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¿Conoces el poder del “efecto placebo”?

¿Se puede curar con la mente? Hoy vamos a formularnos esa pregunta junto al profesor José Miguel Mulet, bioquímico, investigador en el CSIC y autor del libro Medicina sin engaños

 Algo inocuo para la salud en forma de pastilla, terapia, abrazo o un envoltorio, produce efectos sobre nosotros. En 1890, un editorial de la revista Medical Press contaba el caso de un medico que administró agua en vez de morfina a su paciente, esta se recuperó perfectamente, pero descubrió el engaño después y exigió que le reembolsaran la factura delante de un tribunal y ganó el juicio.

¿Se le da al placebo el peso que se merece? “Sí, Está muy estudiado. Cuando se evalúa un medicamento nuevo, se hace con doble ciego; se da un placebo a un grupo de estudio y al otro, el medicamento de verdad. Ni el medico ni el paciente saben cuál es cuál. El placebo es muy poderoso y la gente, por el simple hecho de pensar que se está tomando algo, se siente mejor”, admite el profesor Mulet.

La palabra “placebo” en latín quiere decir “complacer” o “parecer bien”. “La primera patente que se hizo en Estados Unidos era de una aguja (Tractor) que curaba aparentemente todos los males, un medico la probó, la comparó con otras de madera pintadas y vio que no hacían nada. El termino “placebo” también sale en uno de los cuentos de Canterbury de Chaucer. En inglés medieval el término hace referencia a una especie de lisonja (adulación falsa para conseguir algo de alguien). De hecho, uno de los personajes de uno de los cuentos que aparecen en el libro, un rico al que todos quieren engañar, se llama Placebo. Pero hay otra versión: en el oficio de difuntos se recita un salmo que incluye la palabra “placebo”, en la Inglaterra del S. XIX hablaba de un señor que iba al funeral sin conocer al difunto para comer y beber por la cara”, comenta el investigador.

Los medicamentos crean expectativas de curación en los pacientes. El efecto placebo abarca más que unas simples pastillas, es su forma, su color… Un ejemplo lo tendríamos en las pastillas de Prozac (tranquilizantes); son blancas y azules. Las estimulantes se presentan como rojas o naranjas. “Si notas que estás haciendo un tratamiento, tu cuerpo responde. Muchas enfermedades tienen un componente psicosomático”, comenta José Miguel Mulet. El estudio, publicado en American Academy of Neurology, Placebo effect of medication cost in Parkinson disease: a randomized double-blind study, llevado a cabo por investigadores de la Academia Estadounidense de Neurología en enfermos con párkinson, ha revelado que el efecto placebo es mayor cuando los medicamentos son más caros.

El placebo funciona mejor en niños que en adultos. Greater Response to Placebo in Children Than in Adults: A Systematic Review and Meta-Analysis in Drug-Resistant Partial Epilepsy, un metaanálisis publicado en Plos Medicine, descubrió que el 19% de los niños y tan sólo el 10% de los adultos mejoraban con el placebo. Por su parte, otra investigación sobre la depresión pediátrica Placebo Response in Randomized Controlled Trials of Antidepressants for Pediatric Major Depressive Disorder, encontró que el efecto placebo era mucho mayor en niños menores de 12 años. También puede haber placebo con efectos negativos, se le llama “nocebo”.

Se cree que las llamadas “medicinas alternativas” están basadas en el efecto placebo. “Hay placebos que funcionan en bebés y en animales. Un ejemplo: un niño se cae, se da un golpe, llora, lo abrazas y deja de llorar, explica Mulet. “La homeopatía es un placebo. Nunca ha superado un ensayo de doble ciego”, añade. Algo que ya confirmó el Ministerio de Sanidad en su Informe sobre las llamadas terapias alternativas o naturales en el que afirmó que “la homeopatía no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta y los resultados de los ensayos clínicos disponibles son muy contradictorios”.

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