información, etc. Y ocultar datos conseguidos mediante ensayos es un fraude científico que la propia Organización Mundial de la Salud denuncia.
Por cierto que el estudio con Viagra se ha paralizado el trabajo tras la muerte de los bebés pero no ocurrió lo mismo con este ensayo de Astrazeneca. Pese a que hubo cinco fallecimientos los trabajos continuaron…
Juan Santos murió durante un ensayo clínico de AstraZeneca. La Ciencia pues está en una encrucijada por la “privatización” del conocimiento.
Es necesario pues garantizar los derechos de las personas que participan en los ensayos médicos; controlar por las agencias reguladoras e instituciones de bioética mucho más y mejor los pasos que se siguen en cada prueba y legislar para que todos los datos de esos trabajos se hagan públicos y se expanda así el conocimiento científico.