Por: Héctor Rojas Piccardo
Imaginemos a una persona mayor que llega a la farmacia por su tratamiento crónico. El sistema no responde, la receta electrónica no se valida. No puede esperar. Se va sin su medicamento. Ese vacío no lo cubre la tecnología: lo padece directamente la persona. En Chile, pocos discuten que la receta electrónica es un avance. Modernizar la prescripción y la dispensación, fortalecer la trazabilidad, el control y reducir espacios de fraude son objetivos legítimos que compartimos.
La pregunta de fondo, sin embargo, es otra: ¿Garantiza el acceso oportuno a los medicamentos cuando lo digital falla, o introduce un nuevo punto de fragilidad en la cadena de dispensación?
Este análisis se enmarca en la consulta pública al proyecto del Ministerio de Salud que modifica los DS N°466, N°404 y N°405 (1984) para incorporar la regulación de la receta electrónica. Si no se asegura una alternativa funcional en contingencia, el costo no lo asume el sistema, sino el paciente que llega con dolor, con una urgencia o con un tratamiento que no puede interrumpir. Y ese costo no será uniforme: lo sentirán con mayor fuerza las personas mayores, los pacientes crónicos y quienes enfrentan barreras de conectividad o menores habilidades digitales.
Este punto no es teórico. La propuesta exige que, antes de la dispensación de una receta en papel o electrónica, el director técnico la valide en el Sistema Nacional de Receta Electrónica (SNRE), como requisito previo a la dispensación. En condiciones normales, esa exigencia fortalece la trazabilidad. El problema aparece cuando el sistema está caído o funciona con lentitud: la validación puede convertirse en un cuello de botella y, sin un protocolo explícito en el punto de dispensación, la consecuencia es previsible: más espera, tensión con los pacientes y tratamientos postergados o inconclusos.
Existen salidas excepcionales para la emisión de ciertos tipos de recetas en formularios en papel con autorización de la seremi en casos objetivos, pero el texto no define un procedimiento de contingencia que opere en el momento y asegure que el paciente reciba su medicamento sin tener que volver otro día o regresar al médico. Tampoco se explicita un canal central de apoyo para usuarios y dispensadores. Un reclamo formal es importante (libro de reclamos y reporte a la autoridad), pero no resuelve la urgencia de quien necesita su tratamiento sin interrupciones.
En materia de seguridad, se incorpora el deber de informar incidentes y se mencionan exigencias de seguridad y confidencialidad, pero falta bajar esas obligaciones a un protocolo de respuesta que combine ciberseguridad con atención oportuna. La experiencia reciente del ciberataque al Instituto de Salud Pública (ISP), con servicios afectados por semanas y una normalización progresiva reportada en los meses siguientes, recuerda la magnitud de los riesgos que enfrenta el sistema.
No se trata de defender el papel por nostalgia. Se trata de asegurar que la digitalización sea una herramienta de acceso y no una barrera cuando ocurren fallas fortuitas en la farmacia o en la consulta del prescriptor y en el mismo sistema. Ese es el punto central: la Ley 20.724 (Ley de Fármacos I) incorporó en el Código Sanitario la obligación del Ministerio de Salud de velar por el acceso de la población a medicamentos y productos farmacéuticos seguros, eficaces y de calidad.
Si la prescripción electrónica se implementa sin considerar el rol que hoy cumple la receta en papel para sostener la dispensación oportuna y equitativa, el riesgo es transformar un avance en una barrera y tensionar ese mandato. Por ello, debiera contemplarse la coexistencia de la receta en papel o un respaldo físico equivalente, como resguardo anticipatorio frente a eventuales indisponibilidades del sistema.
Chile necesita receta electrónica, pero bien diseñada, porque cuando falla la plataforma, lo que está en juego no es el software, sino la continuidad del tratamiento y el acceso oportuno a la salud.
Origen: [Opinión] Receta electrónica: ¿Mejora el acceso a los medicamentos? – Cooperativa.cl
