Paracetamol, el competidor de la aspirina que se anunciaba más eficaz y seguro

El paracetamol fue durante tiempo el mayor competidor de la aspirina para el tratamiento del dolor. A su favor jugaba que no provocaba la irritación gástrica de su famosa contrincante de la casa Bayer. Nacido en Estados Unidos en 1955, el ‘Tylenol’, que así se bautizó, se dispensaba originalmente con receta y se vendía como un producto eficaz y seguro. En poco tiempo se ganó, como el ibuprofeno después, la simpatía de médicos y pacientes. El día que se eliminó la prescripción facultativa para su venta, el paracetamol se comió el mercado.

Contribuyeron a su éxito comercial la liberación del producto y, sobre todo, su bajo precio. Una caja de 20 comprimidos de 500 miligramos puede comprarse por menos de un euro. Con el éxito, sin embargo, llegó su condena. En los años 80, comenzaron a notificarse los primeros casos de toxicidad hepática. Una década después, el problema de salud se había convertido ya en una epidemia.

«Si de un fármaco nuevo se supiera que tiene un perfil de toxicidad como el del paracetamol, se hace difícil pensar no ya que fuera recetado por los médicos, sino incluso que fuera registrado por sistema de salud de país alguno», afirman las farmacéuticas Ana Alonso y Mari Carmen Ruiz, de Farmacia Germana, en Barcelona, que han elaborado un informe sobre la historia y el impacto de este fármaco.

Los hospitales de EE UU atienden cada año 80.000 emergencias por intoxicación por paracetamol. 30.000 de esos pacientes suelen acabar ingresados en una unidad de cuidados intensivos. La mitad de todas esas sobredosis se relacionan con intentos de suicidio, pero uno de cada tres de debe a intoxicaciones involuntarias. La ingesta accidental provoca muchísima intoxicación (44%), sobre todo en niños. La mayoría de los accidentes son en cambio el resultado de un «intento por aliviar las molestias lo más rápidamente posible».

El diseño de un medicamento que ponga freno a esta ola de intoxicaciones y sus nefastas consecuencias se presenta como una enorme esperanza. La investigación de CIC Biogune ha permitido ya la consecución para Euskadi de dos nuevas patentes, una por el conocimiento y otra por la nueva molécula.