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¿Es un milagro? No, son las farmacias móviles

La revolucionaria tarea del Sistema Unificado de Atención Farmacéutica (SUAF)

Como es habitual, todos los jueves en la mañana, fui al mercado de frutas y verduras que ese día se apuesta en un parque de las cercanías de mi casa. Al finalizar la compra, observé con sorpresa un extraño y pequeño autobús estacionado en una de las esquinas. A través de las ventanas abiertas en la parte trasera del vehículo, se observaban algunos jóvenes que inquietos y activos se movían en el pequeño recinto. Abajo, mujeres y hombres emergían del bus en sendas filas mientras otros muchachos se encargaban de conversar con ellos. De acuerdo al lenguaje gestual que se miraba desde la distancia parecían estar respondiendo dudas y haciendo aclaraciones, La curiosidad me venció, por lo que decidí acercarme a fin de indagar de qué se trataba.

Ya en la cercanía pude cerciorarme que el transporte estaba habilitado como farmacia móvil que expendía medicinas a los ciudadanos que necesitaban adquirirlas. Imagino que, al ver mi cara de inquietud, una joven con extraordinaria amabilidad se dirigió a mí para preguntarme si podía ayudarme. Inicialmente pensé decirle que sólo estaba averiguando acerca de la labor que estaban realizando, pero recordé que debía comprar las medicinas que habitualmente consumo por prescripción médica y decidí ponerme en la fila.

Muy rápidamente fui atendido por un atento joven que, al escuchar mis requerimientos, dio pronta contestación, dándome precios que de inicio no logré comprender. Eran tan bajos que pensé que me estaba ofreciendo una cantidad menor de fármacos en relación a los que había solicitado. Tuve que pedir que repitiera los precios. Para mi sorpresa, no estaba equivocado, era cuatro y hasta seis veces más barato que lo que gasto usualmente.

Con agradecimiento me despedí de los jóvenes farmacéuticos, pero ya había sido permeado por la necesidad de saber cómo era posible vender medicinas a tan bajo precio al mismo tiempo que se mantenía un negocio que produjera ganancia a los que lo habían emprendido.

El jueves siguiente, consulté a los jóvenes quienes me dieron un contacto con su supervisor, el que me facilitó un teléfono al que llamé para concertar una cita en la que me di a conocer le dije que quería averiguar sobre el tema. Unos días después conversé con el Licenciado Edgar Rebolledo, Coordinador Nacional del Sistema Unificado de Atención Farmacéutica (SUAF).

Recordando aquellos primeros pasos, Rebolledo afirmó que: “el proyecto debió transitar por años muy duros a pesar de las facilidades que nos brindaba el Gobierno y la firme voluntad de los compañeros profesionales farmacéuticos, técnicos y trabajadores patriotas de vencer los obstáculos. Las sanciones y el bloqueo contra el país influían fuertemente sobre todas y cada una de las actividades nuestras, era un dilema conseguir transporte para trasladar los medicamentos hacia el país. Muchas empresas, al saber que el cliente era de Venezuela, aun siendo medicamentos, se oponían a prestar el servicio por temor a las sanciones. Así mismo, era muy complicado realizar las transacciones necesarias para cerrar los contratos en el exterior, toda vez que el país estaba desconectado del sistema financiero internacional y los fondos perseguidos.

Más adelante, el Coordinador Nacional del SUAF agregó que: “Habría que añadir a los inconvenientes, la existencia de mafias internas que se lucran de la crisis de muchas maneras, por un lado, aprovechan leyes y normativas que dejan vacíos jurídicos, y por otra, en función de sus intereses mezquinos, se valen de la inexistencia de un cuerpo legal necesario para desarrollar esta labor”.

Tratando de indagar a qué se refiere cuando menciona esta situación, a todas luces ilegal y violatoria de derechos humanos, Rebolledo fue tajante al afirmar que:” Estas mafias atacan al SUAF, porque lo consideran como el enemigo que podría acabar con el monopolio y la especulación en un sector vital para la vida del ser humano en general y de los venezolanos en especial,  siendo que el SUAF está develando la “falsa celestialidad” que se auto adjudicaban, haciéndole creer a los venezolanos que en el país no existían personas capaces de garantizar el abastecimiento de medicamentos y que ellos eran los únicos que poseían los conocimientos  para construir, sostener una industria farmacéutica a través de la importación y el dominio total de la cadena de distribución y dispensación de medicamentos. En realidad, son mafias traficantes del dolor humano, que aprovechan de la escasez de medicamentos, de la necesidad y de la salud del pueblo.

El joven gerente, concluyó diciendo que aquellos “fueron tiempos difíciles, no obstante, el trabajo, el conocimiento y la experiencia que hemos albergado en este proyecto durante estos años, está dando frutos muy positivos, por lo que esperamos muy pronto lograr la soberanía y la independencia de nuestro país en el campo farmacéutico”.

Antecedentes

Antes del encuentro con el licenciado Rebolledo, quise interiorizarme de la situación de la industria farmacéutica en el país para saber hacia dónde dirigir la investigación. Hasta el año 2014, el Estado había entregado anualmente un promedio de 7.196 millones de dólares al mercado farmacéutico nacional para que garantizara el abasto a la población. La producción era de 585 millones de unidades de medicamentos.

No obstante, la realidad indicaba que había un mercado desabastecido. En este sentido, vale decir que un índice óptimo señala que se debe tener acceso a 6,585 medicamentos per cápita. Pero en el año 2014, en Venezuela con 24 millones de habitantes aproximadamente, ese dato apunta a que se fabricaban 24,37 medicamentos por persona, lo cual era falso. Esta cifra hubiera sido expresión de un mercado sobre abastecido que no guardaba relación con la realidad

El desabasto del mercado estaba motivado entre otras cosas porque los industriales de la farmacia fugaban los dólares obtenidos del Estado y no producían. De la misma manera, muchos medicamentos elaborados en el país eran llevados al exterior con el fin de promover el derrocamiento del gobierno constitucional. Como referencia criminal del pasado, no se tiene cifras de cuántos pacientes pueden haber muerto por la carencia de este rubro esencial de insumos

Así mismo no existía relación entre la cantidad de unidades de medicamentos con las necesidades de la población de acuerdo al índice per cápita óptimo de 6 medicamentos por habitante que es la cifra manejada por el Estado.

Una matemática simple indica que, si dividimos la primera cifra entre la segunda, arroja un costo de 12,3 dólares por unidad de medicamento. Estas cifras obtenidas de las estadísticas que maneja la Cámara Nacional de Medicamentos Genéricos y Afines (Canameca), indica a las claras que las mismas no guardan relación con la realidad. Por ejemplo, el costo de producción de un tratamiento de Losartan usado para controlar la hipertensión es de mucho menos de un dólar y sin embargo se vende a 12, lo cual supera el 1.000% de ganancia.

Por otra parte, mientras en 2014, en América Latina se movilizaban 48 mil millones de dólares para producir y distribuir medicamentos, Venezuela con el 3,5% de habitantes de la región, participaba con el 14,79% de recursos financieros recibidos para abastecer el rubro, lo cual tampoco tiene relación alguna con la realidad.

Situación de la industria

Los hechos anteriores condujeron a que la industria farmacéutica nacional acumulara una gran riqueza en los últimos 15 años. Junto a ello, tras la caída de los precios del petróleo y la agresión externa creciente contra el país, que se comenzó a manifestar a través de sanciones y bloqueos, esta industria se sumó a la conspiración anti nacional que pretendía derrocar al gobierno, dejando de producir medicamento con la excusa que “no se les daba divisas para fabricarlos”. Pero el gobierno no podía seguir pagando 12 dólares por cada medicamento, sobre todo porque a pesar de que la industria los recibía, el mercado estaba desabastecido.

Según una fuente gubernamental, en esta situación, en 2018, el gobierno convocó a los laboratorios nacionales una reunión de bajo perfil a los dueños de los laboratorios nacionales para preguntarle por qué no se estaban produciendo los medicamentos necesarios para el país. La respuesta fue la ya conocida monserga, ahora un tanto modificada en la que se afirmaba que “el gobierno no le estaba dando divisas para importar la materia prima necesaria”. La controversia estaba planteada, el ente gubernamental responsable de este sector insistió en que el problema no era ese y demostró que miles de millones de dólares que se habían entregado se estaban enviando al exterior, pero los industriales de la farmacia reafirmaron que no iban a producir.

Uno de los funcionarios participantes en la reunión, me confirmó que trataron de explicar la difícil situación que atravesaba el país en medio de conspiraciones, sanciones y bloqueos, por lo que no podían seguir entregando dinero, habida cuenta la mala experiencia vivida hasta ese momento. A cambio, les proponen a los empresarios que el Estado compraría la materia prima de los medicamentos básicos para la salud del pueblo, los cuales serían entregados gratuitamente a la industria nacional para que pudieran producir y que sería el propio Estado el que compraría tales medicinas a precios internacionales para ser distribuidos a través del sistema de salud pública.

A continuación, el ente gubernamental solicitó los precios a los que se le iban a vender los medicamentos y se citó a una segunda reunión para dar continuidad a la negociación. Sin embargo, los empresarios dueños de las industrias, no asistieron y enviaron a empleados de segundo y tercer nivel con un listado. Tal representación no estaba acorde con la parte gubernamental que estaba negociando a través de sus más altos funcionarios. Esta decisión manifestaba desdén y desprecio hacia el Estado venezolano. Además de eso, sorpresivamente, las listas entregadas mantenían los precios por encima del 1.000% en referencia a los mercados internacionales.

La necesidad de dar respuesta a esta situación

Ante esta realidad, un grupo de empresarios patriotas, dotados de una gran sensibilidad social tomaron nota del asunto entendiendo que la salud es un derecho humano, no un simple negocio. Por esa razón, decidieron crear el SUAF.

Se trataba de poner a la orden del país las capacidades de un contingente empresarial que se allegara a abastecer un mercado desprovisto de los medicamentos básicos, necesarios para mantener la salud de los ciudadanos.

En esa medida, se proponían suministrar el producto a todo el territorio nacional garantizando cuatro elementos esenciales:

  1. Disponibilidad de medicamentos esenciales para enfrentar las enfermedades crónicas y agudas más comunes en Venezuela.
  2. Lograr que, en términos territoriales, el producto fuera accesible en todo el país, no sólo en el centro de las grandes ciudades, garantizando que los precios estuvieran al alcance de todos los ciudadanos.
  3. Contrarrestar el uso abusivo de la propiedad y el dominio sobre los medicamentos, es decir eliminar el monopolio sobre la producción, distribución y dispensación de los fármacos.
  4. Coadyuvar a la toma de conciencia por parte de la población, generando confianza en el Estado y garantizándole al ciudadano la existencia permanente de sus medicamentos en el país para que no se acumulen de forma innecesaria en los hogares y también evitar el mercado ilegal de los mismos.

Para ello, se estableció un acuerdo con el Ministerio de Comercio, buscando el total abastecimiento del país, instalando farmacias que ofrecieran precios solidarios para el pueblo y a la vez que fueran competitivos en el mercado.

De esta manera, comienza la apertura de farmacias en la Gran Caracas, a fin de generar estabilidad en el suministro de la capital, firmando sub convenios con instituciones del Estado y logrando emplazar un número importante de farmacias en Caracas, la Guaira y Miranda.

Tales establecimientos provocaron una sensación de alivio en la población beneficiaria. Sin embargo, a pocas semanas de iniciar el programa, durante los primeros meses del año 2020, la pandemia de Covid19 que afectó a todo el planeta, obligó a hacer un replanteamiento del proyecto.

La cuarentena severa y necesaria adoptada por el gobierno impedía que los ciudadanos salieran de sus viviendas para adquirir medicamentos. En este contexto, las empresas tradicionales del sector farmacéutico, aprovecharon para duplicar y triplicar los precios de los pocos fármacos que ofrecían al mercado

La investigación de los expertos permitió descubrir que en varios países de América Latina y de Europa, existía una modalidad de abastecimiento farmacéutico con unidades móviles. A partir de ello, se procedió a acondicionar los vehículos necesarios para iniciar esta práctica en el país y en menos de 20 días dio inicio a la atención en barriadas populares de Caracas, la Guaira y Miranda a través de esta variante de reparto.

En la medida que esta singularidad comenzó a exponer resultados altamente satisfactorios y un éxito indudable, se hizo necesario incrementar las unidades que debían prestar el servicio. Se comenzó a trasladar los medicamentos hasta las cercanías de los hogares de los ciudadanos más humildes con un precio de hasta 80% menos que el costo en las empresas tradicionales del mercado.

Para ello se estableció una relación estrecha con las organizaciones sociales, comunales y del poder popular en cada comunidad, parroquia y barrio, las que avalaban y certificaban la condición social y de vulnerabilidad del paciente. De esta manera se inició una nueva fase del proyecto que consistió en darle un mayor protagonismo al pueblo y sus organizaciones en la búsqueda de solucionar el problema de provisión farmacéutica.

En esta situación, el tradicional sector farmacéutico especulador se opuso a bajar los precios a pesar que sus ventas en la capital se estaban reduciendo, por lo cual pusieron el énfasis de su trabajo en el interior del país, en primer lugar, en los estados adyacentes a Caracas y la zona metropolitana, cuando la población además enfrentaba graves problemas de circulación motivados en la carencia de combustibles, lo cual condujo a un incremento de precios mucho mayor que el ya existente.

Los empresarios agrupados en el SUAF sintieron la necesidad de salir de la capital y garantizar el suministro de medicamentos a menor precio también en el interior del país. Es así como se inició la expansión en el resto del territorio nacional, lo cual entrañó nuevas dificultades habida cuenta los problemas que las sanciones y el bloqueo generaban.

En términos prácticos, ello significaba que además de que el transporte interno estaba casi paralizado, en el internacional ocurría algo similar. Hay que destacar que la línea aérea Conviasa realizó un tremendo esfuerzo para sortear las sanciones y traer los medicamentos. En el mismo ámbito se inscriben los trances que debieron superarse para conseguir camiones aptos para acondicionarlos como farmacias móviles. Una vez resueltos estos problemas se pudo pasar a una nueva fase de trabajo.

Nuevos objetivos

El proceso de ampliación territorial fuera de la capital comenzó en el estado Carabobo, el tercero más poblado del país. La estrategia decidida estableció dar continuidad al proceso de expansión por los estados costeros, luego el centro, para posteriormente insertarse en los estados fronterizos. En este momento el SUAF tiene presencia en todos los estados.

A partir de entonces se trazaron las nuevas metas orientadas a avanzar en términos de producción, educación, investigación y un incremento aún mayor de la distribución.

En el ámbito de la producción, se ha elaborado un plan a través del cual se propone consolidar un complejo industrial que abastecerá el 60% de los medicamentos esenciales que el país requiere. Este plan ha sido elaborado con base en un estudio del consumo y la necesidad del país que considera las enfermedades crónicas y agudas que copan la aplastante mayoría de enfermedades de Venezuela. De la misma manera, se parte de la idea de que un país no puede garantizar su soberanía a través de la dependencia a monopolios transnacionales, la cual era la práctica habitual en el pasado.

En esta categoría, vale decir que el país cuenta con todos los recursos materiales y el talento humano necesario para contribuir a la industrialización y a establecer la soberanía en esta área. Para ello se facilitarán a los profesionales de la farmacia la posibilidad de iniciar microindustrias farmacéuticas que cubran todo el territorio nacional para —como se dijo antes— romper la centralización en la capital, a través del asesoramiento, acompañamiento, financiamiento y la debida protección para que no sean afectados por la voracidad de las grandes empresas.

En el aspecto educativo y formativo se va a crear la carrera de farmacia en otras universidades para que sumen a Los Andes, Central de Venezuela y Santa María a fin de incrementar el adiestramiento en este ámbito. Para cumplir este objetivo se firmó un convenio con la Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas (Unefa) a fin de dar inicio a la carrera de farmacia en este centro docente superior, el más grande del país. Así, se podrán titular los mejores trabajadores del SUAF.

De la misma manera, se ofrecerán cursos de pregrado, a partir del reclutamiento que hará el área de talento humano del SUAF. Además, ya se iniciaron diplomados para áreas farmacéuticas específicas en las cuales se estarán especializando profesionales en ámbitos como producción, farmacología y otros. De igual forma, se están impartiendo cursos para técnicos y trabajadores a fin de que se formen como auxiliares de farmacia. En esos casos, se pone el énfasis no solamente en el estudio de la técnica específica, también en la atención al público, ética farmacéutica, entendiendo que este trabajo más que un negocio, es un derecho humano. Estos estudios serán gratuitos y tendrán un sólido sustento profesional y científico para que redunden en una alta calidad de la atención. De esta forma se les dará acceso a los estudios superiores a jóvenes provenientes de familias humildes y de escasos recursos que de otra manera no podrían tener entrada a una profesión universitaria en el área farmacéutica.

De igual forma, se creará el Instituto Técnico Profesional SUAF para la formación de los actuales y futuros trabajadores en las áreas administrativas, de auditorías, contraloría, verificadores de proceso y por supuesto farmacia.

En el plano de la investigación, se trata de poner al país en un nivel superior en el mundo con la meta clara de enfrentar los retos futuros que puedan plantear una nueva pandemia o una epidemia. Para ello se ha acordado conversar con el gobierno a fin de estrechar vínculos que permitan asumir en conjunto los desafíos que puedan traer los nuevos tiempos. A través de estos acuerdos, se establecerán relaciones con países amigos con el objetivo de intercambiar experiencias y crear sólidas bases de cooperación y apoyo.

En relación a este tema, se quiere resaltar que la industria nacional alega que sus altos y excesivos costos obedecen a la inversión que deben hacer en investigación, aunque los medicamentos que se producen en Venezuela y que se venden a precios altos poseen una formulación técnica de sus principios activos que se pueden conseguir en cualquier buscador de internet de forma abierta y gratuita. Vale decir que todos los medicamentos que se venden en el país, tienen la misma condición.

Por su parte, en el contexto de la ampliación de la distribución habría que decir que hasta 2019, el gran capital representado por las cadenas de grandes negocios del sector, venía destruyendo a las farmacias pequeñas, familiares, o aquellas formadas por profesionales independientes que estaban muy arraigadas en la cultura popular, las tradiciones y las costumbres, sobre todo en las pequeñas ciudades y comunidades rurales del interior del país.

Así mismo, cuando explotó la crisis económica que provocó escasez de medicamentos, muchos pequeños negocios tuvieron que cerrar sus negocios, y los que quedaron, se vieron obligados por la industria especuladora a dispensar medicinas al público con altos precios, sin ser ellos los responsables de esos elevados importes. Su porcentaje de ganancia es muy bajo por las limitaciones que impone el Estado. Finalmente, al igual que los consumidores, ellos son víctimas de esa industria que especula y lucra de manera exorbitante con los precios. Pero, por otro lado, hay que decir que esas pequeñas farmacias, están siendo afectadas por los bajos precios del SUAF.

En este ámbito se intentará establecer una distribución en cada estado, dándole la posibilidad de acceder a medicinas a bajos costos que les permitan ofrecer a la ciudadanía, precios accesibles similares a los que ofrece el SUAF. De esta manera se pretende cuidar estas farmacias y protegerlas de la industria especulativa nacional e internacional y del propio SUAF por los daños colaterales que este pueda generar. Es una forma de apoyar a las farmacias tradicionales y a los emprendimientos de profesionales que desean iniciar su propio negocio.

Finalmente, habría que decir que esta propuesta está encaminada a lograr un sistema nacional de abastecimiento farmacéutico soberano e independiente a través de la producción, distribución, dispensación, educación e investigación más humana y de carácter social.

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