Científicos de la Universidad de Aix-Marsella, Francia, descubrieron que algunas cepas del nuevo coronavirus pueden sobrevivir a su exposición prolongada a altas temperaturas. Los resultados del estudio fueron publicados en el portal especializado BioRxiv.
Así, tras someter el virus a 60 grados Celsius durante una hora, algunas cepas aún podían replicarse, por lo que los expertos tuvieron que llevar la temperatura casi al punto de ebullición para matarlas por completo.
“Solo el protocolo de 92 grados Celsius, durante 15 minutos, fue capaz de inactivar totalmente el virus”, señalaron los autores en el estudio. Otros dos protocolos, a 56 y a 60 grados y aplicados durante 60 minutos, lograron “una clara disminución de la infecciosidad”, que sin embargo se mantuvo latente.
Para su investigación, los científicos infectaron células renales de un mono con una cepa aislada de un paciente de Alemania. Posteriormente, las colocaron en tubos de ensayo con dos entornos diferentes: uno ‘limpio’ y con ambiente puro y otro ‘sucio’, con las proteínas animales, para simular la contaminación biológica de las muestras en la vida real.
Después del calentamiento, las cepas virales en el ambiente ‘limpio’ se desactivaron completamente. Sin embargo, algunas cepas de las muestras ‘sucias’ sobrevivieron, siendo capaces de comenzar una nueva ronda de infección.
Los autores agregaron que el hallazgo tiene implicaciones para la seguridad de los técnicos de laboratorio que trabajan con el SARS-CoV-2, responsable del brote de covid-19 a nivel mundial. Por lo tanto, sugirieron añadir ciertos productos químicos en los procedimientos rutinarios para reducir los riesgos de infección.
Origen: Científicos descubren que el nuevo coronavirus puede sobrevivir incluso a más de 60 grados – RT
No existe una medicina específica para atacar al SARS-CoV-2 y por este motivo se utilizan diversas terapias para mejorar los síntomas de los pacientes. El 85% de los que se encuentran en China, reciben tratamientos de medicina tradicional china (MTC). Estas técnicas fueron analizadas recientemente en un estudio realizado en la Universidad de Macao, en China. En él se permitió identificar los mecanismos mediante los cuales los resultados fueron positivos, así como las hierbas que fueron utilizadas. ¿Cómo son estos tratamientos contra el coronavirus?
Estudio sobre la Medicina Tradicional China para el coronavirus
El Instituto de Ciencias Médicas Chinas ha publicado un estudio que analiza las pruebas clínicas que muestran los beneficios de la medicina tradicional china en pacientes infectados con coronavirus. Estos estudios han identificado el mecanismo mediante el cual estas terapias han sido positivas y, además, han hallado nuevos “compuestos naturales con actividad antico coronavírica”.
Debido a la falta de un tratamiento específico, actualmente se utiliza atención de apoyo al infectado y se le suministra una combinación de antibióticos de acción antiviral, plasma convaleciente y corticosteroides. Se utilizó ribavirina, pero causa efectos secundarios y remdesivir intravenoso, el que se encuentra bajo estudio.
Los pacientes también han recibido Medicina Tradicional China, pues ya se había utilizado en el tratamiento del brote del SARS-CoV en el año 2002 y los estudios han concluido que es beneficioso para el tratamiento del SRAS.
Se informó que, durante el brote, 1063 voluntarios (926 trabajadores de la salud y 37 técnicos de laboratorio de alto riesgo), utilizaron un extracto de hierbas de MTC. Del grupo de control, se infectó el 0,4% y de los voluntarios, ninguno se infectó.
En un estudio clínico sobre el SARS, el tratamiento provocó una mejoría notoria de los síntomas y acortó el tiempo de infección. En otra investigación, se halló que la glicirricina (raíz de regaliz), el activo principal de una medicina herbal china, inhibió los aislados de SARS de forma muy potente. Otro estudio logró confirmar la actividad antivírica de la hierba, así como la capacidad de la inhibición de la catepsina L de baicalina, otro medicamento herbario.
¿Es eficaz la Medicina Tradicional China (MCT) para el coronavirus?
El gobierno chino ha declarado de forma oficial que la MTC debe utilizarse en los tratamientos, en combinación con las terapias convencionales. La Comisión Nacional de Salud de la República Popular de China informó que se han recomendado diferentes medicamentos herbarios para el tratamiento de COVID-19.
Algunas de las hierbas más utilizadas son:
Agastache rugosa
Fructus forsythia
Atractylodis Rhizoma
Glycyrrhizae uralensis
Cyrtomium
Astragalus membranaceus
Saposhnikoviae divaricata
Radix platycodonis
Lonicerae Japonicae Flos
Rhizoma Atractylodis Macrocephalae
Se publicarán más estudios experimentales sobre el tratamiento de coronavirus con Medicina Tradicional China. Hasta el momento, han demostrado que muchas de estas hierbas contienen mutágenos y nefrotoxinas, pero pueden interactuar con los medicamentos convencionales. Por lo tanto, la seguridad de sus usos para el COVID-19 debe analizarse cuidadosamente.
Origen: El 85% de los pacientes en China reciben medicamentos herbales para el coronavirus
Organizamos continuamente maniobras de la OTAN para protegernos de un hipotético enemigo, que en esta prolongación artificial de la Guerra Fría no puede ser otro que Rusia, y, sin embargo, no estábamos preparados para esa otra “guerra” que dicen los políticos.
¿Por qué ha pillado tan desprevenidos a nuestros gobiernos la epidemia del coronavirus, precedida como ha estado en las últimas décadas de otras graves epidemias: la de la gripe aviaria, la del SARS, la del MERS?
Nos enteramos por la prensa de que hace ya ocho años, el instituto Robert Koch realizó un estudio sobre el hipotético estallido de una epidemia en Alemania que, a la vista de lo que ocurre hoy, parece premonitorio.
Los expertos, que bautizaron a ese bacilo ficticio con el nombre de “Modi-Sars”, en referencia al síndrome respiratorio agudo severo, describieron incluso su sintomatología, que se parece muchísimo al del actual Covid-19.
“Los síntomas, escribieron entonces, son fiebre y tos seca; la mayoría de los pacientes tienen problemas para respirar, y en las radiografías se detectan modificaciones pulmonares”.
Cada persona contagiada infectaría a otras tres como media y desde el contagio hasta que se manifestase la enfermedad podrían transcurrir entre dos días y dos semanas.
Ni siquiera se equivocaron mucho los autores del estudio en sus previsiones sobre el origen geográfico de la epidemia: ese virus ficticio, transmitido del animal al hombre, procedería de un mercado del sureste asiático.
Se extendería luego rápidamente por todo el mundo, de modo especial por Asia, América del Norte y Europa, y llegaría a Alemania en solo cuestión de semanas a partir de su descubrimiento.
En el peor escenario previsto, el Modi-Sars sería aún más letal que el actual coronavirus y acabaría con hasta siete millones de vidas solo en Alemania. Pasarían además tres años hasta que se diese con una vacuna eficaz.
Es cierto que los autores no preveían cuándo se produciría una pandemia de tal magnitud y hablaban de que podría ocurrir en un siglo o en diez siglos. Tal vez por eso, los políticos no se lo tomaron demasiado en serio.
Pero los virus no avisan y el Covid-19 está ya entre nosotros sin que las autoridades sanitarias, ni las nacionales ni las europeas ni las norteamericanas, hubieran previsto nada para hacerle frente.
Les gusta a los políticos hablar de “guerra” contra el virus, pero se han olvidado olímpicamente de una de las máximas de la guerra: la que expresa la frase latina Se vis pacem, para bellum (es decir: si quieres la paz, prepárate para la guerra).
Nadie estaba en efecto preparado, nadie había hecho provisión de todo lo necesario para mitigar los efectos letales de una catástrofe de ese tipo: mascarillas y uniformes protectores, respiradores, camas de UCI. Pero también personal sanitario especializado.
No se entiende que los países de la UE no prestaran mayor atención a aquel estudio científico de uno de sus miembros, que no se compartieran sus previsiones, no se debatiera, al menos que uno sepa, ni se sacaran las debidas conclusiones.
Argumentan algunos que la Unión Europea no es un Estado y que corresponde solo a cada país miembro tomar las medidas que considere oportunas para luchar como mejor pueda contra la epidemia.
No hay departamentos de sanidad, ni hospitales, ni laboratorios paneuropeos. Pero las epidemias no respetan las fronteras, y sería absolutamente necesaria una coordinación mucho más estrecha en ese combate que nos afecta a todos.
Ahora vemos cómo los países, en lugar de cooperar, tienen que competir entre sí para adquirir fuera del continente el material profiláctico o protector que todos necesitan.
Se reclama justamente mayor cooperación en el terreno económico, pero ¿qué pasa con la investigación y desarrollo de nuevos fármacos, de nuevas vacunas, en su producción y posterior distribución?
Investigadores del Programa de Salud Global del Instituto Smithsonian (Estados Unidos) aseguran haber descubierto seis nuevos coronavirus en murciélagos en Myanmar (Birmania). Según los autores del estudio, estos virus no están estrechamente relacionados con los coronavirus síndrome respiratorio agudo severo (SARS CoV-1), Síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS) o con el COVID-19 que ha provocado la pandemia mundial. Habrá que esperar a nuevos estudios para evaluar el potencial de transmisión entre especies y medir los riesgos para la salud humana.
Estos hallazgos, difundidos por la revista científica norteamericana Plos One, ayudarán a comprender la diversidad de los coronavirus en los murciélagos y contribuirán a detectar, prevenir y responder a enfermedades infecciosas que pueden amenazar la salud pública, particularmente en lo relativo a la pandemia de COVID-19.
“Las pandemias virales nos recuerdan lo estrechamente que está conectada la salud humana con la salud de la vida silvestre y el medio ambiente“, explica Marc Valitutto, autor principal del estudio. “En todo el mundo, los humanos interactúan con la vida silvestre con mayor frecuencia, por lo que cuanto más comprendamos acerca de estos virus en los animales, lo que les permite mutar y cómo se propagan a otras especies, mejor podremos reducir su potencial pandémico”.
Los investigadores detectaron estos nuevos virus mientras realizaban la biovigilancia de animales y personas para entender mejor las circunstancias del contagio de enfermedades como parte de un proyecto denominado Predict para el descubrimiento global y la vigilancia de los patógenos que tienen el potencial de propagarse de los animales a los humanos.
El equipo centró su investigación en diversas localizaciones en Myanmar donde los humanos tienen más probabilidades de entrar en contacto cercano con la vida silvestre local. Los expertos estiman que miles de coronavirus, muchos de los cuales aún no se han descubierto, están presentes en los murciélagos.
Origen: Coronavirus | Estados Unidos: Descubren seis nuevos coronavirus en murciélagos | MARCA Claro Usa
La pandemia de coronavirus tomó su giro más mortal en Florida en la última semana, ya que el número de muertes estatales aumentó de 221 a 499 en poco más de siete días.
Los casos aumentaron a 21,019 a partir del lunes por la noche, frente a los 12,350 del 5 de abril, un aumento de más de 8,000. Hace solo dos semanas, Florida tenía 4,950 casos con 60 muertes, lo que significa que el estado ha visto más de 400 muertes en un lapso de 14 días.
Sin embargo, los números de fin de semana fueron menos severos que los días anteriores, ya que las muertes reportadas solo aumentaron en 27 el sábado y 15 el domingo después de dos días consecutivos con 48 muertes reportadas.
Ha habido un cambio positivo en un modelo influyente utilizado por la administración de Donald Trump para determinar la gravedad de la pandemia. El Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington ha proyectado una disminución de las muertes totales tanto en Florida como en todo el país a medida que la población continúa mejorando el distanciamiento social con medidas más extremas. La última actualización del modelo mueve el día más mortal posible de Florida debido al virus al 27 de abril.
El lunes se sumaron 38 muertes al número de víctimas y alrededor de 1,100 casos. Las nuevas muertes en Florida Central publicadas el lunes incluyeron muertes en los condados de Brevard y Polk.
Florida central ahora tiene 2,533 casos reportados en total. El Condado de Orange lidera la región con 1,034, seguido por 333 de Osceola, 270 de Polk, 268 de Seminole, 216 de Volusia, 162 de Lake, 148 de Brevard y 112 de Sumter. (Vea el reporte de todos los casos en Florida Central aquí).
El sur de Florida sigue siendo el epicentro del brote del estado con 12,340 casos de los condados de Miami-Dade (7,459), Broward (3,177) y Palm Beach (1,704) que representan el 58% del total de Florida.
Florida central ha visto 55 muertes con el Condado de Orange registrando la mayor cantidad con 13, seguido por Sumter y Polk con 9 cada uno, Volusia 7, Brevard 6, Osceola 5, Lake 4 y Seminole 2. Miami-Dade tiene la mayor cantidad en el estado con 97, seguido de 88 en Palm Beach y 76 en Broward.
Sin embargo, los signos del cierre del estado que aplanan la curva se han mostrado a medida que más personas se refugian en el lugar y las pruebas continúan expandiéndose.
El gobernador Ron DeSantis anunció el lunes que estaba ordenando a la Guardia Nacional de Florida que creara más “equipos de ataque” para aumentar significativamente las pruebas de coronavirus en centros de atención a largo plazo.
Se enviarán diez equipos de cuatro para tomar muestras de “todas las personas dispuestas” en centros de atención a largo plazo, comenzando en el sur de la Florida, donde ha habido una serie de casos positivos en dichos centros.
Ese número ha aumentado significativamente en Florida en la última semana a más de 900 casos, y en general a nivel nacional al menos 2,300 centros de atención a largo plazo en 37 estados han reportado casos positivos con más de 3,000 muertes, según USA Today.
DeSantis ha sido criticado después de que su abogado le pidió a un bufete de abogados la semana pasada que no presentara una demanda contra el estado del Miami Herald para identificar los nombres de las instalaciones con casos positivos. La firma decidió no presentar la demanda.
Hasta el 13 de abril, el estado ha implementado casi 198,000 pruebas, más de 80,000 pruebas de una semana antes, lo que representa casi 1 de cada 100 floridanos. DeSantis anunció que el sitio de tránsito en el Centro de Convenciones del Condado de Orange en Orlando y otros sitios administrados por el estado en toda Florida seguirán evaluando a las personas y expandirán sus servicios para permitir que cualquier persona con síntomas de coronavirus se haga la prueba, así como cualquier persona que pueda ser asintomática pero haya contacto cercano con casos confirmados de la COVID-19.
El cirujano general de Florida Scott Rivkees dijo que los floridanos deberían continuar con las medidas de distanciamiento social hasta que haya una vacuna la Covid-19, que reconoció que podría estar a un año o más de distancia.
“Mientras tenga Covid en el medio ambiente, y este es un virus difícil, tendremos que practicar estas medidas para que todos estemos protegidos”, dijo Rivkees en una conferencia de prensa el lunes en Tallahassee. Cuando se le preguntó cuándo habría una vacuna para que el virus ya no estuviera en el medio ambiente, Rivkees dijo: “Según lo que se informó, probablemente un año si no más”.
El instituto ahora proyecta que Florida verá entre 1,218 y 10,293 muertes para el 21 de junio, con una mediana de muertes proyectadas en 3,999. Eso es más bajo que la proyección del miércoles pasado de 4,357, y mucho más bajo que la proyección del domingo pasado de 6,770. La proyección media del mismo modelo para las muertes de estadounidenses es de 61,545, por debajo de 81,766 para la nación proyectada el domingo pasado.
Ese mismo modelo aún proyecta las muertes diarias de Florida en una trayectoria ascendente, y la mediana de las muertes alcanzará su punto máximo el 26 de abril con 112 muertes ese día antes de que la curva baje nuevamente.
Sin embargo, para la nación, el modelo muestra que EE. UU. ya puede estar en la parte superior de esa curva. Estados Unidos vio más de 2.000 muertes registradas en un día entre el 9 y el 10 de abril, y las muertes diarias han disminuido desde entonces, aunque todavía más de 1,500 el domingo.
A partir del lunes por la tarde, el número de muertos en los EE. UU. fue de más de 23,200, habiendo pasado a Italia por el más alto del mundo durante el fin de semana. En todo el mundo, hay más de 1.9 millones de casos y casi 119,000 muertes, según el Centro de Recursos de Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins y Medicina. Más de 448,000 personas en todo el mundo se han recuperado del virus.
El cabildero, firme aliado de la Casa Blanca, apunta que el cofundador de Microsoft “y otros globalistas” están utilizando el covid-19 para promover “vacunas obligatorias” y la inoculación de microchips en las personas.
Roger Stone, exasesor del presidente de EE.UU., Donald Trump, sugirió este lunes que Bill Gates, cofundador de Microsoft, podría estar detrás de la creación del coronavirus, en un intento de implantar microchips en las personas con la excusa de saber quién ha sido sometido a pruebas para detectar el covid-19 y quién no.
“Si Bill Gates jugó algún papel en la creación y propagación de este virus, es tema abierto a un debate vigoroso. Tengo amigos conservadores que dicen que es ridículo y otros que dicen que en absoluto”, declaró Stone en el programa de radio ‘The Answer’, de 970 AM, al ser preguntado sobre las teorías de conspiración con respecto a la pandemia.
Stone, consultor político y cabildero, sugirió que el multimillonario “y otros globalistas” están utilizando el virus para promover “vacunas obligatorias y la implantación de microchips en las personas, para que sepamos si han sido sometidas a pruebas”, recoge New York Post. “Sobre mi cadáver. ¿Vacunas obligatorias? ¡De ninguna manera!”, aseveró el exasesor presidencial, condenado en febrero a 40 meses de prisión por mentir ante el Congreso y por manipulación de testigos. Roger Stone no ofreció ningún argumento en respaldo a sus declaraciones sobre el filántropo.
Una teoría conspirativa (que de momento no tiene ningun fundamento) con relación al cofundador de Microsoft y a una posible vacuna contra el nuevo coronavirus ha estado circulando durante las últimas semanas en las plataformas de redes sociales, y ha sido compartida, entre otros, por una presentadora de Fox News y por una corresponsal de Newsmax.
En una reciente entrevista virtual con CCTV, Gates afirmó, sobre las teorías que lo vinculan con la creación del coronavirus, que “es irónico” que apunten “a alguien que está haciendo todo lo posible para preparar al mundo” e invirtiendo miles de millones de dólares para luchar contra enfermedades infecciosas. “Estamos en una situación loca, por lo que habrá rumores locos“, advirtió el filántropo, agregando que, si bien “hay muchos ataques”, en general, “la gente ha sido muy positiva”.
“Nos encontramos en territorios inexplorados”
Gates y su fundación han estado advirtiendo sobre una epidemia de este tipo desde hace años, y últimamente ha liderado y financiado los esfuerzos por encontrar una vacuna. En una reciente entrevista con la BBC, el magnate criticó la insuficiente preparación que mostraron los Gobiernos ante una pandemia global. Así, aseveró que “muy pocos países obtendránuna calificación ‘A’ por esa lucha”, y advirtió que ahora “nos encontramos en territorios inexplorados”.
Gates sostiene que de haberse puesto en marcha los preparativos adecuados, el tratamiento para la enfermedad habría estado disponible en cuatro meses, los diagnósticos en un mes y la vacuna en menos de un año. Actualmente, dice, es probable que esa vacuna no llegue hasta dentro de 18 meses.
China ha comenzado los ensayos clínicos en humanos de dos posibles vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, informó este martes la prensa local.
Se trata de dos vacunas inactivadas, es decir, consistentes en microorganismos que se han matado a través de procesos físicos o químicos.
La primera de las candidatas, que obtuvo la licencia para proceder a ensayos clínicos el pasado domingo, ha sido desarrollada por el Instituto de Virología de Wuhan (la ciudad centro-oriental china donde se detectaron los primeros casos de la enfermedad) de manera conjunta con la sucursal en esa misma urbe de la empresa Sinopharm.
La segunda es el resultado del trabajo conjunto de varias empresas, con Sinovac Research & Development a la cabeza. Esta empresa es una subsidiaria de Sinovac Biotech, que trabajó también en una vacuna contra el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS, en su acrónimo inglés) en 2003.
Según la publicación económica especializada Caixin, el proyecto de Sinopharm -que cuenta con el apoyo económico del Ministerio de Ciencia y Tecnología de China- probará la vacuna en 1.396 voluntarios reclutados en la provincia de Henan (en el centro-este del país asiático) en sus dos primeras fases, que se prevé duren hasta el 10 de noviembre de 2021.
Hasta la fecha, al menos 3.341 personas han muerto en China a consecuencia de la COVID-19 entre los 82.249 diagnosticados. De ellos, 77.738 pacientes han sido dados de alta tras haber superado con éxito la enfermedad.
La Comisión Nacional de Sanidad de China ha informado este martes de que no se registraron nuevas muertes por la neumonía COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, durante este lunes, un día en el que sí se detectaron 86 nuevos positivos en viajeros procedentes del extranjero, los llamados casos “importados”.
Se trata del tercer día en el que las autoridades sanitarias aseguran que no se han producido muertes por la citada enfermedad, después de que también colocaran un cero en ese casillero durante los pasados días 6 y 11.
Un ciudadano identificado con Darwin Javier Garcés Andrades (45), fue detenido por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas en el sector Santa Inés, municipio Barinas, estado Barinas por tener en su posesión 660 dosis de diversos medicamentos pertenecientes al Estado.
Según las experticias y las investigaciones del CICPC, Garcés Andrade se dedicaba presuntamente a la obtención ilegal de productos farmacéuticos pertenecientes al Estado con el fin de comercializarlos a terceras personas y obtener un lucro económico.
En el procedimiento policial les fueron incautadas 138 cajas de atenolol, 210 cajas de ibuprofeno, 112 cajas de cefadroxilo, 95 cajas de cefalexina, 29 cajas de isoflurano y 76 lápiz electrobisturi, puestos a la orden del Ministerio Público.
La compañía cordobesa Tecme, líder en el desarrollo y fabricación de respiradores mecánicos para salas de terapia intensiva, comenzará desde este lunes a trabajar doble turno para “garantizar una entrega acelerada” de sus productos en el marco de la pandemia de coronavirus . Así lo anunció a través de un comunicado, en el que se propuso “llevar tranquilidad tanto a la opinión pública como a nuestros proveedores y colaboradores internos que estamos haciendo el mayor esfuerzo posible en esta emergencia”. Desde el pasado 25 de marzo, la firma cordobesa de los hermanos Mañá solo tiene permitido comercializar sus respiradores con el Estado nacional, que es el encargado de centralizar la distribución de los mismos de acuerdo a las necesidades en cada provincia. Para hacer frente a la creciente demanda provocada por el COVID-19, la empresa tuvo que aumentar el 40% de su planta de trabajadores y ampliar las instalaciones.
“Nuestro compromiso ha sido siempre priorizar la vida, por eso creemos que en este contexto nos corresponde informar y llevar tranquilidad a cada uno de los argentinos. Sabemos que los respiradores son piezas claves en la carrera por salvar vidas y en eso estamos abocados todos: fabricantes, proveedores de insumos, organismos del Estado e instituciones público-privadas”, aseguró en el comunicado Patricio Keegan, Gerente de Marketing y Comunicación de Tecme.
Un emprendimiento de dos hermanos
En la década del 60, en la ciudad de Córdoba, un joven cirujano de tórax y su hermano, entonces estudiante de ingeniería, se instalaron en el garaje de sus padres y lo transformaron en un pequeño taller: se habían propuesto, ante la escasez de respiradores en la provincia, encarar la fabricación de estos aparatos con sus propias manos. En 1966, luego de varias pruebas, los hermanos Ernesto y Luis Mañá, actuales Presidente y Vicepresidente de Tecme, lograron el primer ensayo exitoso en humanos en el Servicio de Cirugía de la Cátedra de Tisiología y Enfermedades del Tórax de la Universidad Nacional de Córdoba.
Un año después, iniciaron la fabricación en series reducidas de dos modelos de ciclados por presión, que en 1970 fueron sustituidos por modelos de tipo volumétrico. El gran salto, sin embargo, llegó en 1997, con la fabricación de respiradores controlados mediante microprocesador. En 2011, con el avance de la ciencia a nivel mundial, incorporaron la tecnología touch a sus productos y lograron consolidar su presencia en el mercado, con los tres ventiladores de cuidados críticos que comercializan bajo la marca Neumovent: para adultos, para pediatría y para neonatología.
Actualmente poseen el 70% del mercado local y exportan a 50 países de todo el mundo. La sede principal, en la ciudad de Córdoba, cuenta con instalaciones de 4.700 m2 en un predio de 15.000 m2. La firma también posee una una oficina comercial y de servicio técnico oficial en la ciudad de Buenos Aires y una planta de producción en Atlanta, Estados Unidos.
El Estado nacional como cliente exclusivo
A principios de marzo, ante la avanzada del COVID-19 en el mundo, la empresa cordobesa tuvo que enfrentarse a un crecimiento exponencial en la demanda de respiradores. El ritmo de producción habitual y la cantidad de empleados, enseguida, resultaron insuficientes. Por ese motivo, en los últimos 30 días la compañía decidió aumentar en un 40% su planta de trabajadores.
En ese contexto, el pasado 25 de marzo el ministro de Salud Ginés González García envió una notificación al presidente de Tecme, Ernesto Mañá, en la que le informaba, como autoridad de aplicación del decreto 260 –que le permite determinar la distribución de insumos críticos para la atención de la emergencia sanitaria–, que a partir de la fecha la compañía no podría “comercializar o entregar equipamiento a destinatario alguno, sin la previa intervención de esta cartera del Estado”.
Esa orden, que en la práctica dejó en suspenso la entrega de miles de pedidos ya pagos a clientes locales e internacionales –con las tensiones que ello generó–, se realizó con el objetivo de incrementar el stock de respiradores en el país y de centralizar su distribución según las necesidades de cada provincia. Hasta esa fecha, confirmaron fuentes del Ministerio de Salud a este diario, había 11.000 camas de terapia intensiva. Una gran parte, sin embargo, se encontraba ocupada por pacientes con otras patologías.
Según aseguró Keegan en el comunicado, previo a la orden oficial la compañía ya había decidido dedicar su producción al mercado interno: “Ante el avance de la pandemia, tomamos la decisión anticipada de priorizar el mercado nacional, porque siendo un fabricante argentino y la empresa con mayor participación en el mercado local, sentíamos una fuerte responsabilidad con ello”.
“Esto es una centralización, no es una intervención. O mejor dicho, es una intervención en la distribución de nuestros de equipos, no una intervención a nivel empresa. No quiero opinar porque no creo que sea relevante nuestra opinión en este contexto, pero confiamos en que es la decisión correcta”, dijo Keegan a Página/12.
Según averiguó este medio, desde mediados de marzo la empresa logró duplicar su producción. Siguiendo las proyecciones, gracias al aumento de personal y de jornadas Tecme logrará cumplir sin problemas con la demanda estatal. El único factor que podría afectar estas estimaciones sería la falta de alguno de los insumos críticos que la compañía importa para la fabricación de sus productos.
“Cuando empezó la pandemia en otras latitudes del mundo, tomamos rápidamente decisiones que nos permitieron escalar la producción. Pero planificar el desarrollo incremental de un producto tan complejo lleva semanas y está sujeto a la entrega de componentes muy específicos para su armado”, advirtió Keegan, luego de aclarar que para el ensamblado de un respirador se necesitan 2.700 piezas, algunas de las cuales solo pueden ser adquiridas en el exterior.
“Para ello venimos trabajando intensamente y en equipo con nuestros proveedores locales y de diferentes países con el objetivo de garantizarnos la entrega de materiales, aún con fronteras y sistemas de distribución paralizados”, contó en el comunicado, para llevar tranquilidad “a los argentinos” dentro de un contexto de total incertidumbre.
El cuidado de los trabajadores
La fabricación de respiradores es una tarea muy compleja que requiere de la intervención de especialistas de distintas profesiones: biomédicos, ingenieros, kinesiólogos y técnicos, entre otras. Como este “equipo humano es el pilar de nuestra compañía y el riesgo está siempre latente”, aclaró Keegan en el escrito, “hemos tomado todas las medidas necesarias para proteger su salud, implementando los protocolos exigidos por las organizaciones especialistas”.
Ello incluye el uso de barbijos y máscaras protectoras, la medición diaria de temperatura en la entrada de la fábrica, la distancia de 1,80 metros entre los trabajadores, entre otras. El clima dentro de la planta “es de nerviosismo, como en el resto de la sociedad. Todos somos conscientes que estamos expuestos ante este virus, pero tomamos todas las medidas recomendadas por los organismos y tratamos de asegurar la higiene en cada fase de nuestro proceso productivo”, aseguró Keegan a este diario.
Producción controlada
Pese a que surgieron varios proyectos para fabricar respiradores, en la actualidad siguen siendo pocas las empresas con las habilitaciones necesarias y la capacidad productiva suficiente para hacer frente a la demanda nacional de este tipo de aparatos.
Según la regulación vigente, los ventiladores de cuidados críticos son productos médicos que pertenecen a la clase de riesgo III, por lo que las empresas para poder comercializarlos deben estar habilitadas por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Luego de ese permiso, las compañías deben inscribir los productos cumpliendo los requisitos detallados en las disposiciones ANMAT 2318/02 (TO 2004) y ANMAT 9688/19.
En el caso de Tecme, según explicó Keegan, además de las revisiones de ANMAT, la empresa tiene una serie de controles de calidad internos en las distintas etapas de la producción. También cumple con los requisitos “de la norma ISO 13485, la Directiva del Consejo de Comunidades Europeas 93/42/CEE y las Buenas Prácticas de Manufactura de la FDA 21 CFR 820”.
“Un respirador es un soporte de vida y por lo tanto debe ser seguro y efectivo para su uso en pacientes (…) No hay margen para error alguno y es por ello que cada eslabón de la cadena de producción está regulado y debe ser controlado”, concluyó.
Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días.
Durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.
Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y, dependiendo de a quién sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro.
Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.
Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y menos receptivos a la excentricidad.
Nuestros juicios morales y actitudes sociales más conservadoras se vuelven más estrictas cuando consideramos temas como la inmigración o la libertad e igualdad sexual.
Los recordatorios diarios de enfermedades pueden incluso influir en nuestras afiliaciones políticas.
Los recientes informes de aumento de xenofobia y racismo pueden ser el primer signo de esto, pero si las predicciones de la investigación científica son correctas, pueden reflejar cambios sociales y psicológicos mucho más profundos.
Sistema inmunológico conductual
Como gran parte de la psicología humana, estas respuestas a la enfermedad deben entenderse en el contexto de la prehistoria.
Antes del nacimiento de la medicina moderna, es muy probable que las enfermedades infecciosas fueran una de las mayores amenazas para nuestra supervivencia.
El sistema inmune tiene algunos mecanismos sorprendentes para cazar y matar a esos invasores patógenos.
Desafortunadamente, estas reacciones nos dejan sintiéndonos con sueño y sin energía, lo que significa que nuestros antepasados enfermos no habrían podido realizar actividades esenciales, como la caza, la recolección o la crianza de los hijos.
El aumento de la temperatura corporal durante la fiebre, por ejemplo, es esencial para una respuesta inmune efectiva, pero esto resulta en un incremento del 13% en el consumo de energía del cuerpo. Y cuando la comida escaseaba, eso habría sido una carga seria.
“Enfermarse y permitir que este maravilloso sistema inmunológico funcione es realmente costoso”, dice Mark Schaller de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá.
“Es como un seguro médico, es genial tenerlo, pero realmente apesta cuando tienes que usarlo”.
Por lo tanto, cualquier cosa que reduzca el riesgo de infección en primer lugar debería haber ofrecido una clara ventaja de supervivencia.
Por esta razón, desarrollamos un conjunto de respuestas psicológicas inconscientes, que Schaller ha denominado el “sistema inmunológico de conducta“ (behavioural immune system, en inglés), para que actúen como una primera línea de defensa con el objetivo de reducir nuestro contacto con posibles patógenos.
La respuesta del sentido del gusto es uno de los componentes más obvios del sistema inmunitario de conducta.
Cuando rechazamos cosas que huelen mal o alimentos que creemos que no están limpios, intentamos instintivamente evitar el posible contagio.
La mera sugerencia de que ya hemos comido algo podrido puede llevarnos a vomitar, expulsando la comida antes de que la infección haya tenido la oportunidad de alojarse.
Investigaciones científicas sugieren también que tendemos a recordar más fuertemente el material que desencadena el asco, lo que nos permite recordar (y evitar) las situaciones que podrían ponernos en riesgo de enfermedad más adelante.
Dado que los humanos son una especie social que evolucionó para vivir en grandes grupos, el sistema inmunitario de conducta también modificó las interacciones con las personas para minimizar la propagación de una enfermedad, lo que condujo a una especie de distanciamiento social instintivo.
Estas respuestas pueden ser bastante duras, ya que nuestros antepasados no habrían entendido las causas específicas de cada enfermedad o la forma en que se transmitieron.
“El sistema inmunológico de conducta funciona con una lógica de ‘más vale prevenir que curar’“, dice Lene Aarøe, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Esto significa que las respuestas a menudo están fuera de lugar y pueden ser desencadenadas por información irrelevante, alterando nuestra toma de decisiones morales y opiniones políticas sobre temas que no tienen nada que ver con la amenaza actual.
Conformarse o irse
Varios experimentos han demostrado que nos volvemos más conformistas y respetuosos de las convenciones cuando sentimos la amenaza de una enfermedad.
Uno de ellos fue llevado a cabo por Schaller.
El especialista primero preparó a los participantes para que se sintieran amenazados por una infección, pidiéndoles que describieran un momento en que habían estado enfermos anteriormente y luego les dio varias pruebas para medir su tendencia a conformarse.
En una de ellas, propuso a los estudiantes un cambio en el sistema de calificación de la universidad y ellos debían votar colocando un centavo en un frasco marcado con la leyenda “de acuerdo” o “en desacuerdo”.
Una mayor sensibilidad a la enfermedad llevó a los participantes a seguir a la mayoría y colocar su centavo en el frasco con la mayor cantidad de monedas. Fueron influenciados por la popularidad en lugar de ir contra la corriente con su propia opinión.
Cuando se les preguntó sobre el tipo de personas que les gustaban, los participantes que estaban preocupados por la enfermedad prefirieron a las personas “convencionales” o “tradicionales”, y tenían menos probabilidades de sentir afinidad con las personas “creativas” o “artísticas”.
Aparentemente, cualquier signo de pensamiento libre, incluso de invención e innovación, se valora menos cuando existe el riesgo de contagio.
En los cuestionarios también es más probable que estén de acuerdo con declaraciones como “romper las normas sociales puede tener consecuencias nocivas e involuntarias”.
Es posible que esos resultados parezcan bastante distantes de lo que vemos hoy en la televisión y la cobertura en línea de las noticias.
Pero los investigadores de la Universidad de Hong Kong también evaluaron a personas exponiéndolas a escenas de la película “Epidemia” o “Estallido” (Outbreak, en inglés), que podrían parecerse más a algunos de los informes periodísticos actuales.
Las imágenes alusivas de una pandemia los llevaron a valorar la conformidad y la obediencia sobre la excentricidad o la rebelión.
Vigilancia moral
¿Por qué el sistema inmunológico de conducta cambiaría nuestro pensamiento de esta manera?
Schaller argumenta que muchas de nuestras reglas sociales tácitas, como las formas en que podemos y no podemos preparar alimentos, la cantidad de contacto social que se acepta y no se acepta, o cómo deshacerse de los desechos humanos, pueden ayudar a reducir el riesgo de infección.
“A lo largo de gran parte de la historia humana, muchas normas y rituales cumplen esta función de mantener a raya a las enfermedades”, asegura Schaller.
“Las personas que se ajustan a esas normas prestaron servicios de salud pública, y las personas que violaron esas normas no solo se pusieron en riesgo sino que también afectaron a otros”.
Como resultado, es beneficioso ser más respetuoso con la convención ante un brote contagioso.
La misma lógica puede explicar por qué nos volvemos más vigilantes moralmente en un brote.
Los estudios demostraron que cuando tememos al contagio, tendemos a ser más severos cuando juzgamos un incumplimiento de lealtad (como un empleado que habla mal de su empresa) o cuando vemos a alguien que no respeta a una autoridad (como un juez).
Claro que esos incidentes particulares no harían nada para propagar la enfermedad, pero al ignorar la convención, han dado la señal de que pueden romper otras reglas más relevantes que existen para mantener a la enfermedad lejos.
Incluso los recordatorios extremadamente sutiles sobre la enfermedad pueden dar forma a nuestros comportamientos y actitudes.
Simplemente pedirle a la gente que se pare junto a un desinfectante de manos provocó que los participantes de un estudio expresaran actitudes más conservadoras asociadas con un mayor respeto por la tradición y la convención.
En el mismo estudio, el aviso de lavarse las manos llevó a los participantes a ser más críticos con los comportamientos sexuales no convencionales.
Perdonaban menos a una mujer que les dijeron que se masturbaba mientras sostenía su osito de peluche, por ejemplo, o a una pareja que tuvo relaciones sexuales en la cama de una de sus abuelas.