Europa alerta sobre uno de los antibióticos más usados en España y recomienda restringir su uso
La Agencia Europea del Medicamento acaba de anunciar restricciones a unos de los antibióticos más consumidos de España, la azitromicina, y la eliminación de varias de sus indicaciones.
La razón es que el amplio uso del medicamento favorece las resistencias bacterianas, uno de los principales problemas de salud mundial: en 2019 murieron 1,27 millones de personas en todo el mundo por este problema.
Tras realizar un análisis de los beneficios y los riesgos, el Comité de Medicamentos de Uso Humano ha redefinido las dosis recomendadas, las interacciones con otros medicamentos y las contraindicaciones para varios usos.
Estas indicaciones van desde infecciones del tracto respiratorio superior e inferior a enfermedades de transmisión sexual, pasando por infecciones dentales o del aparato reproductor femenino.
Además, las indicaciones para acné moderado, la prevención de ataques de asma o la erradicación de la Helicobacter pylori serán eliminadas.
Por otro lado, la agencia recomienda incluir nuevas advertencias en la información del producto para subrayar el riesgo de resistencias y que solo se inicie tratamiento con el fármaco tras una ponderación rigurosa de sus ventajas e inconvenientes.
“No es un antibiótico que deba usarse en primera línea de tratamiento”, afirma rotunda Maite Jorge, responsable del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Y matiza: “Se prescribe con frecuencia, lo que no quiere decir que sea correcto. Se hace mal uso de su prescripción“.
La azitromicina se prescribe tanto en la atención primaria como la hospitalaria, pero es en la primera de ellas donde está el grueso de su uso: en 2019 fue el antibiótico más utilizado tras la combinación de amoxicilina y ácido clavulánico.
Jorge insiste: “No debería utilizarse como primera opción salvo casos muy concretos, como faringoamigdalitis en personas alérgicas a betalactámicos [como la penicilina]”.
Facilidad de uso
Entonces, ¿por qué se prescribe tanto? La clave está en la facilidad de uso. “La posología es fácil, se toma una vez al día en pauta corta de tres días, y el médico se asegura la adherencia del paciente”.
Sin embargo, a diferencia de los betalactámicos, que permanecen en el organismo unas 24-48 horas como máximo, la azitromicina puede llegar a detectarse hasta 21 días después de finalizado el tratamiento.
“Esto puede hacer que haya una presión selectiva de bacterias resistentes, no solo frente a la azitromicina sino a otros medicamentos de la misma familia, como la eritromicina”, apunta Rafael Cantón, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Por eso, la Organización Mundial de la Salud —que ha listado las bacterias resistentes en el top 10 de las principales amenazas a la salud pública mundial— lo tiene incluido en el listado de antibióticos a vigilar por su mayor potencial de generar resistencias antimicrobianas.
El fármaco tiene algo más de dos décadas de vida y su éxito es indudable. De hecho, Cantón recuerda que, con la pandemia, vivió un repunte después de que varios estudios señalaran sus efectos beneficiosos.
Y es que, a pesar de que el SARS-CoV-2 es un virus y los antibióticos funcionan frente a bacterias, las características de la azitromicina la hacían ideal para evitar infecciones secundarias.
“De aquella sobreutilización ha quedado una buena imagen del fármaco”, comenta. Además de su actividad antimicrobiana, impide la formación de biopelículas y tiene efecto antiinflamatorio, dos ventajas que han favorecido su uso frente a otros.
“Se ha abusado de su uso, indudablemente”, considera Cantón. “Si uno se fija tanto en las indicaciones como en las guías de tratamiento, en muy pocos casos es la primera elección terapéutica”.
Por eso, los médicos consultados por EL ESPAÑOL ven positiva esta restricción de su uso. No es el primer antibiótico en que se hace. “Se ha concienciado mucho sobre quinolonas y se han lanzado advertencias sobre, por ejemplo, el uso de amoxicilina y ácido clavulánico“, comenta el portavoz de SEIMC.
Hace una década, España puso en marcha el Plan Nacional frente a la Resistencia a Antibióticos. Desde entonces, su consumo (en el ámbito de la salud humana) se ha reducido un 13,5%.
Tras vivir su punto más bajo —al igual que muchos otros tratamientos— el año de la pandemia, sin embargo, su uso comenzó a aumentar.
La tendencia ha sido similar a nivel continental, advierte la Agencia Europea del Medicamento. El reciente estudio DARWIN EU, coordinado por el organismo, observó que su uso había aumentado entre 2012 y 2020 en cuatro de las seis bases de datos disponibles.
“Se está trabajando mucho en la formación de los médicos residentes y jóvenes para atajar este problema”, explica la médica de familia Maite Jorge. “Pero también existe una presión por parte de los pacientes para recibir prescripciones de antibióticos“.
En estos casos, Jorge explica lo importante que es informar a los pacientes que estos fármacos no funcionan para infecciones víricas.
También se dan casos de que haya dudas sobre el tipo de infección y su tratamiento, sobre todo en las urgencias hospitalarias y de atención primaria. “En ese caso, existe la prescripción diferida 48 horas, en la que el paciente irá a por el medicamento a la farmacia si no ha mejorado”.
Origen: Europa alerta sobre de uno de los antibióticos más usados en España y recomienda restringir su uso