Opinión

De los ADPICs a la Pandemia: la catástrofe de la Propiedad Intelectual para la Humanidad

Observatorio Sudamericano de Patentes

Desde la creación por parte de corporaciones internacionales de los denominados acuerdos ADPICs de 1995 (Acuerdos sobre la Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) nada bueno ha sucedido en beneficio de las grandes mayorías de la población mundial.

Los ADPICs permitieron el patentamiento antes prohibido de productos farmacéuticos, variedades vegetales, organismos transgénicos y todo tipo de productos, aparatos y procesos, como también una nueva normativa relacionada con las marcas comerciales.

Los ADPICs como mecanismo fundamental del capitalismo globalizado permitieron a través de la armonización de la normativa de propiedad intelectual nacional y regional, expandir los mercados de las empresas de los países centrales en el resto del mundo.

Pasadas casi 3 décadas, los resultados de la aplicación de estos acuerdos globales fue el aumento en la concentración de ganancias y el fortalecimiento de los mecanismos de apropiación en los países periféricos mediante las leyes de patentes, marcas y transferencia de tecnologías/know-how.

Las denominadas flexibilidades contenidas en los acuerdos, como las licencias obligatorias, pocas veces fueron utiizadas por causa de la presión ejercida por las empresas farmacéuticas sobre los Estados que alguna vez intentaron implementarlas.

En el peor momento de la humanidad de los últimos tiempos, la Pandemia del Covid, los gobiernos de los Estados Unidos y sus aliados, obstaculizaron en la Organización Mundial del Comercio (OMC, quien administra el Acuerdo ADPIC), las licencias para la producción de las vacunas necesarias para contrarrestar la epidemia del virus sars-cov2, que generó una crisis humanitaria mundial con al menos 15 millones de óbitos.

Los gobiernos protegieron a las empresas farmacéuticas Pfizer-Biontech y Moderna, poseedoras de la tecnología del ARN mensajero necesario para la fabricación rápida de los medicamentos y para el mantenimiento de la vida ante el peligro del letal virus, sobretodo en aquellas personas más vulnerables a la epidemia.

La codicia y el cinismo desplegado por las grandes potencias y sus satélites, bloquearon la solicitud de países en desarrollo, quienes exigieron repetidamente la aplicación de las cláusulas contenidas en los ADPICs para licenciar la tecnología ARNm y permitir ampliar la producción en masa de la vacuna.

El accionar malicioso de estas corporaciones estadounidenses y británicas condenó a millones de personas a la angustia ante la pérdida de familiares queridos, solamente por acrecentar sus ganancias y dividendos con la venta de vacunas y el aumento del precio de sus acciones.

La OMS, comentarista de la pandemia, fue también cómplice de las atrocidades ejecutadas por EEUU ante el reclamo de los países que dignamente exigían una rápida respuesta a las necesidades del momento, ahora olvidadas por las agencias noticiosas financiadas para blindar al poder real que gobierna el mundo al establecer nuevos tratados globales para controlar la salud (vida y muerte) de los habitantes de este planeta.

China y Rusia salvaron a millones de personas gracias a sus vacunas de tecnología tradicional desarrolladas por sus científicos y distribuidas a terceros países para frenar la diseminación viral, de la que aún se desconoce su causa.

La pandemia de los ADPICs obliga a los países, sus pueblos y sus “vanguardias sanitarias” a replantearse los tratados sobre propiedad intelectual y sus leyes de patentes vigentes que resultaron ser una trampa para el acceso a los medicamentos necesarios, antes y durante la epidemia, siendo una amenaza real para el mantenimiento de la vida en el futuro.

Una verdadera catástrofe para la humanidad.

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