Un Observatorio contra los medicamentos y productos sanitarios que matan
Como os cuento en el post titulado Una publicación de mi blog en la lista de páginas “a cerrar” por los colegios de médicos, la Organización Médica Colegial (OMC), que reúne a los colegios de médicos y doctoras de toda España, ha creado un Observatorio contra la pseudociencias, pseudoterapias, intrusismo y sectas sanitarias. Ahora leo en la revista Médicos y Pacientes, órgano de expresión de la OMC las justificaciones del coordinador de ese Observatorio, Jerónimo Fernández Torrente, sobre el mismo: “No somos la Santa Inquisición”.
Dice Fernández Torrente (en la foto de abajo) que quieren actuar contra
prácticas que son absolutamente detestables y perjudiciales para la salud” y que están en manos de charlatanes, intrusos y hasta de algún médico y sanitarios.
Se refiere este médico a las 139 terapias y técnicas no convencionales que ellos han incluido en esa lista “no inquisitiva”.
Vaya por delante que no sólo estoy de acuerdo, es que faltaría más que si hay personas u organizaciones que ponen en riesgo la salud de las personas no lo denunciasen, serían cómplices (como también podrían ser procesados judicialmente si por un exceso de celo injurian a otros colegas de profesión que con probabilidad recomiendan con ética terapias que el Observatorio ha decidido “criminalizar”).
La lista en sí es una mezcla, un revuelto tal que hasta a una persona no especializada como yo en ese tipo de terapias chirría pues van juntas la acupuntura o el psicoanálisis y cosas que no he visto en mi vida como el brainspotting (¿eso no era una película de yonkis?), la cirugía psíquica, la iriogenética, el péndulo hebreo o la reinformación celular.
Una lista así no creo que la haya elaborado un médico, quizá más bien haya sido un informático, un Emilio Molina o alguien así. El rigor de ese documento es tal que se incluyen terapias avaladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Estrategia sobre medicina tradicional 2014-2023.
Como escribo creo que hay informar a la población sobre las pseudoterapias y si se producen daños a la salud pública hay que exigir responsabilidades legales, claro. Porque los sistemas sanitarios hoy se han convertido en la tercera causa de muerte en los países llamados desarrollados, sólo tras el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.
Hoy la pseudociencia invade la medicina. Tratamientos muy usados son ineficaces además de peligrosos. Y no hay que recurrir a terapias de nombres casi irrisibles y que deben de tener poquísimos usuarios:
-Como publicamos ayer, los nuevos fármacos para el colesterol son malos además de peligrosos (y carísimos).
-Con los anteriores pretenden sustituir a las estatinas que han hecho suficientes méritos para estar retiradas del mercado y para su receta a millones de persona en todo el mundo se han manipulado los datos científicos convirtiendo a gente sana en “enfermos”.
-Sólo Bayer y en un corto espacio de tiempo ha acumulado 26.700 pleitos de personas que confiaron en sus productos decenas de miles de pleitos en todo el mundo: por sus anticonceptivo (como Essure o Mirena) o fármacos anticoagulantes como Xarelto.
-La farmacéutica GlaxoSmithKline ha sido condenada hace poco por un suicidio por un antidepresivo, Paxil. Este grupo de medicamentos presenta una eficacia muy baja y unos efectos adversos enormes, millones de personas los toman a diario.
-Atentos a lo que está ocurriendo en todo el mundo también con la cirugía de la vista con láser y sus horribles secuelas.
-Y podíamos seguir por la vacuna del papiloma que Japón dejó de recomendar por sus graves daños y no se sabe con qué criterios el resto de países continúa ofertando.
-De hecho, los escándalos de daños por productos sanitarios han forzado una mayor regulación en la UE.
Si sois observadores veréis que me he limitado a recoger algunas de las últimas publicaciones de mi blog. No pretendo ser exhaustivo sino mostrar el enorme problema de iatrogenia y manipulación de la Ciencia a favor del mercadeo existente hoy. Pero estas pseudoterapias que acabo de citar no son objeto del Observatorio contra las pseudociencias.
Insisto, hay que trabajar en la denuncia de TODA pseudociencia y pseudoterapia ¿cómo puede ser posible que los profesionales de la OMC sólo se fijen en prácticas minoritarias (muchas veces inocuas) mientras las terapias convencionales están provocado una epidemia de daños y desafección de la Medicina como nunca en la historia de la humanidad se ha conocido? (uno de cada tres fármacos aprobados en USA ofrece problemas de seguridad)
Una pena. Hubo un tiempo en que la OMC creaba jornadas en su sede para debatir sobre la corrupción sanitaria.
Recuerdo que el presidente del Colegio de Médicos de Badajoz me llamó para felicitarme por la publicación de mi libro Laboratorio de médicos, en el que tras entrevistarme durante cinco años con más de una veintena de visitadores médicos y cargos del área de Marketing y Ventas de grandes laboratorios, documento cómo “compran” de manera sistemática la voluntad de tantos profesionales. recetas” las farmacéuticas. Me invitaban a exponerlo en su sede de la Plaza de las Cortes en Madrid.
Tiempos en los que la OMC por fin parecía interesada en intentar incinerar uno de los principales focos de basura que manchan la Medicina. Una pena, como escribo, que hayan cambiado de parecer y estén más preocupados por el “intrusismo” (en todo esto también hay una lucha por ver quién parte el bacalao; quién se lleva más porciones de la tarta de pacientes). La OMC ha tomado una deriva “guerracivilista” influida por cientifistas.
Si la idea es hacer un Observatorio “contra” en vez de “a favor” (que sería más constructivo) creo que lo honesto es desarrollar un Observatorio contra la iatrogenia o contra los medicamentos y productos sanitarios que matan. Se le podría añadir “y contra toda corrupción sanitaria y los políticos e industrias que las amparan”.
En ese Observatorio cabrían TODAS las corrientes médicas, terapias y productos que no merezcan reconocerse como tales, desde la más “naturales” pasando por las llamadas “complementarias”, “alternativas” y las oficiales o convencionales que también podríamos llamar “las Es lo que hay”.