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Un nuevo orden económico internacional para el siglo XXI: una agenda industrial y comercial desde el sur global 

Por José Miguel Ahumada y Ha-Joon Chang*
Frente a un sistema comercial cada vez más inestable y desigual, los países del Sur global tienen la oportunidad de reclamar herramientas para defender e incentivar su desarrollo.

Pocas dudas existen de que estamos presenciando una crisis del orden económico internacional. El contexto global actual está marcado por una profundización de la crisis ecológica, una revolución digital en marcha, una fragmentación del sistema multilateral y un renovado proteccionismo en el Norte global frente al ascenso tecnológico de China.

En este escenario, los países del Sur global enfrentan múltiples desafíos. En primer lugar, las medidas arancelarias unilaterales no sólo golpean negativamente al comercio internacional, sino que son usadas como mecanismos de presión para forzar concesiones comerciales y regulatorias. Por ejemplo, las recientes amenazas arancelarias de Estados Unidos condicionaron a diversos países y los llevaron a alinearse geopolíticamente con ese país, profundizar la liberalización comercial y eliminar políticas de protección y apoyo a sus estructuras productivas internas.

En segundo lugar, mientras las economías desarrolladas implementan regulaciones a la inversión extranjera para proteger sus industrias domésticas y exigir transferencias tecnológicas —aprendiendo de experiencias como las del Este Asiático y China— muchos países periféricos siguen atados a marcos regulatorios pro-inversionistas establecidos en Tratados de Libre Comercio (TLC) y Acuerdos de Protección de Inversiones (APIs) con esas mismas potencias. Estos acuerdos limitan herramientas claves de política industrial, como la exigencia de transferencias tecnológicas en sectores estratégicos, por ejemplo en los minerales críticos. En tercer lugar, las grandes corporaciones del Norte global, apoyadas por una arquitectura multilateral y bilateral que sobrerregula los monopolios intelectuales, ejercen un control estricto sobre los activos tecnológicos, restringiendo la difusión oportuna de tecnologías clave. Esto quedó en evidencia cuando los países desarrollados rechazaron en la Organización Mundial del Comercio (OMC) la propuesta de suspensión de patentes (TRIPS waiver) presentada por India y Sudáfrica durante la pandemia de Covid 19.

Finalmente, en medio de la revolución digital, las grandes corporaciones tecnológicas han intensificado la extracción y procesamiento de datos, optimizando algoritmos mediante economías de escala y alcance. Estas firmas, mayoritariamente radicadas en economías desarrolladas, concentran el procesamiento de datos mientras que los países periféricos actúan principalmente como proveedores de datos en bruto, generando un flujo constante de datos gratuitos desde la periferia al centro, y un flujo inverso de datos procesados y bienes de alto valor agregado.

En esta coyuntura crítica, los países en desarrollo corren el riesgo de quedar nuevamente confinados al rol de exportadores de materias primas y bienes de bajo contenido tecnológico, altamente dependientes de decisiones adoptadas en los centros globales. No obstante, este destino no es inevitable. Dependerá de la capacidad del Sur global para articular una agenda de múltiples niveles, que incluya políticas industriales nacionales, nuevas formas de cooperación regional y presión por reformas comerciales multilaterales. En suma, se trata de impulsar un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) para el siglo XXI que supere la crisis del sistema comercial multilateral vigente.

¿Qué principios generales debiera contener esta propuesta? Identificamos cuatro pilares centrales para orientar una discusión urgente entre los países del Sur sobre la reforma de la economía internacional.

1. Un nuevo acuerdo sobre inversión extranjera: Del control a la transferencia tecnológica

Bajo el argumento de evitar “barreras al comercio”, el régimen global de inversiones actual restringe severamente la capacidad de los Estados para exigir transferencias tecnológicas, contenido local o reinversión de utilidades en redes productivas domésticas. Este marco ha obstaculizado la difusión tecnológica y el desarrollo productivo en las economías periféricas.

Tal como demandaron los países del Tercer Mundo en los 70, este principio debe revertirse mediante un nuevo acuerdo que permita a los países en desarrollo exigir a los capitales extranjeros que reinviertan en I+D local, cumplan requisitos de contenido nacional y generen encadenamientos con industrias domésticas.

Estas medidas fueron implementadas por distintos países durante sus procesos de despegue económico, desde Noruega y Corea del Sur en el siglo XX hasta casos más recientes como China e Indonesia. Sin embargo, su aplicación requiere reformar o superar los APIs (incluidos los mecanismos de solución de controversias inversor-Estado), que actualmente imponen reglas que bloquean esta caja de herramientas de política industrial.

2. Superar los monopolios intelectuales: Hacia regímenes de propiedad intelectual para el desarrollo

El régimen internacional de propiedad intelectual actual protege en exceso a los titulares de patentes, mayoritariamente radicados en el Norte global. Esto ha ampliado el poder de mercado de las firmas tecnológicas monopólicas y ha limitado el acceso al conocimiento en los países consumidores.

Existe un claro desequilibrio entre los derechos temporales de monopolio que otorgan las patentes y la necesidad social de acceso al conocimiento, especialmente en contextos de emergencias globales. Un multilateralismo orientado al desarrollo debe restaurar la autonomía de los Estados para fijar reglas de propiedad intelectual compatibles con sus niveles de desarrollo y estrategias económicas.

La historia enseña que las economías hoy líderes en tecnología no se desarrollaron bajo regímenes de sobreprotección de patentes, sino mediante normas flexibles alineadas con sus necesidades. Recuperar esa flexibilidad es clave para cerrar brechas productivas y garantizar una transición ecológica justa.

3. Protección verde asimétrica: Justicia climática y desarrollo

En el contexto de la guerra comercial, los países ricos han eludido las normas comerciales que ellos mismos promovieron, aplicando medidas proteccionistas unilaterales que afectan desproporcionadamente a las economías periféricas.

Es necesario trascender tanto el unilateralismo de las guerras comerciales como el multilateralismo neoliberal que ignora las diferencias estructurales entre países. Por ejemplo, los aranceles verdes deberían regirse por el principio de “Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas” (CBDR), para garantizar una transición verde justa e inclusiva.

Proponemos tres medidas clave: primero, eximir a los países en desarrollo de los aranceles verdes para fomentar su crecimiento e inversión en producción sostenible; segundo, legitimar los subsidios productivos que impulsen industrias verdes y estratégicas, y tercero, establecer reglas arancelarias asimétricas, con mayores restricciones para las economías desarrolladas, cuyas políticas generan mayores impactos globales.

4. Soberanía digital y regionalismo tecnológico

El dominio de las plataformas digitales del Norte reproduce una nueva forma de colonialismo: los países del Sur entregan datos de forma gratuita, sin control ni beneficios. Esto exige esfuerzos regionales y multilaterales coordinados para establecer reglas que permitan al Sur global recuperar el control sobre los datos hoy cedidos gratuitamente a corporaciones extranjeras.

Proponemos retomar la agenda impulsada por el Tercer Mundo en torno a la soberanía permanente sobre los recursos naturales, aplicándola ahora a los datos digitales. Estos deben estar sujetos a soberanía nacional y ser accesibles públicamente (con salvaguardas de privacidad), para apoyar el desarrollo local. Al mismo tiempo, debe promoverse un nuevo regionalismo digital mediante el desarrollo de infraestructura pública de banda ancha.

No basta con controlar los datos: para generar valor agregado se requiere procesamiento a gran escala, lo que demanda una estrategia digital regional entre países periféricos. Esta estrategia debe incluir infraestructura compartida (como servidores y centros de datos interconectados), redes públicas de cables de banda ancha, y reglas comunes para regular el capital digital extranjero, como mandatos de localización de datos, impuestos y obligaciones de compartir datos con actores locales, fortaleciendo así la autonomía digital y la innovación regional.

¿Es posible hoy un Nuevo Orden Económico Internacional?

La crisis del orden multilateral neoliberal abre una ventana de oportunidad para reformas sustantivas. Los países en desarrollo cuentan hoy con mayor peso económico gracias al ascenso de China y los BRICS; disponen de fuentes de financiamiento alternativas mediante bancos de desarrollo propios; tienen creciente poder de negociación en sectores estratégicos como los minerales críticos (litio, cobre, níquel), y el discurso neoliberal ha perdido legitimidad, en particular frente al regreso de las políticas industriales.

Además, las crisis globales –como la pandemia y el cambio climático– han evidenciado la necesidad de una gobernanza internacional más cooperativa. La posibilidad de que el Sur global impulse un nuevo orden centrado en el desarrollo verde y equitativo dependerá de su capacidad de acción estratégica, coordinación y persuasión.

Reimaginar un Nuevo Orden Económico Internacional para el siglo XXI no es un ejercicio nostálgico. No se trata de repetir consignas de los 70, sino de construir una agenda transformadora frente a desafíos actuales: una transición ecológica justa, una economía digital inclusiva y una arquitectura comercial que permita el desarrollo para todas las naciones. La historia demuestra que los órdenes globales no son eternos: pueden —y han sido— disputados y reinventados.

* Respectivamente: Politólogo, docente y político chileno, subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales de Chile (marzo 2022 – marzo 2023). / Profesor de la facultad de economía y política de la Universidad de Cambridge (Reino Unido); autor de Kicking Away the Ladder. Development Strategy in Historical Perspective, Anthem Press, Londres, 2002 (Premio Gunnar Myrdal 2003).

Origen: Un nuevo orden económico internacional para el siglo XXI: una agenda industrial y comercial desde el sur global – El Dipló

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