En la hierba buena y en el toronjil
La farmacopea colonial era abundante y la única de que se disponía en Cuba, y hoy no tenemos ni la más mínima idea de lo rica, variada y eficaz que resultaba. Algunas especies cubanas ya las conocían nuestros aborígenes y enseñaron sus usos a los colonizadores españoles. Otras variedades de plántulas vinieron en las naves que cruzaron el océano rumbo al Nuevo Mundo. Otra cierta cantidad la trajeron, o descubrieron sus virtudes nativas, los esclavos africanos, y otras vinieron en los alijos velozmente preparados por los hacendados que huyeron de Haití y se refugiaron en las provincias orientales de Cuba, donde hoy todavía subsiste una medicina natural muy fuerte y potente. Existen tratados valiosísimos sobre las plantas medicinales cubanas, pero hoy yo quiero referirme a una que, además de curativa y útil cono saborizante culinario, hace un té delicioso para brindar a las visitas. Me refiero al toronjil de menta.
Muchos conocen esta planta con el nombre de Menta Piperita, y otros como Melissa Oficinalis. No es una planta natural de nuestro país. Se sabe que ya la empleaban en el Antiguo Imperio Romano, la Antigua Grecia y en la Edad Media, entre otras culturas. Los romanos la utilizaban para estimular el apetito en personas aquejadas de inapetencia; los griegos, siempre tan refinados y epicúreos, además de como planta medicinal, la usaban para perfumar el agua del baño, y hacían unos ramos con menta para pasarlos por las mesas antes de sentarse a comer, y en la Edad Media la solían usar como ingrediente en la elaboración de pócimas. Fue redescubierta en Inglaterra a fines del siglo XVII, aunque se cree que tampoco es oriunda de aquella isla, sino llevada allí por las legiones romanas, y pronto su uso se difundió por Asia, Australia y gran parte del Nuevo Mundo. En la actualidad, en Inglaterra se utiliza para elaborar su famosa salsa de menta, con la que en la cocina tradicional de ese país se suele acompañar al cordero, plato con mucha grasa, para facilitar la digestión. En Cuba, traída por los españoles, la menta pronto comenzó a ser cultivada por la inicialmente escasa población colonial, pero en algunas regiones se propagó de manera silvestre, como en Santi Espíritus y, muy en especial, en Topes de Collantes, esa zona mágica de nuestra tierra que tiene tantas propiedades para restaurar la salud y posee una innumerable variedad de flora y fauna.
Del toronjil de menta se utilizan las hojas, que se preparan como infusión. Numerosos estudios realizados por prestigiosas instituciones cubanas e internacionales han demostrado que posee propiedades antisépticas e inflamatorias, ayuda en los procesos respiratorios y tiene potentes efectos antidiarreicos, en especial cuando se la prepara como tintura. Estimula la secreción de los jugos gástricos, actúa como colagogo, espasmolítico, estomáquico, aperitivo y antiemético, expulsa cálculos biliares, tiene efectos analgésicos y anticatarrales, combate el mal aliento y las migrañas, y en aromaterapia se utiliza como estimulante emocional. Se dice, también, que tiene propiedades afrodisíacas. Abuela, una anciana a quien mucho conocí en mi infancia y que había sido esclava en un ingenio de La Habana, me contaba, por ser yo muy miedosa del dentista, que en su tiempo a los esclavos se les extraían las muelas en las enfermerías de los barracones haciéndolos masticar una pasta de hojas maceradas de toronjil para aliviarles el dolor. Además de la tintura, otras formas de presentación farmacéuticas son los elíxires, emulsiones, ungüentos, gotas nasales y cataplasmas. Es muy útil en la desinfección de heridas y lesiones de piel, y así la empleaban los mambises en sus hospitales de sangre durante nuestras guerras de independencia, en las que erosiones, cortaduras, infecciones, parásitos y todo tipo de heridas dañaban mucho a las tropas cubanas, mal provistas de vestuario y calzado.
Para los amantes de la cocina también promete mucho el toronjil. Puede emplearse para saborizar hortalizas y vegetales hervidos, carnes —que deben ser frotadas con las hojas de menta antes de ser asadas—, sopas y consomés, entre otros muchos platos. La menta es casi imprescindible en muchos batidos, licores e infinidad de helados y postres, así como en chiclets y caramelos. Y para adornar algunas salsas y platos. Del té, exquisito y muy aromático, ya hablé antes.
Cómo hacer una infusión de toronjil de menta
Las partes más utilizadas de la planta son las hojas, por lo que se debe preparar en infusión y no en decocción, aunque si se utilizan los tallos y raíces si hay que optar por la segunda forma.
Se puede realizar con las hojas frescas o secas, aunque para prepararla en infusión es más común la planta seca.
Se deben seguir los siguientes pasos:
- Calentar agua filtrada sin que llegue a la ebullición.
- Poner una cucharadita de hoja de menta seca por taza.
- Verter el agua caliente, tapar y dejar reposar cinco minutos.
Para casos de vértigos, mareos o náuseas, se prepara la infusión de la misma forma, pero mezclando la menta con flores de manzanilla.
Cómo hacer una cataplasma
Para realizar una cataplasma, se machacan hojas de menta y se colocan en la zona del dolor o del problema de piel. Para casos de inflamación de huesos o articulaciones, funciona mejor la solución alcohólica de menta, para dar masaje y fricción sobre la zona. Se prepara metiendo muchas hojas de menta en una botella de ron vacía y bien lavada, y se tapa. Se deja macerar como si fuera un vino. Hay quien le añade un poco de aceite mineral o algún aceite de belleza, pero si este fuera el caso, preferir siempre los que no tienen perfume para que la fricción no irrite la piel.
Pero todo no son rosas…
No es conveniente tomar menta en algunos casos, como los que sufran hernias de hiato o diferentes molestias en el esófago, porque relaja el esfínter, lo que facilita el paso de los ácidos del estómago hacia el esófago. No se aconseja su consumo junto con la homeopatía. También hay que tomarla con precaución cuando se trata de niños y mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
“Tengo guardado un gran secreto…” (canción cubana)
Y ahora voy a compartir con mis lectores un secretito muy útil, ¡utilísimo!: la infusión de Toronjil de Menta con Hierba Buena es una bendición para aquellas desdichadas personas que padecen del temible síndrome del intestino irritable, que a menudo es confundido con males mayores del sistema gastrointestinal. Este molestísimo padecimiento que no mata, pero no deja vivir, se caracteriza por un impresionante patrón gaseoso, cólicos, flatulencias, el llamado “salto del estómago”, náuseas, diarreas o estreñimiento o alternancia de ambos, timpanismo, ruidos que se pueden escuchar desde fuera del cuerpo y, bueno, otros desastres que llegan a inhabilitar a quien lo padece para la vida social, pues al estar excesivamente aumentado el peristaltismo intestinal, la urgencia por la defecación habiendo o no comido deja a las personas incapacitadas para asistir a restaurantes, fiestas, excursiones, playas, museos, conferencias y hasta clases escolares. Sin embargo, dos o tres tazas al día de esta infusión mixta actúan como un sedante sobre los intestinos, los calman, los relajan, y aunque no creo que lleguen a curar el síndrome, que tiene mucho de hereditario y mucho, pero que mucho de estrés, sí le hacen la vida más llevadera a los aquejados. Con probar nada se pierde, y garantizo que la infusión es deliciosa, riquísima y muy aromática. Ya lo creo que le gustará.
Origen: En la hierba buena y en el toronjil – Radio Ciudad Habana