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Patente de vacunas: “El precio ya no lo da su costo de producción, sino el de una vida y ahí no hay límite”

Entrevista con Rafael Vilasanjuán, que cree que suspender las patentes de vacunas es el primer paso para cuestionar un sistema que no funciona cuando hay emergencias, aunque no acelere ahora la producción

El mundo está en puertas de retratarse. Las suspensión temporal de las patentes sobre las vacunas anticovid propuesta por Joe Biden puede cambiar las reglas del juego. “Un desvío del camino, para volver a la ruta”, lo define Rafael Vilasanjuán. El exsecretario general de Médicos Sin Fronteras y actual director de análisis de ISGlobal cree que la cumbre de Salud Global del G-20 es el primer fotomatón donde “los países europeos deberán retratarse”.

Eso sí, el levantamiento de las patentes no es una solución mágica, “es necesario pero de escaso impacto a corto plazo”. Para Vilasanjuán, también representante de la alianza por la vacunación GAVI, el problema está no sólo en la maraña legal que envuelve a los derechos de propiedad intelectual de los sueros. Está en los ingredientes de las nuevas vacunas, un árbol chileno y hasta en un tipo de filtro usado en las fábricas, cuyo uso sin permiso es ilegal. ¿El embudo de suministro es por un colador?

  • P: ¿Qué espera de la Cumbre de Salud del G-20? ¿Será el sitio donde se retratará Europa y España en particular en su compromiso de apoyar la exención de las patentes de vacunas anticovid?
  • R. Puede. Pero Francia y Alemania no están muy abiertas a la suspensión temporal de las patentes. Yo diferenciaría entre la batalla a largo plazo, donde el sistema genera sobreprotección distorsiona todo y donde hay que buscar alternativas. A corto plazo la suspensión no va a aumentar sustancialmente a la capacidad de producción si no se acompaña de transferencia de tecnología y conocimiento en países de renta media y baja. Seguiremos viendo problemas aunque se liberalicen las patentes porque la mayoría de laboratorios para producir estas nuevas vacunas no están en disposición de producirlas.Está bien que el sistema de patentes se cuestione y se identifique ahí una barrera. Llevamos tiempo diciendo que el sistema de propiedad intelectual responde más a estímulos de mercado que de salud pública. La de EEUU es una posición valiente. Pero en el debate político del G20 saldrá otra realidad: aun si sumamos dosis tras liberalizar temporalmente patentes, nos daremos cuenta de que no hay suficientes. Hemos de empezar a compartir las que tenemos. Y esa es la posición de España. No hay que esperar a tener vacunada a toda nuestra población.
  • R: Las decisiones sólo se pueden tomar en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OCM) y la dirige ahora la antigua presidenta del Comité de Dirección de GAVI. Pero ahí se deciden las cosas por consenso. Por otro lado la distribución, si no se hace a través de una plataforma como COVAX (que centraliza compras y donaciones de vacunas para que todo país pueda acceder a ellas), será un caos tremendo.  El problema es que COVAX va con 100 millones de dosis de retraso para países con rentas bajas.
  • P: ¿Puede darse la paradoja de que países asiáticos o africanos que parecen haber respondido decentemente a la epidemia se vean azotados ahora por falta de vacunas?
  • R: En muchos de los países de rentas bajas vamos a ver oleadas de virus que tengan diferente impacto a medida que el tiempo va a pasado. Los niveles de medición y de datos que tienen muchos ellos no llegan a los sistemas de salud. En el ámbito rural en África es todavía muy importante, vive una gran parte de la población, a diferencia de la India. Eso les salva el parte (a menor densidad, menos oportunidad de contagio). Pero también están los barrios periféricos de las grandes ciudades. Tememos que una pandemia mal controlada pueda generar grados de enfermedad y mortalidad enormes en población africana, también. Y pueden venir variantes peligrosas en zonas de especial densidad.

Patentes de vacunas y desigualdades de distribución

Que el mundo no tenga acceso equitativo a las vacunas lo convierte en una bomba de relojería vírica. Como explicamos en este pódcast de Audible Quién dice Qué de abril, el doctor Tedros Adhanon, el director general de la OMS aseguró que a medida que avanzan los días, se hacen “más grotescas” las desigualdades entre países a la hora de acceder a las vacunas contra el coronavirus. Y apuntó hacia los países más ricos. Más de un mes después, directamente se habla de ‘Aparthéid vacunal’.

Según Médicos Sin Fronteras, los países con economías potentes acaparan más de un 99% de las dosis de la vacuna contra el coronavirus. ¿Necesitan todas esas dosis? Realmente no. En una especie de por si acaso se ha creado una regla perversa: la del 80/20. Es decir, vamos camino de vacunar en 2021 al 80% de la población de países ‘ricos’ frente al 20% de los ‘pobres’.

La alianza COVAX (OMS, GAVI, y la Coalición para la Preparación de Pandemias) se ha propuesto tener 2.000 millones de dosis disponibles para finales de 2021. Pero, por ejemplo, el acuerdo de COVAX con Pfizer supone solo el 2% de las dosis totales de este laboratorio. Aunque, como explica por otro lado el profesor Manuel Franco (Universidad de Alcalá de Henares), era la vacuna de Oxford la que inicialmente era candidata ideal para COVAX: barata, de ingeniería menos compleja, fabricable en India, de logística convencional y con menos enredos de patentes.

El bilateralismo ha roto el mercado. Primero fueron víctimas economías fuertes como la propia UE, que no había cerrado contratos el verano pasado, cuando aún no existían las vacunas, frente a lo que hicieron prematuramente EE.UU. o Israel y, por supuesto, Reino Unido, que hizo bandera de la vacuna de Oxford, y promovió el acuerdo con el laboratorio anglosueco AstraZeneca. En este último caso, eso sí, sin que el precio se disparase. Como sí ocurrió con las complejas vacunas de ARNm (Pfizer y Moderna).

  • P: ¿Cuál es el principal freno de COVAX ahora mismo? ¿Sólo el colapso en India?
  • R: Hay diferentes problemas para COVAX ahora. Los países con economías avanzadas no la han usado como plataforma de compra, perdiendo capacidad de negociación. Pero el mayor problema ahora es que compra el 80% a India, uno de los mejores productores en el mundo de vacunas. La producción está colapsada. Ningún centro que esté produciendo para Occidente en estos momentos va a facilitar ninguna dosis (a nivel local) porque tienen una presión de los propios países occidentales y por lo tanto están sufriendo lo mismo que sufrimos las rentas más avanzadas cuando existía aquella sensación de que con el dinero ya se tenían las vacunas, pero esto no es así.
  • P: Biden también habló del suministro de materias primas y materiales para hacer vacunas
  • R: Por ahí puede ir un poco el beneficio de la liberalización de patentes. No tanto en tener más producción. La mayoría de los componentes de la vacuna también están protegidos por patentes. En la India, uno de los problemas principales que tenía el Serum Institute era que carecía de suficientes filtros de decantación. Los filtros obedecen a una patente americana y todos los que se producían se hacían en Estados Unidos. Como ellos habían impuesto un embargo sobre los componentes de las vacunas hasta no tener cubierta a su población, los indios no recibían una parte importante del proceso de fábrica. En esa liberalización de patentes este tipo de elemento (que no son la vacuna en sí) carecen de un conocimiento complejo, se puede copiar. Lo puedes hacer en tus propias instalaciones.

India ha tenido problemas con los suministros de filtros para hacer vacunas porque la patente es americana y su exportación está embargada hasta no cubrir sus necesidades.

  • P: ¿Una pandemia global en un mundo globalizado sólo para algunas cosas?
  • R: Estamos un poco cegados por la idea de nuestra burbuja. Vamos a la regla del 80/20, evidentemente es muy inequitativo. Pero es que además es muy torpe, porque en el debate sobre a quién hay que vacunar y cuándo, el virus es global. Si no vacunamos a unos niveles similares en estos países, por ejemplo, de América Latina… España ¿cómo pretende tener unas relaciones políticas y comerciales de manera segura si Ecuador, Guatemala, Honduras…, con niveles de vacunación bajos? No puedes tener las fronteras cerradas. Sin vacunar no vas a recuperar tu dinamismo y vas a propiciar nuevas variantes para las que nuestras vacunas no estén preparadas. El riesgo es que se cronifique el virus.
  • P: Pero, ¿no parece difícil para ciertos políticos defender que su país, seguramente cerrado durante meses, ceda vacunas a un tercero para que pueda abrir antes?
  • R: Si tú le preguntas a un político qué va a hacer, entre garantizar las vacunas para todos sus votantes o conseguir la equidad, lo más probable es que no escoja la decisión más acertada. Incluso aunque no hayamos vacunado a toda nuestra población, porque lo que tenemos que medir es el riesgo. El riesgo es mucho mayor si tenemos a poca proporción vacunada fuera.
  • P: El margen medio de la industria farmacéutica es 10 puntos superior al de las 50 empresas más ricas de EEUU. ¿Esa desproporción es por el sistema de patentes o por otras cosas?
  • R: El sistema de patentes actual genera, más que protección, sobreprotección. Es la constatación de un fenómeno que se ha venido produciendo en los últimos 20 años, al punto hemos llegado al caso en el que el precio de un medicamento sobreprotegido por la patente no lo define ni la innovación ni los costes de producción, lo define la pregunta de cuánto vale una vida. Y la respuesta es que ahí no hay límite.Hay tratamientos de cáncer para seis meses de vida que valen un millón de dólares. Pero, ¿cuánto vale una vida? Ahí es donde realmente el sistema de patentes está fallando. No son la norma, pero la excepción nos lleva a que la competencia vaya para allá. No responde realmente a las necesidades de salud.
  • P: ¿Una exención de patentes no pone en peligro el interés de la industria en nuevos desarrollos, si no hay un músculo de producción alternativo?
  • R: La exención para nada pone en peligro el sistema de patentes. Es temporal y para vacunas. La liberalización de las patentes no pone en riesgo a la industria farmacéutica. No entendemos por qué la industria está viendo con tanto recelo esto porque en el fondo está validando el sistema, diciendo que hay una excepción. Justo cuando se produce una pandemia por la que tenemos que tomar medidas y el sistema lo permite. De alguna manera todo el mundo está sobreactuando sin que de ahí vaya a venir la gran solución
  • P: ¿Levantar temporalmente el sistema de patentes para perpetuarlo? Eso no va a gustar al activismo por los derechos de la salud
  • R: No valido el sistema. En el mundo del activismo se habla de que hay que cargarse las patentes, pero queda por responder a la pregunta de cómo mantenemos la innovación, puesto que no hay una propuesta alternativa contundente. Es verdad que hay pequeñas cosas que van saliendo y que forman un mapa de posibilidades. Dicho esto, está claro que es necesario que esto (la exención temporal de las patentes) porque abre un debate sobre cómo mejorar todo el mecanismo de la propiedad intelectual de los medicamentos. Si de verdad queremos aumentar la producción, la estrategia es otra: incluye una liberalización de las patentes durante un largo periodo. E ir acompañada de una inversión en capacidad de producción en países de renta baja y media. El coste de crear una fábrica para mil millones de dosis puede estar en torno a los 200 a 400 millones de dólares. Eso no se hac antes de un año y ahí hace falta el intercambio de conocimiento. Es más barato poner fábricas en estos países que exportar la producción que ahora mismo está colapsada en los nuestros.
  • P: ¿Y un modelo como el del Medicines Patents Pool para bajar el precio de tratamientos, como ocurre con VIH, la tuberculosis y la hepatitis?
  • R: Va por ese camino. El problema es que están muy basados en la buena voluntad de quien tiene en su mano el sistema de la propiedad intelectual. Son recursos que tienden a cubrir huecos y que ofrecen salidas, pero no están respondiendo a todas las necesidades. En ISGlobal estamos trabajando más en mecanismos de compra responsable.

  • P: ¿Una etiqueta de ‘equidad’ en los medicamentos, como el etiquetado energético o el semáforo alimenticio? 
  • R: Algo así. Imaginemos que unificase toda Europa su capacidad de compra. Y que ganen sus beneficios las industrias farmacéuticas como lo puede hacer la de la automoción, pero no necesariamente más. Que devuelvan parte de lo que han recibido; y eso se hace forzando una responsabilidad en la compra que hacen los estados, quienes compran muchos productos distintos a una farmacéutica. Ahí podemos ir a aquellos que cumplan una serie de condiciones.
  • P: Nos empezamos a quitar las mascarillas como símbolo, pero ¿corremos el riesgo de ver desde este septiembre un planeta partido en dos respecto al curso de la pandemia por el desigual acceso a vacunas?
  • R: Puede haber un mundo completamente desigual en la recuperación económica. Un mundo que pueda verse sin mascarillas que recupera la movilidad, el trabajo y el turismo, y otro que no. De todas formas, la mascarilla será el último elemento que debamos retirar cuando tengamos una idea de que la pandemia esté controlada. Al quitarla lo que estás diciendo a la gente es que hemos superado esto y no lo hemos superado. Esa inmunidad de grupo ni la hemos alcanzado ni sabemos cuándo la alcanzaremos, que eso es lo peor. La gente dice que el 70% pero no tenemos ni idea si será así o puede que sea más o menos. Hoy por hoy, la COVID-19 sólo se puede controlar con la combinación de las medidas restrictivas y la inmunización.

Puede no quieran AstraZeneca tampoco en países a los que regalemos dosis que desechamos

El largo languidecer europeo de la vacuna de AstraZeneca es una de las cosas que a Vilasanjuán le parecen más llamativas. “Es una vacuna tan buena que si sólo tuviéramos esta, estaríamos como locos por hacernos con ella”. Tan buena como que justo a esta “no le hacía falta una suspensión de patente, porque ya había llegado a buenos acuerdos de producción con India o Corea”. Es la más barata, la única que pagamos a precio de coste más un pequeño margen. Era la idea de Oxford, pero el Brexit y otros factores torcieron su rumbo. Y llegaron los trombos.

“Yo creo que hay una campaña de imagen alimentada por la propia torpeza en las relaciones entre la Unión Europea y AstraZeneca“, explica. Ahora, parte de la ciudadanía la mira de reojo, mientras va cayéndose de los programas de vacunación de varios países. No todos: Italia sigue apostando por ella. Y el Reino Unido ha salido de esta gracias, fundamentalmente, a su vacuna.

Vilasanjuán no está de acuerdo con el criterio de Sanidad, basado en el ensayo CombivacS, que probó en 400 personas una segunda dosis de Pfizer. O, a mayor escala, el estudio ComCov de Reino Unido. Los datos, a su juicio, aunque den pistas, son muy preliminares y poco comparables a los de los ensayos masivos o la vida real en el país británico (tanto en el freno de los contagios como en la posibilidad de inducir a trombos), estados que está saliendo de la epidemia fundamentalmente con AstraZeneca.

Aunque se combinan otras vacunas no anticovid, con la evidencia actual “es como decirle a la gente que es mejor tomar un güisqui y luego un gintónic”. Nadie ha podido demostrar que sea el mejor de los cócteles. Gobierno y comunidades, a su juicio, hacen una dejación de responsabilidades, “dan libertad al ciudadano de elegir, pero no pueden delegar la responsabilidad”. Un gesto de “mala práxis política que ha llegado a influir en la ciencia”, asegura. Pero el recelo de los gobernantes a asumir más trombos, por escasos que sean, es común entre alemanes, franceses y nórdicos. Tampoco se fía la CE de que el laboratorio cumpla si en el futuro hay que revacunar.

“Al final das la sensación a la ciudadanía de que AstraZeneca no es la buena vacuna y que, por tanto, la podemos regalar a otros países”. Otros países pueden recibirla con los brazos abiertos, pero sabemos que funciona bien con la variante británica, en circulación en Europa. No tanto para evitar contagios frente a la sudafricana, aunque sí evita la muerte o enfermedad grave. Corremos el riesgo de que si finalmente la donamos, haya ciudadanos o gobiernos de “otros países que no la quieran, habrá que hacer por que la mala información no cale”.

Origen: Patentes en vacunas y Rafael Vilasanjuán: “El precio es el de una vida”

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