El lado oscuro del sector farma: Patentes prolongadas, precios inflados y acuerdos encubiertos
Por consalud
La industria farmacéutica es uno de los pilares de la salud pública global. Su papel en la investigación, desarrollo y distribución de tratamientos salva vidas y mejora la calidad de vida de millones de personas. Sin embargo, su estructura económica y dinámica competitiva han dado lugar a un conjunto de prácticas que distorsionan el mercado, limitan la competencia y elevan los precios de los medicamentos, en perjuicio de los pacientes.
En este contexto, una reciente investigación ofrece una revisión exhaustiva de estas estrategias. El trabajo analiza desde una perspectiva teórica y empírica las maniobras que algunas compañías utilizan para mantener posiciones dominantes y maximizar sus beneficios, incluso a costa del acceso a los tratamientos y la eficiencia del mercado.
Entre las prácticas destacadas se encuentra el “evergreening” o alargamiento de patentes, consistente en introducir modificaciones menores en medicamentos ya existentes para extender la protección de patente sin mejoras terapéuticas significativas. Esta estrategia permite a las empresas prolongar su exclusividad en el mercado y evitar la entrada de genéricos, lo que mantiene los precios elevados y reduce las alternativas para los consumidores. Según el análisis económico incluido en el estudio, la rentabilidad de estas extensiones se optimiza cuando la empresa logra incrementar el valor presente neto derivado de la exclusividad prolongada, lo que incentiva inversiones en mejoras marginales más que en innovación disruptiva.
La rentabilidad de estas extensiones se optimiza al incrementar el valor presente neto derivado de la exclusividad prolongada
Otra práctica analizada es el llamado “pay-for-delay”, mediante el cual los fabricantes de medicamentos de marca pagan a empresas de genéricos para que retrasen su entrada al mercado. Este tipo de acuerdos, aunque sujetos a regulación antimonopolio, siguen generando preocupación por su impacto en el bienestar del consumidor. La investigación cuantifica la pérdida de eficiencia social a través de la “pérdida irrecuperable” que surge de la diferencia de precios y volúmenes entre una situación de monopolio y otra de competencia efectiva. En términos de incentivos empresariales, el pago a la empresa de genéricos puede considerarse rentable si el beneficio por mantener precios altos supera el coste del acuerdo.
El abuso del poder de mercado y el incremento excesivo de precios constituye otro eje crítico del estudio. En productos con demanda inelástica las empresas pueden aumentar sustancialmente los precios sin que la demanda se vea afectada de forma significativa. Esto se traduce en márgenes de beneficio desproporcionados y una reducción del bienestar social. Mediante el uso de varios modelos económicos, los autores demuestran cómo estas conductas se sostienen bajo estructuras oligopólicas o monopolísticas, y cómo las intervenciones regulatorias son esenciales para restaurar el equilibrio.
El estudio también incorpora un componente menos habitual en este tipo de análisis: el papel de los mercados financieros, y, en particular, de los inversores bajistas o short-sellers, en la supervisión del comportamiento empresarial. Estos agentes, que obtienen beneficios al apostar por la caída del precio de las acciones, cumplen una función clave al identificar compañías sobrevaloradas o que presentan indicios de prácticas fraudulentas. Al realizar análisis financieros forenses y detectar irregularidades contables, los short-sellers pueden alertar a los reguladores y acelerar la corrección del precio de mercado de empresas con comportamientos anticompetitivos.
Estos agentes cumplen una función clave al identificar compañías sobrevaloradas o que presentan indicios de prácticas fraudulentas
Históricamente, esta figura ha sido fundamental para destapar escándalos corporativos en el sector farmacéutico. El estudio menciona el caso de Valeant Pharmaceuticals, cuya cotización cayó de más de 250 a 30 dólares (231,59 a 27,79 euros) tras la publicación de un informe de Citron Research que denunciaba prácticas de facturación engañosa y manipulación de ingresos. El análisis del retorno anormal acumulado en torno a la publicación del informe confirma que el mercado reaccionó de manera significativa a la información difundida por los inversores bajistas, lo que refuerza su papel como vigilantes del mercado.
No obstante, el papel de los short-sellers no está exento de controversia. Durante la crisis financiera de 2008, varios países impusieron prohibiciones temporales a la venta en corto, con el objetivo de estabilizar los mercados. Sin embargo, según demuestra el estudio, estas restricciones aumentaron la volatilidad, ampliaron los márgenes de compra-venta (bid-ask spreads) y redujeron la liquidez, debilitando el funcionamiento eficiente del mercado. El análisis empírico emplea indicadores como el ratio de volatilidad y el índice de iliquidez de Amihud para ilustrar cómo estas medidas pueden tener efectos contraproducentes.
Además de su papel como actores especulativos, los vendedores en corto utilizan sus estrategias también con fines de cobertura o hedging, minimizando el riesgo de caída de carteras en mercados inestables. Su participación, por tanto, no sólo mejora la eficiencia en la formación de precios, sino que también contribuye a la estabilidad general del sistema financiero, si se implementa bajo marcos regulatorios adecuados.
El estudio aboga por una acción coordinada entre reguladores y agentes financieros para frenar las prácticas anticompetitivas en el sector farmacéutico. Propone reforzar el control sobre patentes, limitar las subidas de precios de medicamentos esenciales y exigir mayor transparencia, incluida la divulgación en tiempo real de posiciones cortas.
Además, sugiere aplicar cortafuegos en la venta en corto y prohibir la venta sin cobertura. Finalmente, recomienda el uso de algoritmos avanzados para detectar precozmente fraudes o manipulaciones de precios.