Para conocer la explicación a este fenómeno, David Cantarero (IDIVAL), ha atendido a El GlobalFarma
Tras varios años de incertidumbre y una caída sostenida en la actividad corporativa, la industria biofarmacéutica entra en 2025 con señales claras de reactivación. Según un nuevo documento de Evaluate Pharma, el sector muestra un giro hacia operaciones más selectivas pero de mayor impacto económico, tanto en acuerdos de licencia como en fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés), «impulsado por fundamentos empresariales más robustos y un entorno regulatorio más claro».
De este modo, el informe muestra que la tendencia del año es inequívoca: menos acuerdos, pero más estratégicos. Las compañías están priorizando activos con mayor potencial comercial y menor riesgo, una estrategia directamente vinculada a la necesidad urgente de afrontar la inminente pérdida de exclusividad de numerosos medicamentos. De hecho, Evaluate Pharma estima que más de 261.000 millones de euros en ingresos están en riesgo ante la entrada de genéricos, lo que ha provocado que las grandes farmacéuticas aceleren su actividad para reforzar sus carteras.
Para conocer la explicación a que haya menos acuerdos de fusiones y adquisiciones en el sector farmacéutico, pero más estratégicos, David Cantarero, David Cantarero, catedrático de la Universidad de Cantabria y responsable del Grupo de I+D en Economía de la Salud del Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (IDIVAL), ha atendido a este medio. Su respuesta ha sido que se debe a tres grandes factores estructurales.
En primer lugar, considera que se debe a un mayor grado de selectividad por parte de las grandes farmacéuticas, ya que el sector se ha orientado hacia un enfoque que prioriza la calidad por encima de la cantidad. «Se priorizan así activos con alto potencial clínico y terapias transformadoras (ARN, etc.)», ha explicado. «Las compañías prefieren pagar más por un activo verdaderamente diferenciado antes que diversificar en acuerdos pequeños y menos seguros. De este modo, se reduce el riesgo y, aunque hay menos operaciones, estas están más alineadas con la estrategia de pipeline», ha dicho.
En segundo lugar, subraya que influyen el aumento de los costes y el mayor riesgo regulatorio. «Las adquisiciones, especialmente en el ámbito de la biotecnología avanzada, son caras. Además, tanto la FDA como la EMA han endurecido los requisitos de evidencia y seguridad, lo que obliga a apostar únicamente por operaciones con mayores probabilidades de éxito clínico y comercial», certifica.
En tercer lugar, Cantarero menciona que intervienen las condiciones financieras y de mercado. «Los tipos de interés más altos incrementan el coste de financiar adquisiciones y Un capital más escaso para el sector biotech genera más presión para que las grandes compañías adquieran solo lo esencial», dice. Asimismo, reitera que la volatilidad del mercado incentiva decisiones mucho más prudentes y conservadoras. En síntesis, pienso que hay menos operaciones porque son más caras, más arriesgadas y exigen un mayor grado de alineación estratégica.
Respecto a cómo afecta esta estrategia al dinamismo del mercado y a la innovación dentro del sector, asegura que «aumenta la innovación de alta calidad«. «Al centrarse en activos transformadores, las grandes farmacéuticas canalizan recursos hacia plataformas de ARN, terapias celulares y génicas y mecanismos de acción novedosos (degradadores de proteínas, etc.)», explica. «Todo ello eleva la calidad científica del pipeline global, financiando aquello que realmente importa», añade.
A continuación, expresa que se reduce la fragmentación y se fortalecen las alianzas estratégicas. «Al existir menos acuerdos de volumen, las biotech emergentes buscan socios estratégicos en fases mucho más tempranas, lo que genera colaboraciones más profundas e intensas —como el co-desarrollo o la co-comercialización— que dejan de ser simples adquisiciones oportunistas», precisa.
Por último, advierte que el mercado se vuelve más competitivo, pero también más estable. «Los pocos activos realmente diferenciales atraen a múltiples compradores y fomentan la competencia basada en la innovación; y, al reducir las operaciones más arriesgadas, el sector gana estabilidad financiera», menciona.
En cuanto al riesgo, indica que se observa un menor dinamismo para las biotech muy pequeñas. «Aquellas que no cuentan con activos claramente diferenciados pueden tener dificultades para conseguir financiación, lo que puede dejar la innovación incremental fuera del radar. En resumen, en mi opinión, hay menos operaciones, pero son más estratégicas», señala. Según Cantarero, «esto puede impulsar una innovación más potente y disruptiva, aunque también eleva el nivel de exigencia y puede dejar fuera a proyectos menos diferenciados», concluye.

