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La suciedad puede fortalecer el sistema inmunológico infantil

Por: Miguel Jara

En un mundo cada vez más obsesionado con la limpieza y la higiene, donde los productos desinfectantes, las superficies esterilizadas y las rutinas sanitarias son moneda corriente, parece que nos hemos olvidado de algo fundamental: La relación entre la suciedad y la salud.
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La idea de que unos pequeños empolvados, cubiertos de «roña», con manchas de tierra en las rodillas y una sonrisa llena de suciedad, puedan tener un sistema inmunológico más fuerte y menos propenso a alergias o asma, puede sonar contraintuitivo para muchos.

Sin embargo, la ciencia empieza a respaldar esta noción con datos sólidos y teorías emergentes que desafían nuestras convenciones.

La inmunidad en la infancia

El sistema inmunológico, esa red de células y mecanismos que nos protege de invasores externos, no surge instantáneamente ni se fortalece solamente con vacunas y cuidados extremos. De hecho, uno de los aspectos más fascinantes de la inmunología infantil radica en su capacidad de aprender y adaptarse mediante la exposición.

Cuando un bebé nace, su sistema inmunológico es como el propio organismo humano que necesita aprender a distinguir lo que es peligroso de lo que no lo es.

Desde sus primeros meses, la exposición controlada a diferentes microorganismos y al entorno en general permite a esa pequeña máquina de defensa familiarizarse con un ecosistema del que forma parte.

Cada contacto con la suciedad, cada mancha en la camiseta, cada mancha de tierra, contribuye a la maduración de ese sistema. Es decir, la suciedad en sí misma no es un enemigo, sino un aliado potencial en la construcción de un sistema inmunológico fuerte y equilibrado.

La hipótesis de la higiene: ¿una exagerada obsesión con la limpieza?

Durante décadas, la implementación del concepto de la “hipergestión higiénica” ha sido incentivada por la industria de la limpieza y la salud pública, que promueve entornos extremadamente desinfectados como la norma para prevenir enfermedades.

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Sin embargo, algunos científicos y expertos en salud empiezan a cuestionar el impacto de esta obsesión por eliminar cualquier microorganismo con la intención de proteger a los niños.

La hipótesis de la higiene, formulada en los años 80, plantea que la exposición temprana a ciertos microorganismos podría ser clave para prevenir enfermedades autoinmunes y alergias.

Los niños criados en ambientes excesivamente limpios, sin contacto con microorganismos diversos, estarían en mayor riesgo de desarrollar asma, eczema, rinitis y otras condiciones relacionadas con las alergias.

Estudios recientes muestran claramente una correlación: cuanto más higiene extrema, mayor tendencia a la aparición de estas patologías.

Un trabajo publicado en la revista Nature en 2023 revela que la exposición a bacterias benignas y hongos en la infancia puede modular positivamente la respuesta inmunitaria. Los niños que crecen en entornos rurales, con contacto frecuente con tierra, animales y polvo, parece que tienen un menor riesgo de desarrollar asma y alergias en comparación con sus pares que se criaron en ambientes ultra limpios y sin contacto con microbios.

Particularmente interesante es el papel de los microorganismos que habitan en la piel, en la caspa y en el polvo doméstico. Estos, lejos de ser simples contaminantes, parecen funcionar como un «entrenamiento» para el sistema inmunológico, ayudándole a distinguir entre lo que es peligroso y lo que no lo es.

La teoría conocida como «la hipótesis de la higiene» sostiene que la carencia de exposición a estos microbios en las primeras etapas de la vida puede provocar una respuesta inmunitaria desregulada, centrada en atacar lo que considera invasores peligrosos, aunque en realidad son elementos inocuos o incluso beneficiosos.

Caspa, polvo y suciedad: aliados inadvertidos

Muchos padres y cuidadores pueden sorprenderse al escuchar que pequeñas manchas de polvo, restos de caspa, tierra en las rodillas o incluso las bacterias que habitan en la suciedad pueden tener un efecto positivo en la salud infantil.

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La clave, por supuesto, está en la moderación y en la exposición controlada. No se trata de que los niños vivan en un ambiente insalubre o sin atención, sino de que puedan interactuar con su entorno sin un miedo irracional a la suciedad.

El Dr. Graham Rook, inmunólogo de la University College London, ha defendido esta perspectiva en múltiples publicaciones. Según Rook, las bacterias de la suciedad pueden ayudar a fortalecer las barreras inmunitarias de los niños, reducir la probabilidad de que desarrollen respuestas inmunes exageradas y, en última instancia, disminuir las tasas de alergias y asma.

Este enfoque paradójico desafía la lógica convencional que nos lleva a limpiar demasiado. Esterilizar en exceso, acabaría siendo contraproducente. La idea no es promover la suciedad sin control, sino entender que un poco de desorden y exposición puede ser beneficioso.

La clave está en encontrar el equilibrio: permitir que los niños tengan contacto con entornos que no sean tan pulcros, excesivamente limpios, y que puedan interactuar con la naturaleza, la tierra y elementos cotidianos que contienen microorganismos útiles para su desarrollo inmunológico.

Este cambio de paradigma también tiene implicaciones en las políticas públicas y en las prácticas cotidianas en el hogar y en las guarderías o escuelas. Muchas instituciones están reconsiderando los programas de limpieza y fomentando en cambio la naturaleza y el contacto con diferentes ambientes microbianos.

Por ejemplo, el método hygiene hypothesis o hipótesis de la higiene recomienda no eliminar completamente toda suciedad ni evitar que los niños jueguen en el barro, en la tierra o en parques rurales.

De hecho, algunos padres están optando por prácticas como permitir que sus hijos disfruten de la naturaleza sin preocuparse demasiado por el polvo o la tierra, entendiendo que ese contacto fomenta su sistema inmunológico. Igualmente, en varias investigaciones se ha sugerido que la exposición a mascotas, como perros y gatos, en los primeros años de vida también puede ayudar a reducir la prevalencia de alergias y asma.

En suma, la ciencia moderna nos invita a volver a repensar nuestras prácticas higiénicas, la crianza y la percepción de la suciedad. Lejos de ser un enemigo a temer, la suciedad puede ser una herramienta poderosa para fortalecer el sistema inmunológico infantil, reducir riesgos de alergias y asma, y promover un desarrollo integral más saludable.

Origen: La suciedad puede fortalecer el sistema inmunológico infantil – Miguel Jara

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