México reactivará la producción nacional de vacunas y medicamentos: Sheinbaum anuncia convenios con IPN, UAM y UNAM
En conferencia matutina, la mandataria aseguró que el país avanza en una estrategia de autosuficiencia sanitaria que busca “producir más medicamentos en México, no depender tanto de la importación y garantizar precios accesibles para la población”. El anuncio representa un cambio estructural en la política farmacéutica nacional, luego de tres décadas de desindustrialización en el sector.
“México producía prácticamente todas sus vacunas a través de instituciones públicas, pero en el periodo neoliberal eso se acabó, y ahora queremos retornar a producir parte de ellas”, afirmó Sheinbaum, quien confirmó la participación de Birmex y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) como ejes del nuevo modelo productivo.
Producción pública y convenios estratégicos con instituciones académicas
El secretario de Salud, David Kershenobich Stalnikowitz, detalló que la estrategia incluye tres convenios de alto impacto con universidades públicas, orientados a fortalecer la capacidad científica e industrial del país:
- IPN y Birmex: producirán vacunas contra el virus sincicial respiratorio (VSR) asociado a infecciones pulmonares graves y el sarampión, biológicos que volverán a elaborarse en territorio nacional. “En un principio trataremos de producir la vacuna sincicial respiratoria y también la vacuna del sarampión, producida ya en México”, explicó el funcionario.
- UAM: desarrollará alimentos funcionales dirigidos al manejo y prevención de enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión arterial, integrando investigación nutricional con innovación biotecnológica.
- UNAM: a través de sus facultades e institutos de Física e Ingeniería, trabajará en la producción nacional de materias primas farmacéuticas (APIs), esenciales para la fabricación de medicamentos. “Estas sustancias se preparan a partir del petróleo. México tiene ese potencial petroquímico y queremos aprovecharlo para dejar de depender de India y China”, puntualizó Kershenobich.
Con estos convenios, el gobierno busca reactivar la cadena productiva farmacéutica nacional desde la investigación hasta la manufactura, integrando capacidades académicas, tecnológicas e industriales bajo un mismo marco de política pública.
Retomar la soberanía sanitaria: de la dependencia a la producción nacional
Durante décadas, México dependió casi totalmente de importaciones para abastecer su mercado de medicamentos y vacunas. Con la pandemia de COVID-19 y los recientes brotes de sarampión y enfermedades respiratorias, el país evidenció la vulnerabilidad de ese modelo.
La nueva política impulsada por Sheinbaum pretende revertir esa dependencia estructural, devolviendo protagonismo a instituciones históricas como Birmex, fundada en 1978 para producir biológicos, antígenos y reactivos.
El gobierno federal planea que la nueva infraestructura de Birmex se articule con centros de innovación universitaria y con alianzas tecnológicas internacionales para garantizar la producción, el control de calidad y la distribución de vacunas y fármacos estratégicos. “Queremos producir parte de las vacunas que México necesita y no depender de terceros países”, enfatizó la presidenta.
Este enfoque responde a un principio de seguridad sanitaria nacional, que vincula la salud pública con la capacidad productiva del Estado. Según fuentes del sector, la medida también busca reducir costos de adquisición y fortalecer la soberanía tecnológica en biotecnología y farmacología.
Implicaciones técnicas y económicas para el sistema de salud
El regreso de México a la producción nacional de vacunas y medicamentos trasciende lo simbólico: representa un desafío técnico, regulatorio y económico de gran magnitud. El país deberá cumplir con estrictos estándares internacionales de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y con protocolos de validación sanitaria avalados por la COFEPRIS y la Organización Mundial de la Salud (OMS), condiciones indispensables para garantizar la calidad, seguridad y eficacia de los biológicos producidos localmente.
Para el sector salud, este giro abre una ventana inédita de innovación, investigación y autosuficiencia tecnológica. Los médicos e investigadores podrán integrarse a proyectos de desarrollo clínico y ensayos nacionales orientados al diseño de nuevas vacunas; los administradores hospitalarios se beneficiarán de mayor estabilidad en el suministro y reducción de costos de adquisición, mientras que las universidades y centros de investigación consolidarán su papel como núcleos de transferencia tecnológica y formación de talento especializado en biotecnología farmacéutica.
En paralelo, la producción nacional de materias primas farmacéuticas (APIs) podría convertirse en un auténtico punto de inflexión económico. Al reducir la dependencia de insumos importados de India y China, México no solo fortalecería su soberanía sanitaria, sino que también abriría la posibilidad de exportar principios activos hacia América Latina, posicionándose como un actor emergente en la cadena regional de valor farmacéutico.
Desafíos estructurales: de la promesa a la ejecución
Aunque el anuncio es ambicioso, el desafío radica en la implementación efectiva. La experiencia internacional muestra que los procesos de industrialización farmacéutica requieren años de desarrollo, inversión sostenida y marcos regulatorios sólidos. México deberá garantizar la estabilidad presupuestal y la coordinación entre Birmex, las universidades y el sector privado para concretar resultados tangibles.
Asimismo, la creación de vacunas como la del virus sincicial respiratorio demandará fases de investigación preclínica, ensayos clínicos, escalamiento industrial y aprobación sanitaria, procesos que podrían extenderse entre tres y cinco años. Sin embargo, los convenios firmados constituyen un primer paso concreto hacia la recuperación de la soberanía farmacéutica nacional.
Un viraje histórico hacia la soberanía farmacéutica y la innovación nacional
El anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo representa uno de los movimientos más significativos en la política sanitaria y farmacéutica contemporánea de México. Tras más de tres décadas de dependencia casi total de las importaciones, el país se prepara para reconstruir su capacidad científica y productiva mediante la fabricación local de vacunas, medicamentos y materias primas, retomando así un papel que había sido abandonado desde los años noventa.
Esta decisión no se limita a garantizar el abasto de insumos médicos; constituye una apuesta estratégica por convertir la ciencia, la biotecnología y la innovación en pilares de desarrollo nacional, integrando a universidades, institutos de investigación y empresas públicas como Birmex dentro de un ecosistema de producción coordinado y sostenible.
De cumplirse las metas anunciadas con plantas operativas, vacunas nacionales y medicamentos accesibles, México podría consolidarse como un referente regional en innovación farmacéutica y autosuficiencia sanitaria, impulsando al mismo tiempo la generación de empleo especializado, la transferencia tecnológica y la estabilidad del sistema público de salud.
En este nuevo contexto, el país reafirma su compromiso con la ciencia y la producción nacional como herramientas de soberanía y equidad en el acceso a la salud, fortaleciendo una visión de Estado que coloca la investigación biomédica y el desarrollo industrial al servicio del bienestar de su población.
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