Presión de la industria farmacéutica: El consumo de medicamentos contra el colesterol se duplica en diez años

Gadea G. Ubierna / Burgos.
El afán por mantener a raya el colesterol se ha traducido en los últimos años en un incremento muy significativo del consumo de fármacos que ayudan a reducir los niveles de esta sustancia grasa natural del organismo. Al menos, eso es lo que se aprecia en los datos oficiales que maneja la Consejería de Sanidad acerca del número de pacientes y de recetas de sustancias modificadoras de los lípidos prescritas entre 2005 y 2015. En concreto, en la provincia de Burgos se ha pasado de un total de 34.991 pacientes consumidores de 281.363 envases de medicamentos de este tipo a las 63.514 personas a las que se les prescribió el consumo de alguno de los 572.154 envases registrados hasta el 31 de diciembre del año pasado. Es decir, el número de pacientes se ha incrementado en un 81% y el de fármacos suministrados se ha duplicado.
El control de los niveles de colesterol en sangre se ha vuelto rutinario en estos últimos veinte años; son excepción los adultos que ignoran en qué franja están incluidos: el ideal es por debajo de 200 miligramos;lo normal, hasta 220 miligramos; alto, por encima de 220 y, por último, las posible hipercolesterolemias familiares en niveles superiores a 300 miligramos. Estos límites han variado a la baja en los últimos años -al menos en España- y no se aplican de igual manera para todo el mundo porque cada paciente es diferente y deben aplicársele unos criterios distintos en función de su historial. Es decir, un nivel que se considera normal para una persona, sana, joven y no fumadora puede ser muy elevado para alguien que haya tenido un infarto o que sea diabético, hipertenso o con un problema de obsesidad, todos ellos casos en los que hay que tener más control.
Así lo explica el vocal en Burgos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), Pablo Pérez Luengo, destacando que hay que prestar tanta atención a los niveles de esta sustancia en la sangre como al resto de factores de riesgo porque el tabaquismo puede llegar a tener más incidencia en un infarto que el colesterol. «No es el único factor de riesgo de infarto, también lo son la hipertensión y el tabaco», apuntó Pérez Luengo, subrayando que en las analíticas es preferible guiarse por el resultado del conocido como ‘colesterol malo’ (el LDL) al total, que puede reflejar unos niveles muy altos «porque el que llamamos bueno [el HDL] sea muy alto».
En cualquier caso, en los casos en los que la analítica refleja exceso de colesterol, y siempre en función de los otros factores de riesgo del paciente, el médico puede recomendar cambios en la dieta, hacer algo más de ejercicio y, en último caso, recetará algún medicamento para reducir los niveles de esta sustancia adiposa en la sangre, las estatinas. Sin embargo, la organización de consumidores OCU publicó hace poco más de dos meses una encuesta comparada en la que alertaba de que «a nivel nacional, se consumen fármacos para combatir el colesterol de manera indiscriminada». La OCU explica que su trabajo consistió en encuestar a 2.300 personas de entre 25 y 75 años, de las cuales el 27% reconoció «tener problemas con el colesterol». En este sentido, la asociación explica que el 22% «había tomado estatinas u otros medicamentos para reducir el colesterol, con lo cual ha medicalizado un problema que podría haber enfocado de otro modo». Y a esto añaden que, de todos los que admitieron estar en tratamiento por este motivo, «solo un 2% hicieron lo correcto: adaptar la alimentación y el estilo de vida a hábitos más saludables, practicar ejercicio físico y controlar la dieta. Por el contrario, el 41% se limitó a medicarse». De ahí que la asociación concluya que, bien porque el paciente lo demanda o bien porque el médico «se extralimite», en España hay una cierta «medicalización excesiva» en un problema que podría controlarse con una vida menos sedentaria y otra alimentación.
Dos argumentos a los que Pérez Luengo contesta admitiendo que es cierto que en ocasiones se presta más atención al nivel de colesterol que al sedentarismo o al tabaquismo, pero subrayando también que «hay casos de colesterol alto que no se bajan con la dieta, hay un tipo que no baja ni comiendo lechuga todo el día». En este sentido, el vocal de Semfyc tampoco obvia que hay una industria farmacéutica que «ha presionado» para que se receten más estatinas.
En lo que se refiere a Burgos el incremento de la administración de este tipo de fármacos entre 2005 y 2015 es indiscutible, a una media de, aproximadamente, un 8% anual. Pero todavía es más significativo en el conjunto del país. Según datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios expuestos por la OCU en el estudio citado con anterioridad, el consumo de las estatinas ha aumentado un 442% entre 2000 y 2012. Y de ahí que la asociación advierta del riesgo de caer en el riesgo de estar medicando en exceso.