El escándalo del cáncer y las medicinas para la presión
Por Fernando Cabanillas
A mediados de julio de 2018 explotó una inquietante noticia: muchas de las medicinas más populares para tratar la hipertensión arterial (alta presión), conocidas como los “ARB” en inglés, estaban “contaminadas” con un cancerígeno. Los nombres genéricos de esos valiosos medicamentos todos terminan en “sartan”: valsartan, losartan, irbesartan, y olmesartan. La historia detrás de este escándalo, además de interesante, es repugnante.
El problema se originó en China, cuando la compañía Zhejian Huahai Pharmaceuticals, con el propósito de abaratar el costo de producción y sin notificarle a nadie, cambió el proceso de manufactura del valsartan. El nuevo método de producción creó un cancerígeno llamado NDMA. Este fenómeno ocurrió en 2012, pero no fue hasta 2018 que la agencia FDA de EE.UU. se percató que muchos de los genéricos de valsartan contenían el cancerígeno, que es muy parecido al que está presente en las carnes procesadas tales como los embutidos. Debido a que la compañía china le suple el ingrediente activo a un buen número de las compañías genéricas del mundo, que luego lo usan para producir valsartan, el problema alcanzó una magnitud muy seria.
Como otra compañía, “Hetero”, producía valsartan con ingredientes de la India, se pensó que al provenir de otro lugar sería seguro, pero resulta que los indios ya se habían enterado del “secreto” de los chinos y su valsartan también estaba contaminado con el cancerígeno. El secreto se convirtió en una complicación de carácter mundial y tuvieron que retirar del mercado casi todo el valsartan genérico.
Para reemplazar el valsartan, contábamos con otros “sartanes” como el popular irbesartan, cuyo mayor distribuidor es una compañía norteamericana, ScieGen. Pero resulta que esta compañía solo distribuye el medicamento, y la manufactura del producto se hace en la India. Como se temía, se encontró que ese medicamento contenía otro carcinógeno parecido. La lista se fue achicando, quedando entonces tres sartanes como alternativa: losartan, olmesartan y candesartan, pero la FDA sabía que losartan también era manufacturado en China por la misma compañía, y descubrió que contenía la misma peligrosa sustancia. Los únicos de estos sartanes que no se han incluido en la lista de delincuentes son candesartan (el genérico de Atacand) y el mucho menos popular olmesartan. A mí me parece un tanto chocante que ningún candesartan genérico contenga el cancerígeno, ya que una de las compañías manufactureras de este fármaco es dueña de otra compañía en India, que le produce genéricos y ha sido implicadaen esta maraña.
¿Qué alternativas tienen los consumidores de “sartanes”? Pues existen varias. Por el momento se supone que pueden usar candesartan genérico o pueden considerar irbesartan-HCTZ, un genérico producido por West Ward Pharmaceuticals, una compañía norteamericana cuyos productos se fabrican totalmente en EE.UU. y no contienen cancerígenos. Otra alternativa es usar el sartan original “de marca”, no el genérico. El problema es que las aseguradoras solo pagan por los genéricos. Por supuesto, todos deben consultar con su médico antes de cambiar de medicamento.
En lo que resuelven esto con su médico, no deben parar su tratamiento con el sartan que sea que estén tomando, porque corren el riesgo de que se les descontrole la presión y sufran de un derrame cerebral. El carcinógeno involucrado no es tan potente como para causar la enfermedad en pocos días.
Me explico. El consumir por seis años la dosis más alta del valsartan proveniente de la compañía china, el cual contiene los niveles del carcinógeno más altos, se calcula que resultaría en 22 casos adicionales de cáncer por cada 100,000 personas. El carcinógeno de los genéricos indios es todavía menos potente. Se calcula que este causaría solo 8 casos adicionales por cada 100,000 pacientes.
En medio de este lío, a varios millones de pacientes bajo terapia con “sartanes”, se les cambió su tratamiento a un medicamento de otra familia de fármacos conocidos como “ACE inhibitors” en inglés. En esta familia se encuentran todos los medicamentos que terminan en pril: benazepril, lisinopril, y ramipril. Cuando ya estaban todos felices con sus “prils”, salió otra alerta preocupante: los “prils” aumentan la incidencia de cáncer de pulmón. ¿Cómo determinaron esto? En un estudio publicado en British Medical Journal, investigadores canadienses revisaron casi un millón de expedientes médicos para comparar la incidencia de cáncer en pacientes tratados con diferentes medicamentos para la presión alta. Descubrieron que después de cinco años tomando algún “pril” tenían un riesgo 14% más alto de contraer cáncer de pulmón, y después de 10 años de consumo, ese riesgo aumentaba a 32%.
El artículo es acompañado por un editorial de Alan Woodall, MBChB, MPH, PhD, quien intentó minimizar el riesgo, calculando que de cada 2,500 personas que reciben un “pril”, solo a uno le va a dar cáncer de pulmón por causa del medicamento… pero el uso de estas medicinas es de por vida. A los 10 años de consumo el riesgo aumenta a 2 personas por cada 2,500. ¿Y cuánto sería a los 25 años? Aunque esa cifra parece baja, a pocos nos interesa jugar ruleta rusa aun cuando el revolver tenga capacidad para 2,500 balas… y solo esté cargado con 2.
Este problema con los “prils” no está ligado a ninguna complicación con la manufactura de la droga, como sucede con los “sartanes”, sino que el medicamento en sí produce dos sustancias que se depositan en el pulmón y pueden promover el cáncer en ese órgano. A pesar de que el riesgo de cáncer con los “prils” es todavía mayor que con los “sartanes”, estos no han sido retirados del mercado porque se piensa que el nivel de evidencia que provee ese tipo de análisis no es suficiente.
¿Quién es el culpable del enredo de los “sartanes”? Sin duda, algunos señalarán al FDA por falta de supervisión, pero la realidad es que esa labor de inspeccionar casi 10,000 medicamentos, no solo de los EE.UU., sino también de países extranjeros, no es nada fácil. Es algo similar al problema con los aviones Boeing 737 max, rediseñados para mayor eficiencia. ¿Quién es responsable por la falla mecánica que ha matado 346 personas? Es muy sencillo señalar como culpable a la compañía Boeing, pero es casi imposible determinar si el cáncer de un individuo es debido a un medicamento carcinogénico u ocurrió al azar. No obstante, proliferarán las demandas…y por buen rato, porque como decimos jocosamente, un mal abogado permite que un caso se prolongue durante varios años…mientras que un buen abogado puede extenderlo eternamente.
En fin, quizás sea más conveniente conseguirse un perro… eso supuestamente ayuda a mantener la presión saludable…pero no lo compre, adóptelo, y no le diga a su médico que yo le recomendé esto, ni mucho menos se le ocurra abandonar sus medicinas.
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