La conspiración del 2015: El Zika farmacéutico
Reza el dicho popular que muchas veces “el remedio es peor que la enfermedad” y eso fue precisamente lo que ocurrió en Venezuela a partir del año 2015 con el inicio de la epidemia del Zika.
El virus trasmitido por la picadura de mosquitos, fue detectado por primera vez en el Bosque Zika de Uganda en Africa en 1947 y se caracteriza por fiebre, conjuntivitis, dolores musculares y erupciones entre otros síntomas que oscilan de moderados a fuertes.
En el continente americano llegó en 2015 y rápidamente tomó proporciones de una endemia. En pocos meses detectaron millones de casos en toda la región. Situación que requirió la movilización de la OMS, OPS y distintas agencias internacionales de alto nivel.
Farmacéuticas o Terroristas?
En Venezuela, la llegada del Zika fue el escenario de uno de los episodios más oscuros de la manipulación la industria farmacéutica nacional. En una conspiración sin precedentes, la mayoría de las grandes industrias del sector, en alianza con políticos opositores pro Estados Unidos, comenzaron una operación sistemática de acaparamiento, desvío y hasta destrucción de los medicamentos necesarios para el tratamiento de la enfermedad.
El objetivo era lograr el colapso del sistema público nacional de salud, con la intención de provocar la desestabilización y derrocamiento del Presidente Nicolás Maduro Moros, quién con un discurso nacionalista de izquierda, es un personaje incomodo para los sectores políticos y empresariales que históricamente han dominado el país.
Apenas el Zika comenzó hacer estragos en la población venezolana, el primer medicamento en desaparecer de los anaqueles fue el acetaminofén. producto de venta sin prescripción facultativa, ampliamente recomendado para tratar los dos principales síntomas del virus, las altas fiebres y los dolores musculares, que en algunos casos resultaban mortales o incapacitares para la víctima.
“Este es un ejemplo muy ilustrativo de la manipulación del mercado farmacéutico porque todos los vivimos recientemente, no se nos puede olvidar.” Señala Reimar Piñango, integrante de la Fundación Arsenal Terapéutico, quien agrega “es la práctica habitual en ellos, limitar la disponibilidad con la finalidad de aumentar los precios y disminuir el acceso de la gente a los medicamentos… ellos provocaron esa escasez”.
Para Piñango otra de las razones que hace despreciable el boicot del 2015, fueron los “miles de millones de dólares” que durante los años precedentes el Estado venezolano otorgó a la tradicional industria farmacéutica para la importación de materias primas, compra de equipos y remodelación de plantas. Dinero que en la mayoría de los casos nunca fue utilizado para tal fin, sino sacado a cuentas en el extranjero. “El poco dinero que destinaron a la fabricación de medicinas, terminó siendo “bachaqueado” hacia Colombia, o vendido con sobreprecio al propio Gobierno o directamente a la población” denuncia Piñango.
En conclusión, si algo queda claro con la epidemia del Zika del 2015, es que en Venezuela algunas veces el remedio termina siendo peor que la propia enfermedad.